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Financiación, realidad material y cultura artificiosa en Andalucía
En un intento de favorecer la investidura de Salvador Illa en Cataluña y de salvar la continuidad de la mayoría pro-gubernamental en el Congreso, Pedro Sánchez ha aceptado los argumentos del candidato y de sus socios catalanes de incrementar la financiación de aquella Comunidad Autónoma aludiendo a la peculiaridad que define aquel territorio. Lejos de meterse en un charco de difícil salida en alusión a la España plurinacional, el argumento se ha centrado en la necesidad de adecuar las competencias asumidas por aquella Comunidad y sus necesidades financieras.
Al respecto de las peculiaridades en España, vengo años diciendo que este país, más que plurinacional es pluricapitalista, y lo lleva siendo desde hace muchos siglos, y que Andalucía, junto con Extremadura y Canarias, forma parte del pelotón de las regiones atrasadas, empobrecidas, por el arraigo de instituciones formales e informales construidas para favorecer a las élites y a sus clases subalternas “muy españolas y mucho españolas”. Frente esta realidad, empíricamente demostrable a poco que se consulten los datos, lo peor del caso es que los andaluces, como decía Ortega y Gasset, actuamos como comparsas de un ballet con música y coreografía que explicita el ethos narcisista que desde siempre se han esforzado en difundir los señoritos locales, ahora representados por Moreno Bonilla.
Un reciente estudio de la OCDE sobre el nivel de satisfacción de los andaluces con su vida, ofrecen los siguientes resultados. Los andaluces otorgaban un 1 al empleo, un 2 a la renta familiar, un 3 a la escuela; por encima del 5, y aún notables, se puntuaban las variables relativas a las relaciones sociales, a la convivencia y al buen vivir. Existe pues un más que evidente contraste entre los valores generados por la realidad material de los andaluces y la cultura artificiosa e inducida por los narcisos. En Andalucía no avanzaremos, ni se conseguirá avances en materia de financiación, hasta que la cultura arraigada en las necesidades de la mayoría se imponga a peculiaridad festera y darwinista que propalan las élites y sus subordinados.
Está por ver cómo afectaría a Andalucía el actual movimiento de fichas a la ley vigente de financiación que data de 2009, y me pregunto si merece la pena pedir más dinero, buscando la equiparación con el resto de comunidades autónomas, si Moreno se lo va a traspasar a sus amiguetes, ensanchando más de lo que ya están las desigualdades sociales entre andaluces
El parlamento aprobó en 2018, por abrumadora mayoría, los criterios para que los recursos financieros transferidos a la Comunidad Andaluza garantizaran la equiparación de sus infradotados servicios públicos a los del resto de España. Hay que resaltar el término “servicios públicos” porque Moreno Bonilla, haciendo de Robin Hood al revés, emplea las dotaciones financieras para darle a los ricos lo que le quita a los pobres. Los demoledores argumentos de Inmaculada Nieto y de Irene García en el último pleno del Parlamento Andaluz lo han dejado meridianamente claro.
Hoy, en 2024, está por ver cómo afectaría a Andalucía el actual movimiento de fichas a la ley vigente de financiación que data de 2009, y me pregunto si merece la pena pedir más dinero, buscando la equiparación con el resto de comunidades autónomas, si Moreno se lo va a traspasar a sus amiguetes, ensanchando más de lo que ya están las desigualdades sociales entre andaluces. La financiación que necesitamos y la peculiaridad idiosincrásica que la avale tienen que salir de la convicción del atraso relativo, de la evidente desigualdad social, de la mala calidad de las instituciones de esta variedad de capitalismo, de la necesidad de ejercer la soberanía sobre los recursos propios y sobre los que se generen aquí, porque, llegado a este caso, quizás no haga falta mendigar transferencias de comunidades ricas, sino, simplemente, aplicar bilateralmente nuestro propio “concierto”.
En un intento de favorecer la investidura de Salvador Illa en Cataluña y de salvar la continuidad de la mayoría pro-gubernamental en el Congreso, Pedro Sánchez ha aceptado los argumentos del candidato y de sus socios catalanes de incrementar la financiación de aquella Comunidad Autónoma aludiendo a la peculiaridad que define aquel territorio. Lejos de meterse en un charco de difícil salida en alusión a la España plurinacional, el argumento se ha centrado en la necesidad de adecuar las competencias asumidas por aquella Comunidad y sus necesidades financieras.
Al respecto de las peculiaridades en España, vengo años diciendo que este país, más que plurinacional es pluricapitalista, y lo lleva siendo desde hace muchos siglos, y que Andalucía, junto con Extremadura y Canarias, forma parte del pelotón de las regiones atrasadas, empobrecidas, por el arraigo de instituciones formales e informales construidas para favorecer a las élites y a sus clases subalternas “muy españolas y mucho españolas”. Frente esta realidad, empíricamente demostrable a poco que se consulten los datos, lo peor del caso es que los andaluces, como decía Ortega y Gasset, actuamos como comparsas de un ballet con música y coreografía que explicita el ethos narcisista que desde siempre se han esforzado en difundir los señoritos locales, ahora representados por Moreno Bonilla.