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El cambio climático: efectos en la agricultura y la ganadería

Reyes Alonso Martín Coleto

13 de noviembre de 2021 19:42 h

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La grave crisis a la que se enfrenta el mundo en el siglo XXI no nos pilla de sorpresa. Las primeras señales de alarma aparecieron a finales de los años setenta y fueron observadas con atención por la comunidad científica. La primera Cumbre del clima, celebrada en Río de Janeiro, no se convocó hasta 1992. Mientras que los Acuerdos de París, ratificados por más de dos centenares de países, se firmaron en 2015. En este tiempo, el cambio climático fue fagocitado por la política. En lugar de ser valorado como un hecho científico fue tratado como idea política y usado como arma de confrontación.

El mayor grupo de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, publicó el pasado mes de agosto una nueva evaluación científica sobre el cambio climático. Según los científicos implicados, las alteraciones ocurridas en el sistema climático del planeta “no tienen precedentes” y algunos de estos cambios van a ser “irreversibles” durante milenios, en especial en los océanos, la capa de hielo y el nivel del mar. El nivel de calentamiento que ocurra al final del siglo dependerá en gran medida de lo que haga la sociedad.

El cambio climático está afectando a la agricultura y la ganadería de varias maneras: en términos de cantidad y calidad de cultivos; a través de los cambios del uso del agua, herbicidas, pesticidas y fertilizantes; en el sistema de drenaje de los suelos, la erosión y en la reducción de la diversidad de cultivos.

La agricultura y la ganadería en España dan empleo a un 5% de la población activa y aporta un 5% del PIB. Sin embargo, si se tienen en cuenta también todas las actividades asociadas de todo el conjunto del sistema agroalimentario, es decir, la industria de insumos y servicios, la industria agroalimentaria, el transporte y la distribución, contribuye con un 14,2% al empleo y en un 10,6% al PIB. De esta manera, el sector agroalimentario español es económicamente de los primeros sectores, muy cercano al turismo. Así España es el segundo país de la Unión Europea en términos de superficie agraria y ocupa el segundo puesto en términos de producción, con 25.357 millones de euros al año, un 13% de la producción europea.

Además de la importancia económica, el sector agrario es estratégico para proporcionar la seguridad alimentaria a nivel nacional, es la actividad que más extensión ocupa, llegando a generar paisajes agrarios de gran valor ecológico y cultural.

Disminuir la vulnerabilidad

El cambio climático viene a sumarse a otros factores (aumento del precio de insumos, bajada de los precios de los productos en los mercados, introducción de especies y patógenos exóticos, despoblación de las zonas rurales, etc.) que aumentan la vulnerabilidad del sector y subsectores agrícolas y ganaderos. Así pues, las medidas más eficaces de adaptación al cambio climático serian todas aquellas que en su transversalidad disminuyan esta vulnerabilidad, como la cría de razas autóctonas o la producción en ecológico, la formación específica o la revitalización de redes del entorno rural.

 El aumento de la temperatura media provoca cambios fenológicos de adelanto de la primavera y retraso del otoño. Debido a la prolongación de las temperaturas estivales, la floración se adelanta y las cosechas se hacen más tempranas. Se espera que esto provoque un cambio de distribución de los cultivos a largo plazo, ya que algunas zonas dejarán de ser óptimas y otras pasarán a ser aptas y por lo tanto afectará a la competencia relativa entre países y regiones.

En general, el aumento de la temperatura generará un incremento de la demanda hídrica, que junto con la menor disponibilidad, puede provocar déficit hídrico en los cultivos, mermas en la producción o pérdidas de la cosecha. El aumento de fenómenos extremos (sequías e inundaciones, tormentas, heladas) provocará el aumento de la erosión del suelo y la alteración de su composición química.

El aumento de temperatura en forma de eventos extremos y el aumento de las temperaturas mínimas en verano generan episodios de estrés térmico en los animales, lo cual hace disminuir su bienestar, su ingesta, su producción y estado inmunitario.

La magnitud de los impactos sobre el ganado dependerá de la capacidad de incluir en los parámetros de selección la tolerancia al estrés por calor, que suele estar en contraposición con los productivos. De esta manera, la capacidad de adaptación de los ganaderos no solo vendrá facilitada por su conocimiento técnico, sino que tendrá consecuencias culturales e implicaciones financieras.

“La viabilidad de nuestras sociedades”

Todos estos cambios agravarán la vulnerabilidad de la agricultura y la ganadería españolas y exigirán medidas adaptativas. Por ello, es necesario el estudio de los impactos a nivel regional, por tipo de cultivo y especie ganadera, así como por sistema de explotación; además de la inclusión de indicadores o evidencias del cambio.

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) celebrada en Glasgow (Reino Unido) se ha planteado como principal objetivo mantener viva esa mágica cifra de limitar el aumento de la temperatura media global del planeta en 1.5ºC respecto a los valores preindustriales.. Mientras tanto, los países participantes deberán forjar un acuerdo para descarbonizar sus economías, para ello han de garantizar ayudas económicas de los países más ricos a los países en vías de desarrollo.

Como ha dicho el Secretario General de la ONU “la viabilidad de nuestras sociedades” depende de la actuación de gobiernos, empresas y ciudadanos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados. “Las armas son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable: las emisiones de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles y la deforestación están asfixiando nuestro planeta y poniendo a miles de millones de personas en riesgo inmediato. El calentamiento global está afectando a las regiones de la Tierra, y muchos de los cambios se vuelven irreversibles”, ha afirmado.

“La ciencia es clara, los impactos de la crisis climática pueden verse en todo el mundo y si no actuamos ahora, seguiremos viendo cómo los peores efectos impactan en las vidas, los medios de vida y los hábitats naturales”, ha señalado Alok Sharma, presidente de la Cumbre Mundial del Clima. 

Cuidar el planeta no es incompatible con garantizar alimentos sanos y seguros. De hecho, esta debería ser la prioridad de los que gobiernan el mundo.

Ahora toca una concienciación equitativa de todo el planeta para un futuro con vida.

La grave crisis a la que se enfrenta el mundo en el siglo XXI no nos pilla de sorpresa. Las primeras señales de alarma aparecieron a finales de los años setenta y fueron observadas con atención por la comunidad científica. La primera Cumbre del clima, celebrada en Río de Janeiro, no se convocó hasta 1992. Mientras que los Acuerdos de París, ratificados por más de dos centenares de países, se firmaron en 2015. En este tiempo, el cambio climático fue fagocitado por la política. En lugar de ser valorado como un hecho científico fue tratado como idea política y usado como arma de confrontación.

El mayor grupo de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, publicó el pasado mes de agosto una nueva evaluación científica sobre el cambio climático. Según los científicos implicados, las alteraciones ocurridas en el sistema climático del planeta “no tienen precedentes” y algunos de estos cambios van a ser “irreversibles” durante milenios, en especial en los océanos, la capa de hielo y el nivel del mar. El nivel de calentamiento que ocurra al final del siglo dependerá en gran medida de lo que haga la sociedad.