Espadas convierte la ejecutiva del PSOE andaluz en un “Gobierno en la sombra” para recuperar el poder

Daniel Cela

7 de noviembre de 2021 19:46 h

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La mastodóntica estructura de la nueva ejecutiva del PSOE andaluz, que ha salido elegida del 14 congreso regional con el 84% de los votos, se parece más a “un Gobierno en la sombra” que a la cúpula clásica de un partido político. Tiene 60 miembros, frente a los 48 de la anterior dirección, pero no está pensada para grandes reuniones plenarias de todos ellos, sino para repartirse el territorio y las áreas de gobierno en pequeños equipos de trabajo a modo de “comité electoral”. Las elecciones andaluzas están a la vuelta de la esquina y el PSOE andaluz, sin catarsis ni ejercicio de constricción tras perder el Gobierno después de 37 años en el poder, se ha dado un chute de adrenalina para salir de la modorra en la que lleva instalado en la oposición durante tres años.

El nuevo secretario general, Juan Espadas, se ha rodeado de un equipo de 60 personas y a cada uno le ha asignado una responsabilidad muy concreta. Los subniveles de la ejecutiva -47 secretarías- están pensados como el escalafón de la consejería de un Gobierno: con consejeros, viceconsejeros y directores generales. El núcleo duro lo conforman las nueve áreas que van a conformar la dirección permanente, dirigidas por las personas de confianza de Espadas: Política Territorial; Transformación económica y digital; Igualdad, Equidad y Justicia Social; Transición ecológica justa y Cambio climático; Ciudadanía y derechos sociales; Institucional; Corporativa; Comunicación, y Acción Electoral.

No es un equipo con vocación a reunirse en pleno, todos juntos, sino de crear equipos sectoriales sobre empleo, igualdad, educación, sanidad... y delimitado territorialmente, para obtener las respuestas que se necesitan en las grandes urbes, pero también en municipios pequeños de menos de 20.000 habitantes. Es la ejecutiva con más alcaldes y concejales de la historia del PSOE, no sólo por la impronta municipalista que quiere darle Espadas -aún regidor de Sevilla- sino porque son los ayuntamientos donde reside el último y más fuerte bastión de poder institucional de los socialistas andaluces. Gobiernan en el 58% de los 785 municipios de Andalucía y en seis de las ocho diputaciones provinciales. Tienen 46.000 militantes y 800 casas del pueblo.

Detrás del equipo de Espadas estará la Moncloa y el presidente del Gobierno. Pedro Sánchez se ha reconciliado con la federación andaluza a costa de asumir el control orgánico con la designación del nuevo secretario general, que ha terminado por sepultar la carrera política de Susana Díaz. Ahora las andaluzas serán la siguiente cita en el calendario electoral y el presidente necesita que el tradicional granero de votos socialistas -aportan 61 diputados al Congreso- despierte de su letargo y sume en favor de su Gobierno. Las encuestas castigan la gestión de Sánchez durante la pandemia, y los comicios de Madrid fueron un golpe mortal para los socialistas y un revulsivo para el PP de Pablo Casado. Los ministros y el propio presidente van a involucrarse en las próximas andaluzas conscientes de que serán la antesala de las generales. Espadas anunciará esta semana su hoja de ruta para dejar la Alcaldía, una vez logre cerrar el Presupuesto municipal con Adelante Sevilla, para centrarse de lleno en el partido.

“Movilización y orgullo”

Esta es la explicación oficial de una ejecutiva novedosa que ha sorprendido a muchos de los asistentes, y que se cerró muy entrada la madrugada del domingo, contra lo que había previsto el propio Espadas. Es la primera vez que el PSOE andaluz afronta un congreso estando en la oposición y con unas elecciones en la nuca. La movilización y la necesidad de tensionar a la militancia y sacarla de la apatía post derrota era el primer objetivo de este cónclave. Un mensaje de puertas para adentro. El éxito político del partido depende de cuántos de ellos han salido convencidos de que pueden doblegar todas las encuestas que apuntan a una tendencia al alza del PP y una consolidación del perfil moderado del presidente Moreno. “Los andaluces han perdido el miedo a que gobierne la derecha”, se lamentan en los pasillos.

