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Canal Sur es Andalucía
Las vecinas y vecinos de Marchena, un pueblo de la campiña sevillana, explicaban el otro día en el informativo de Canal Sur las dificultades que tenían con el suministro de agua a causa de la contaminación por benceno. Al día siguiente, podíamos ver a los trabajadores andaluces en Gibraltar vacunándose contra el coronavirus; los primeros en hacerlo en la península. Y un reportaje sobre una empresa de Almería pionera en tecnología de reconocimiento facial. Probablemente, estos vecinos, trabajadoras, estas empresas y muchas asociaciones y representantes de la sociedad civil andaluza no habrían salido nunca en televisión o en radio si no existieran la radio y la televisión públicas de Andalucía. Ese es el papel que ha tenido Canal Sur en más de treinta años de historia y que todavía tiene: dar voz a las andaluzas y andaluces en todos los rincones de un territorio de más de 87.000 km², similar al de un país como Portugal. Y de esa forma, vertebrar Andalucía, una comunidad autónoma inmensa, variada y plagada de singularidades económicas, lingüísticas, culturales y sociales. Que además, no nos olvidemos, tiene dos millones de personas emigradas, viviendo fuera de sus fronteras, que solo tienen acceso a la realidad andaluza a través de la señal emitida para ellas por la radio televisión pública.
Andalucía es, por tanto, una comunidad que hoy tiene una identidad propia en gran parte gracias a la labor de Canal Sur, con sus errores y sus aciertos, sus deficiencias y sus virtudes.
Y la reducción de 14 millones en el presupuesto del ente público para 2021 que ha pactado el gobierno andaluz con Vox, junto a la prohibición de contratar por jubilaciones, bajas o fallecimientos y el cierre de uno de sus canales pone en peligro esta labor. Y pone en peligro la continuidad del servicio público encomendado a Canal Sur por el Estatuto de Autonomía. La situación de la RTVA es crítica debido a años de recorte presupuestario, de reducción de plantilla y de obsolescencia de medios técnicos debido a la falta de inversión. Desde 2012 se han perdido más de 300 puestos de trabajo y la edad media de la plantilla es de 55 años. En muchos departamentos no hay personal suficiente y el trabajo se saca gracias a horas extra no remuneradas y a esfuerzos personales. Los sistemas informáticos no se renuevan desde hace más de una década y son frecuentes las “caídas” en medio de la jornada de trabajo. Los equipos de grabación se reparan una y otra vez y a menudo continúan en activo gracias a un imaginativo departamento de reparaciones.
Además, tenemos que acordarnos también de las empresas auxiliares que, al igual que sucede con sectores como el aeronáutico, contratan a centenares de trabajadoras y trabajadores que prestan servicios de seguridad, de limpieza, mantenimiento, informática... Y del tejido audiovisual andaluz, que tendría las alas cortadas sin el motor de la empresa pública. El floreciente cine andaluz, que acumula reconocimientos para obras a menudo participadas por la pública. La cultura andaluza, que se da a conocer a través del altavoz de Canal Sur.
Incluso la lengua de signos, que es un derecho de las personas sordas y que se ha convertido en una seña de identidad de la televisión. Al igual que “La Banda”, el histórico programa infantil con el que han crecido varias generaciones y que ofrece una ventana a los colegios andaluces, a sus niñas y a sus niños.
Por todo ello, decimos NO al recorte. Muy al contrario, es necesario un plan de empleo que permita absorber el talento que sale de las universidades y centros educativos andaluces y que fomente el trasvase de la experiencia acumulada por las trabajadoras y trabajadores de la empresa pública. También un plan de inversión tecnológica que modernice equipos y agilice el trabajo.
Si esto no se produce y se materializa el recorte presupuestario previsto por el gobierno, Canal Sur no será sostenible. Y en la plantilla está muy vivo el recuerdo de lo que pasó con Canal Nou en Valencia o con Telemadrid, bajo gobiernos autonómicos del Partido Popular. Establecer paralelismos es inevitable, sobre todo a la luz de la deriva de manipulación y utilización partidista que muestran los informativos, fundamentalmente en Canal Sur Televisión, en los últimos meses. El modus operandi es el mismo: descrédito social y desmantelamiento de la empresa pública.
