La pava de Cazalilla es un clásico del mes de febrero. Este municipio jiennense –que en 2012 apenas superaba los 900 habitantes- tiene por costumbre asistir a la suelta de un ejemplar hembra de este ave desde el campanario de la iglesia cada 3 de febrero, día de San Blas, el patrón de la localidad. Y un clásico es también que Asanda, Asociación Andaluza para la Defensa de los Animales, interponga una denuncia contra esta práctica.
La de este año ya la están preparando los servicios jurídicos del colectivo. Dan por hecho que se repetirá la escena: cientos de personas –un número mayor que los habitantes del pueblo- se congregan a los pies del campanario de Santa María Magdalena para esperar a que el animal planee hasta donde pueda. A veces sólo hasta el tejado más próximo.
Dice la tradición que quien capture a la pava tendrá suerte garantizada para todo el año. Pero como las supersticiones siempre generan subproductos mágicos, hay quien se conforma con llevarse alguna que otra pluma como recuerdo y por si acaso.
Para Asanda, el animal sufre estrés por enfrentarse a una situación que no le es habitual, volar, y hacerlo ante una multitud que jalea el vuelo. El desplume es un añadido. Aurora Guerra, la presidenta de la asociación en Andalucía señala directamente al Ayuntamiento y a la Junta como responsables de esta singular celebración “porque permiten el acceso al campanario y permiten que se realice la colecta pública”
Esa colecta se hace para satisfacer la multa que los promotores dan por hecha. Hasta ahora, la sanción nunca ha sobrepasado los 2.001 euros, el mínimo que establece la Ley 11/2003 en el apartado de infracciones muy graves, la Ley 11/2003en el que la multa máxima por “el uso de animales en fiestas o espectáculos en los que éstos puedan ser objeto de daños, sufrimientos, tratamientos antinaturales, malos tratos o en los que se pueda herir la sensibilidad del espectador” es de 30.000 euros.
Eldiario.es/Andalucía ha intentado, sin éxito, contactar con el alcalde del municipio, Juan Balbín. No obstante, en los últimos años la convocatoria de la fiesta de la pava ha dejado de integrarse en el programa de festejos, aunque sí se mantiene una entrada en la web municipal a esta peculiar costumbre cazalillera.
La Junta de Andalucía, por su parte, ha señalado a través de su gabinete de comunicación que “no puede actuar ni sancionar de forma preventiva, en tanto no se produzca el hecho”. El hecho es la tarde de San Blas y todo apunta a que el martes, día 4, llegará a la Delegación de Agricultura una denuncia por maltrato animal, al que seguirá la incoación de expediente y la resolución con la correspondiente multa, para la que los vecinos suelen reunir fondos en una colecta pública.
Asanda pide sanciones más contudentes o más vigilancia para suprimir la fiesta. “Si la guardia civil no permite el acceso al campanario, o el Ayuntamiento o la iglesia no dejan la llave... Es sencillo ¿cómo no lo van a poder prohibir?”, interroga Guerra.
El caso es que decenas de municipios andaluces tienen prácticas festivas en las que someten a los animales a diferentes ‘juegos’, según Asanda. La tradición taurina hace que sean las vaquillas las protagonistas de buena parte de estos festejos. En Ohanes (Almería) obligan a los astados a seguir la procesión de San Marcos y doblar las rodillas a los pies del santo. Las palomas tampoco escapan. Literalmente. En Alcalá de Guadaira tienen la costumbre de pasear cuatro ejemplares amarrados al trono de la Virgen del Águila. Pura devoción.