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El ficus de San Jacinto en Sevilla, más que un árbol

Javier García

Secretario de Comunicación de Podemos Andalucía —
16 de agosto de 2022 20:29 h

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Este martes 16 de agosto comenzaron los trabajos de poda del centenario ficus de San Jacinto, previos a la tala definitiva de este árbol monumental. El gobierno municipal, escudado en el argumento de la seguridad, ha otorgado la licencia de apeo solicitada por la parroquia. Sin embargo, un informe municipal concluye que, “siempre y cuando se tomen medidas de conservación, no sería necesario el apeo”.

El problema, al parecer, reside en que las tareas de conservación deben recaer en la propia parroquia, propietaria del atrio (público hasta 2012) donde se alza el fabuloso árbol. Algo que los dominicos no están dispuestos a satisfacer por los costes que comporta. Arguyen, además, que han pagado hasta 30.000 euros en indemnizaciones por la caída de ramas y que el árbol también ha dañado a la iglesia, que es un Bien de Interés Cultural (BIC) con más de 300 años de historia. Por su parte, el Ayuntamiento se niega a cumplir con las tareas de mantenimiento “puesto que el árbol está en un terreno particular”. Así las cosas, la dejadez de unos y la inoperancia de otros, a menos que ocurra un milagro de última hora, sentencian a muerte al extraordinario ficus de Triana.

Y todo se precipita en pleno agosto, un mes muy proclive a los atropellos y abusos, dada la ausencia de ciudadanía por las vacaciones de verano. La celeridad con la que se está actuando indica un temor a abordar el problema en los próximos meses con la seriedad y rigor que merece ante la oposición de buena parte de la población y la proximidad electoral.

No sorprende, en absoluto, que la administración local se inhiba de esta manera de su obligación de proteger el patrimonio arbóreo de la ciudad. Sus actuaciones en los últimos años marcan un trazado muy contestado y denunciado por ecologistas y plataformas en defensa de la naturaleza. Sevilla se ha convertido en sinónimo de arboricidio y ya son muchas las ocasiones en que la solución siempre pasa por la consabida tala. Muchas calles y plazas de Sevilla han sido testigos de tales desmanes.

Hay otra manera de hacer las cosas, centrada en los cuidados, pensando en la mayoría social y protegiendo nuestro entorno natural. El árbol se ha convertido en la metáfora de un modelo de ciudad que hace aguas

Sevilla y su patrimonio se pueden gestionar de otra manera. No siempre hay que acudir a la venta de lo público para favorecer intereses privados, como en la Gavidia o Altadis. No siempre hay que apostar todo al monocultivo del turismo construyendo hoteles. No siempre hay que externalizar servicios públicos. Hay otra manera de hacer las cosas, centrada en los cuidados, pensando en la mayoría social y protegiendo nuestro entorno natural. El árbol se ha convertido en la metáfora de un modelo de ciudad que hace aguas.

El ficus de Triana, traído de las Américas en 1913, es un árbol sano y su tala es evitable simplemente con un acuerdo entre la parroquia y el Ayuntamiento para su cuidado y conservación. Aquí no se trata de elegir entre la iglesia y el árbol porque la convivencia es perfectamente posible. Se trata de diálogo y voluntad política. Se trata de escuchar a la ciudadanía que se ha manifestado de manera rotunda: más de 50.000 firmas recogidas a través de la plataforma Change.org. Se trata de poner en valor el sentido común y no acudir siempre a lo fácil.

El gobierno municipal debe ponerse a trabajar de inmediato para evitar la tala, retirando la licencia de apeo y abriendo el diálogo necesario con la parroquia, la ciudadanía movilizada y expertos en arbicultura, con objeto de encontrar las soluciones que permitan la supervivencia del ficus, la conservación del BIC y la seguridad de las personas. Haberlas, haylas.

Este martes 16 de agosto comenzaron los trabajos de poda del centenario ficus de San Jacinto, previos a la tala definitiva de este árbol monumental. El gobierno municipal, escudado en el argumento de la seguridad, ha otorgado la licencia de apeo solicitada por la parroquia. Sin embargo, un informe municipal concluye que, “siempre y cuando se tomen medidas de conservación, no sería necesario el apeo”.

El problema, al parecer, reside en que las tareas de conservación deben recaer en la propia parroquia, propietaria del atrio (público hasta 2012) donde se alza el fabuloso árbol. Algo que los dominicos no están dispuestos a satisfacer por los costes que comporta. Arguyen, además, que han pagado hasta 30.000 euros en indemnizaciones por la caída de ramas y que el árbol también ha dañado a la iglesia, que es un Bien de Interés Cultural (BIC) con más de 300 años de historia. Por su parte, el Ayuntamiento se niega a cumplir con las tareas de mantenimiento “puesto que el árbol está en un terreno particular”. Así las cosas, la dejadez de unos y la inoperancia de otros, a menos que ocurra un milagro de última hora, sentencian a muerte al extraordinario ficus de Triana.