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Libres e iguales: por una ley andaluza LGTBI

Mario Jiménez

Portavoz del PSOE en el Parlamento de Andalucía —

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No hay libertad plena sin igualdad real. Y aunque hayamos avanzado mucho como sociedad y seamos, hoy por hoy, un país más tolerante, aún hay hombres y mujeres, adultos, adolescentes, también niños, que viven con miedo, sintiendo en sus entrañas la amenaza de verse señalados, discriminados, insultados e incluso agredidos físicamente por su orientación sexual o su identidad de género.

Nuestro deber es responder a esta realidad con la misma firmeza con la que la sociedad se ha plantado y ha dicho BASTA YA ante el drama de la violencia de género. En este terreno, queda mucho por conseguir, pero hemos empezado a recorrer el camino con un primer paso fundamental: la repulsa generalizada de todos.

Y para ello, igual que hicimos en 2007 con una Ley de igualdad entre hombres y mujeres, consideramos fundamental actuar en el plano legislativo y poner en marcha una Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación por razón de orientación sexual o identidad de género en Andalucía.

Hemos de conseguir que la violencia homofóbica o transfóbica genere la misma repulsa social que la violencia machista. Porque todas las víctimas de maltrato, sea cual sea el origen de la discriminación o la desigualdad, tienen que sentirse protegidas y amparadas por la Ley, conocer los instrumentos a su alcance, y percibir con nitidez la sensibilidad y la cercanía de la Administración.

Y para que esto sea posible es preciso avanzar en el plano legislativo. Ya en 2015 el Grupo Socialista impulsó en el Parlamento andaluz una iniciativa en este sentido que contó con el respaldo unánime de todas las fuerzas políticas. Ahora promovemos una Proposición de Ley que pretende garantizar la igualdad y ofrecer mecanismos para prevenir y evitar cualquier tipo de discriminación que pueda afectar a personas LGTBI.

El proyecto de Ley se ha diseñado con un enfoque integral para actuar desde múltiples frentes y se ha formulado desde el diálogo y la interlocución con las entidades y organizaciones representativas del colectivo LGTBI.

Su aprobación permitirá poner en marcha acciones y políticas públicas en el ámbito educativo, social, judicial, laboral, sanitario y económico con el objetivo de prevenir cualquier tipo discriminación y erradicar la LGTBIfobia.

En los últimos años hemos dado pasos importantes, se ha avanzado en la visibilización y, celebrándola, tenemos que ser conscientes de la posibilidad de que esta visibilidad genere intolerancia. Por eso es tan importante combatirla desde el principio.

Hemos reconocido derechos con leyes tan importantes como la Ley del Matrimonio Homosexual y respondido a las demandas de las personas, entidades y colectivos LGTBI, pero queda mucho por hacer… y los datos lo demuestran.

Delitos de odio

La Federación estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT) ha alertado de que en 2015 se han duplicado las denuncias de menores víctimas de este tipo de delitos de odio.

El informe de esta organización se hace eco de las 107 denuncias que se formularon en toda España en 2015. Más de la mitad de las víctimas pertenecen al grupo comprendido entre los 18 y los 35 años.

Llama la atención que casi la mitad de las personas agredidas declararon que la atención que recibieron por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad no fue del todo satisfactoria.

Hay más motivos de alarma. El estudio LGBT-fobia en las Aulas 2015, elaborado por COGAM COGAM (Colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales de Madrid) ha detectado que el 60% del alumnado en centros madrileños es testigo de agresiones LGTB-fóbicas, que sufren tanto adolescentes LGTB como todas aquellas personas que no reproduzcan los estereotipos de género de masculinidad y feminidad tradicional.

Una gran parte del profesorado no sabe qué hacer, y el 51% del alumnado piensa que sus profesores no hacen nada. La mitad del alumnado siente que su familia no le aceptaría si fuera homosexual, bisexual o transexual.

No podemos mirar para otro lado. Urge una respuesta firme y decidida de toda la sociedad ante este tipo de comportamientos.

Y tenemos que hacerlo para prevenir casos como los que, desgraciadamente, hemos conocido en fechas recientes:

Las brutales amenazas lanzadas a Carla Antonelli, diputada socialista.

O las 49 víctimas mortales del brutal ataque homófobo en el club Pulse de Orlando.

Decía Simone Weil, filósofa y activista francesa que “La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma cantidad de respeto y de atención se debe a todo ser humano, porque el respeto no tiene grados”.

No hay libertad plena sin igualdad real. Y aunque hayamos avanzado mucho como sociedad y seamos, hoy por hoy, un país más tolerante, aún hay hombres y mujeres, adultos, adolescentes, también niños, que viven con miedo, sintiendo en sus entrañas la amenaza de verse señalados, discriminados, insultados e incluso agredidos físicamente por su orientación sexual o su identidad de género.

Nuestro deber es responder a esta realidad con la misma firmeza con la que la sociedad se ha plantado y ha dicho BASTA YA ante el drama de la violencia de género. En este terreno, queda mucho por conseguir, pero hemos empezado a recorrer el camino con un primer paso fundamental: la repulsa generalizada de todos.