Son muchos los que dicen que la mejor candidata para dar la sorpresa en las elecciones es Macarena Olona, diputada de Vox en el Congreso, y posible cartel de la extrema derecha en Andalucía. El perfil duro de Olona agudizaría el escenario de polarización en beneficio de un rearme de la izquierda, que en 2018 dejó a 700.000 votantes en casa (el PSOE perdió 400.000 votos y Adelante Andalucía casi 300.000).

Para lanzarse al ruedo con energía, el otro gran cometido de este congreso era la unidad. “Somos una familia, saldremos de aquí como una piña. Ningún compañero enfrentado a otro. Lo demás no importa”, dejó dicho Espadas en la clausura del congreso. El presidente del Gobierno y líder federal, Pedro Sánchez, también advirtió a la militancia andaluza sobre los riesgos de la desunión interna. Algunos vieron en sus palabras una referencia directa a la pugna interna entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, otros interpretaron que Sánchez estaba cerrando el último capítulo de una historia de guerras fratricidas en el PSOE que empezó seis años atrás, cuando le espetó a Susana Díaz aquella frase durante un mitin en Vícar, Almería: “Susana, tú a San Telmo y yo en Moncloa”. El madrileño ha terminado llegando a Moncloa a fuerza de pelearse con todo el mundo, sobre todo los suyos, y ha culminado este 14 congreso con la constatación de que la federación andaluza está bajo su control. “Juan, tú en San Telmo y yo en Madrid”, dijo el domingo, recuperando aquella frase.

El cónclave de Torremolinos (Málaga) ha tenido dos lecturas, porque nadie entendía que la unidad iba a fraguarse tan rápido y tan fuerte tras unas primarias en las que el ganador ha sido la persona señalada por Ferraz y la perdedora la ex presidenta de la Junta. “Yo entregué un partido en buena forma y ahora vengo a ayudar”, dijo Díaz, que asistió como invitada a la clausura, a petición de Espadas. La otra explicación de que la nueva ejecutiva del PSOE-A haya adquirido una dimensión tan abultada es que es el resultado de haber tratado de cerrar heridas con el susanismo desplazado y apaciguar los congresos provinciales que se celebrarán en unas semanas, y en los que las distintas familias sanchistas libran una batalla por el poder real.

Este lunes expira el plazo para presentar las precandidaturas a los congresos provinciales y las largas jornadas de negociación en el congreso se han centrado en buscar candidaturas de unidad. Se logró en Cádiz, una de las plazas más revueltas que llegó al congreso, y que ha finalizado con un acuerdo entre el alcalde de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix (futuro secretario general), y el regidor de Rota, Javier Ruiz Arana (su número dos). Con todo, aún es probable que haya primarias en Huelva entre la presidenta de la Diputación, Maru Limón, y el alcalde de la capital onubense, Gabriel Cruz; en Almería, entre el actual líder, José Luis Sánchez Teruel, y la diputada en el Congreso, Sonia Ferrer; o incluso en Sevilla, pero a Espadas ya no le preocupan estos lances porque cree que no retratan un “choque de trenes”, sino “una pugna legítima en la que decidirán los militantes”.

Chaves y Griñán, borrados

El 13 congreso del PSOE andaluz, hace cuatro años, arrancó con el abrazo de la secretaria general, Susana Díaz, a sus predecesores, los ex presidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Ninguno de los tres estuvo presente el sábado en el arranque del 14 congreso del partido en Torremolinos, el del “relanzamiento” del PSOE-A, el que viene a “resetear el proyecto político”.

