Los romanos fueron los primeros en obtener pequeños sillares arcillosos junto al gran río andaluz y los árabes perfeccionaron un oficio que se mantiene hasta hoy en un pequeño reducto de fábricas y hornos de aspecto megalítico.
La etapa contemporánea de “apogeo” del ladrillo rústico fabricado en Coria del Río (Sevilla) y en otros lugares como la Vega de Triana fue la primera mitad del siglo XX, sobre todo en torno a la Exposición Universal de 1929 y la construcción de gran parte del centro de Sevilla.
En la actualidad, el número de pedidos dista de otras épocas y la producción intenta paliar el lastre del impacto ambiental con el reciclaje de madera.