Pero una gran parte de la sociedad andaluza cree que una radio y televisión públicas son esenciales en Andalucía. Que los medios públicos son necesarios para ofrecer otra visión de la sociedad, para garantizar el derecho a la información que no siempre permiten los medios privados y los intereses económicos que hay detrás de sus consejos de administración y sus anunciantes. La prueba son las adhesiones a la Plataforma en Defensa de la RTVA, que agrupa ya a más de ciento diez entidades y que acumula vídeos de apoyo de artistas, asociaciones de vecinos, organizaciones de mujeres, de apoyo a la discapacidad, de derechos humanos… Y la prueba son también los apoyos que recibimos las trabajadoras y trabajadores cuando salimos a grabar a las calles de alguna de sus ciudades o de alguno de sus 785 municipios.
Por supuesto, es cierto que hay muchas cosas que mejorar. Que Canal Sur ha dejado de lado en gran parte de su programación a la juventud andaluza. Que a menudo cae en los tópicos creados sobre nuestra comunidad y el público considera “casposos” algunos de sus programas. Que el exceso de política y politización aleja a muchos ciudadanos de los informativos.
Pero el remedio es más servicio público, más programas de calidad, situar los buenos contenidos y los buenos programas en horarios dignos, elaborar parrillas más equilibradas. También más producción propia, menos programas externalizados, caros, que suponen un trasvase de dinero público a presentadores estrella y grandes productoras que precarizan las condiciones de trabajo y que ahogan a las pequeñas producciones andaluces. Dar un papel más activo a las trabajadoras y trabajadores de la plantilla, democratizar las decisiones. Y, sobre todo, más participación de la sociedad, más permeabilidad, más garantía de acceso de entidades, organizaciones, ciudadanas y ciudadanos, a su radio y a su televisión. Más preguntarle a la ciudadanía andaluza qué quiere de su radiotelevisión pública y más pedirle y permitirle que participe en ella.
Solo así Canal Sur seguirá siendo “La nuestra”. Por eso, las trabajadoras y trabajadores nos estamos movilizando contra los recortes pactados entre el gobierno y la extrema derecha. Hemos realizado asambleas, concentraciones, hemos recabado apoyos de la sociedad civil, hemos organizado actos reivindicativos, nos hemos movido en redes sociales y hemos convocado una huelga para los días 22 y 23 de diciembre, coincidiendo con el debate presupuestario en el Parlamento. Ojalá no haya necesidad de materializar esa huelga, porque no se produzca el recorte. Pero si la amenaza al servicio público continúa, nos tendrán enfrente. Y esperamos que las ciudadanas y ciudadanos estén con nosotros, porque esto no es un ataque a la plantilla, es un ataque a Andalucía.
Grupo motor de Periodistas de CCOO en Andalucía (plataforma de periodistas afiliados a CCOO cuyo objetivo es trabajar por un periodismo veraz que difunda los valores de clase y solidaridad)
Eva Rodrigo
Margarita García García
Paca Moya
Miguel Ángel Gea
Juan Carlos López
Nelson López de la Cal
Roberto Lakidain
Las vecinas y vecinos de Marchena, un pueblo de la campiña sevillana, explicaban el otro día en el informativo de Canal Sur las dificultades que tenían con el suministro de agua a causa de la contaminación por benceno. Al día siguiente, podíamos ver a los trabajadores andaluces en Gibraltar vacunándose contra el coronavirus; los primeros en hacerlo en la península. Y un reportaje sobre una empresa de Almería pionera en tecnología de reconocimiento facial. Probablemente, estos vecinos, trabajadoras, estas empresas y muchas asociaciones y representantes de la sociedad civil andaluza no habrían salido nunca en televisión o en radio si no existieran la radio y la televisión públicas de Andalucía. Ese es el papel que ha tenido Canal Sur en más de treinta años de historia y que todavía tiene: dar voz a las andaluzas y andaluces en todos los rincones de un territorio de más de 87.000 km², similar al de un país como Portugal. Y de esa forma, vertebrar Andalucía, una comunidad autónoma inmensa, variada y plagada de singularidades económicas, lingüísticas, culturales y sociales. Que además, no nos olvidemos, tiene dos millones de personas emigradas, viviendo fuera de sus fronteras, que solo tienen acceso a la realidad andaluza a través de la señal emitida para ellas por la radio televisión pública.
Andalucía es, por tanto, una comunidad que hoy tiene una identidad propia en gran parte gracias a la labor de Canal Sur, con sus errores y sus aciertos, sus deficiencias y sus virtudes.