- Vecinos barajan crear una plataforma en apoyo a los 22 detenidos e imputados por los disturbios callejeros y para, a su vez, convocar otras manifestaciones de manera legal.
No llega la tranquilidad a Estepa (Sevilla). Una nueva protesta pone de manifiesto la “calma tensa” en la que vive inmerso el municipio desde que una concentración espontánea derivase –el sábado 5 de julio– en disturbios callejeros, con varias viviendas asaltadas y dos incendiadas. “No es un caso de racismo”, repiten los vecinos, que piden “más seguridad ciudadana” y que Los Chorizos, a quienes culpan de una oleada de robos, no regresen a la localidad. Unas 300 personas volvieron a congregarse en la rotonda de La Mantecaera, vigilados en todo momento por un amplio despliegue policial.
El propio Ayuntamiento avisó un día antes mediante un comunicado de que la Subdelegación del Gobierno en Andalucía “no ha autorizado ninguna concentración”. El dispositivo de seguridad no actuó, finalmente, para disolver la manifestación. Los vecinos culpan de dejadez “a las autoridades” y plantean que la solución “no pasa porque vuelvan a Estepa” las familias acusadas. Barajan, incluso, crear una plataforma ciudadana en apoyo a los 22 detenidos e imputados que sirva, además, como soporte para convocar nuevas manifestaciones de manera legal.
“Los Choris se curan corgao”, reza una pintada
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Mientras, a escasos metros de la concentración una pintada rezaba amenazante: “Los Choris se curan corgao”. En la última semana, Estepa se ha colocado como uno de los puntos informativos por un caso envuelto en una incertidumbre: ¿simple estallido violento o connotaciones racistas? Numerosos colectivos gitanos han mantenido reuniones con el Ayuntamiento o manifestado su preocupación por los sucesos que acabaron con la expulsión de una parte del clan de Los Chorizos.
“Aquí no hay racismo, lo que ha ocurrido con ellos es porque han robado”, justifica un estepeño. El propio Consistorio niega el extremo: “la integración del pueblo gitano es una realidad” en Estepa y lamenta “que se pretenda dar otra imagen de los vecinos”. Se trata de “un pueblo tranquilo”, insisten. “Hay rumanos, sudamericanos, chinos, árabes… y no pasa nada, si vas con la legalidad nadie se mete contigo”. “No me gustaría tenerlos otra vez aquí, que les den una casa pero cuanto más lejos mejor”, apostilla una vecina. “Lo que queremos es que la autoridad ponga pie en pared y pare esto”, dice otro.
Entonces, ¿qué ocurrió el sábado anterior? “La gente está harta de que le roben y no pase nada”, sostienen. ¿Justifican lo ocurrido, el saqueo e incendio de varias viviendas? “El tema se salió de madre por el calentón de la gente, el pueblo estalló”. “Se fue de la mano, los nervios se desquiciaron”, confiesa una mujer. “No estuvo bien, pero cuando las autoridades no hacen nada te sientes indefenso”. Los concentrados piden, por eso, “más seguridad ciudadana y presencia policial”. Y mano dura: “aquí era entrar en el Juzgado y salir al rato riéndose”. El foco apunta de manera inexorable a las familias. “Lo llevan en la sangre”, sentencia un vecino.
“Los abuelos” de Los Chorizos, cuentan, “han vivido aquí siempre y están muy bien mirados, pero son los nietos los que están haciendo de todo”. Las casas incendiadas continúan vacías, aunque hay quien dice haber visto “a algunos por el pueblo, dicen que han pasado para ver cómo está la cosa”. Aún es una incógnita si las familias regresarán. La tensión se palpa, hay 22 vecinos en libertad con cargos e imputados por el asalto a viviendas. Dos miembros del clan han entrado en prisión.
El pueblo se muestra rígido y plantea nuevas movilizaciones. Quieren impedir el retorno de Los Chorizos a sus casas. “Todo volvería a estar igual”, sostienen, “y desde el otro día ya no ha habido más robos”. Ese, dicen, es el germen de la tensión, de la “calma tensa” que apunta un estepeño, “y no el racismo”. “Los medios de comunicación –subraya un estepeño– tienen la culpa de que se esté hablando de Estepa como un pueblo racista”.