El reinicio del PSOE andaluz se ha remontado 44 años, volviendo a aquel Torremolinos donde se celebró el congreso constituyente de la federación andaluza. Cuando el nuevo secretario general ha vuelto a encender su ordenador, ha recuperado las figuras de los primeros líderes del PSOE-A, José Rodríguez de la Borbolla [1977-1988] y Carlos Sanjuán [1988-1994], pero se han perdido todos los años de Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, que suman 29 años de gobiernos en Andalucía. Los dos primeros fueron condenados por el macrofraude de los ERE, una sentencia recurrida ante el Supremo. Díaz es quien ocupaba el Gobierno andaluz cuando se lo arrebató la derecha.

En los pasillos del Palacio de Congresos de Torremolinos, donde se han congregado 2.000 socialistas este fin de semana, los organizadores han colocado grandes murales con fotografías en blanco y negro de Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, Rafael Escuredo, Carme Chacón, Pedro Sánchez... pero ninguna imagen de Chaves ni de Griñán ni de Díaz, borrados de la historia socialista como Trotsky de las memoria de la Unión Soviética.

El PSOE quiere “reconquistar” el futuro sin mirar a su pasado. No ha habido catarsis ni autocrítica ni rendición de cuentas ni informe de gestión ni nada. “Esto es un macromitin de campaña”, es la sensación más generalizada, de una veintena de delegados consultados. La pesada losa de la “herencia recibida”, con la que el Gobierno de Moreno ha aplastado a lo socialistas en la oposición durante tres años. Los susanistas han acudido deslavazados al congreso y con aire despreocupado, sin apenas interés por quién ocupará su puesto en la ejecutiva. “Sólo espero que salgamos cohesionados. Sin cohesión, el PSOE no va a ninguna parte”, dice uno de los veteranos en la guardia de corps de Díaz.

Ese elefante inmenso en el garaje que representaba el borrado de los ex presidentes Chaves y Griñán fue corregido, en parte, por el propio Espadas en la clausura del congreso, cuando aludió a ellos pero sin nombrarles. “Estoy orgulloso de esos gobiernos socialistas, con mi gente, con la que trabajé, con la que colaboré, y a los que quiero. Hoy con Susana Díaz, pero también con todos los demás. Lo digo alto y claro. El PSOE se merece un respeto”, dijo, agradeciendo su “esfuerzo y sacrificio” a la ex presidenta, en primera fila.

Pulso en los congresos provinciales

En realidad, no ha sido un congreso en el que se hayan peleado por entrar en la ejecutiva regional, como tradicionalmente eran los cónclaves socialistas cuando tenían en su mano el BOJA, el Gobierno y la capacidad para contratar. Más bien al contrario. Los puestos de más peso orgánico estaban decididos y anunciados de antemano. La jienense Ángeles Férriz será quien más poder político concentra, es la portavoz parlamentaria socialista y la nueva vicesecretaria general; el alcalde de Maracena, el granadino Noel López, es el secretario de Organización; el nazareno Francisco Rodríguez, número dos del todopoderoso alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, es el secretario de Política Territorial...

Espadas ha usado el segundo nivel del organigrama del partido para apaciguar los congresos provinciales, pero no lo ha logrado en todos los sitios donde le hubiese gustado. Ha recibido más de un dirigente que le ha dicho no. Y más de dos. Los secretarios provinciales de Sevilla (Verónica Pérez), Cádiz (Irene García), Córdoba (Antonio Ruiz) y Málaga (José Luis Ruiz Espejo) han aceptado apartarse y propiciar una candidatura de unidad en sus territorios, a cambio de integrarse en la nueva ejecutiva regional. Pero tras ellos ha quedado algún desgarro, de algún precandidato que recibió el apoyo de Espadas y luego lo perdió en el camino.

En los pasillos y recovecos del hotel Pez Espada no se discutía tanto el equipo regional que saldrá a batirse en una campaña electoral kamikaze contra el vigorizado PP de Moreno Bonilla, como las cuitas provinciales que están por venir.

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