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El éxito de los nuevos partidos obliga a los tradicionales a buscar fórmulas más democráticas

Los resultados de las europeas del pasado 25 de mayo han obligado a una reflexión en los partidos tradicionales en torno a sus mecanismos de funcionamiento y en poco tiempo hemos visto a IU en Andalucía convocando primarias abiertas para elegir a su candidato a las autonómicas por primera vez en la historia de la federación, para el próximo 5 de julio, y cómo el PSOE ha improvisado un reglamento para consultar a toda su militancia sobre la elección del secretario general el 13 de junio, mientras todavía mantiene en el aire su compromiso de primarias abiertas, que ya han ensayado los socialistas de Francia o las federaciones de Valencia y Galicia. El éxito en las urnas de nuevas formaciones, sobre todo de Podemos, con sistemas más democráticos para la elección de sus líderes, ha llevado a que los clásicos se cuestionen sus propias reglas internas frente a una ciudadanía que cada vez reclama más participación y transparencia.

Frente a unos partidos jóvenes que han nacido con la democracia interna como inherente a su manera de funcionar, los tradicionales se enfrentan a estos cambios con no pocas dificultades. Basta con consultar la guía práctica que hemos elaborado para hacerse una idea de los mecanismos que usan. Otra cosa es que la clave del éxito en las urnas esté en esta reconversión, pero en general, los expertos opinan que es fundamental caminar hacia estos cambios, si bien entienden que la izquierda está más abiertas a ello que la derecha.

Hay una fractura visible en casi todas las convocatorias electorales que divide a los partidos entre vieja y nueva política. Como explica José Antonio Olmeda, decano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), “la vieja política implica el funcionamiento oligárquico clásico de control desde arriba ajeno a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación”. Por el contrario, “las fuerzas que se inscriben en la nueva política impulsan formas más participativas y representativas estructuradas por los nuevos medios característicos de la ciberpolítica (internet en general, Twitter, Facebook…)” y “junto a ello hay una tendencia a la transparencia como manera de afrontar la corrupción”.

En su opinión, la democracia interna es un imperativo: “Por eso Podemos ha hecho tanto daño electoral a IU y la dirección socialista no ha podido frenar el órdago de Eduardo Madina”. De todas maneras, recalca que pese a que “la democracia interna parece una condición necesaria” no es suficiente para triunfar en las urnas. “La ciudadanía pide receptividad a los partidos y utiliza el voto para enviar su mensaje. Esta comunicación opera con mayor claridad en las europeas pero aunque perviva como tendencia no será tan intensa en las próximas convocatorias electorales por el efecto del tamaño de las circunscripciones y en general del sistema. No es tanto moda como adaptación. La crisis como contexto acentúa la irritación de los ciudadanos. Si los grandes partidos no reaccionan a la corrupción ni cumplen sus compromisos la gente irá dejando de votarles”, continúa.

En términos parecidos se expresa Joan Font Fàbregas, director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Subraya que “hasta hace poco el PSOE temía” que una mayor democracia interna podía perjudicarle. “El único estudio serio que yo conozco demuestra que al PSOE le fue mejor donde hizo primarias locales que donde no las hizo”, recuerda. En cuanto a si es lo que exige la ciudadanía, es tajante: “Si les pides que elijan entre reducir el paro o primarias, quizás se quedarían con lo primero, pero no hay duda de que hay demanda de mayor democratización en general y de renovación de los partidos en concreto”.

Clave para los votantes de izquierda

Clave para los votantes de izquierda

De esto también saben en el Equipo Crac, un colectivo para la educación en la participación. Uno de sus portavoces, Antonio Moreno, considera que la democracia interna “es uno de los ejes de cambio en los partidos si quieren seguir contando con apoyo ciudadano en el heterogéneo y diverso arco de la izquierda”. En cambio, cree que la derecha no lo contempla debido a su cultura organizativa. “Sin embargo, la falta de participación, transparencia y contundencia a la hora de apartar a personas que han cometido delitos de corrupción, están entre las causas de la desafección política. Es evidente que una opción que incorpore el máximo de mecanismos de participación directa de sus militantes, simpatizantes y potenciales votantes, está en la senda de la mejora de los resultados, entre otras razones, porque el modelo organizativo de la sociedad de la información, poco tiene que ver con las estructuras diseñadas en los años 70”, subraya.

Lo que está claro es que estamos asistiendo a un resurgimiento de la política, entendida como la forma de organización de las personas en torno a necesidades y demandas, suponiendo un momento de ruptura frente a la lógica tecnocrática basada en la delegación representativa. “En realidad, la ciudadanía está en una disposición diferente, debido entre otros aspectos, a la imposibilidad de revocación de nuestros representantes frente a las promesas electorales incumplidas. Tampoco debemos olvidar el alto grado de abstención, que no dejan de ser un indicador de la falta de confianza en que sean los partidos quienes pueden revertir situaciones de desigualdad, injusticia y la enorme cantidad de problemas a los que nos enfrentamos”, prosigue en relación a este asunto.

Y cree que no hay vuelta atrás: “No incorporar nuevas formas de participación supone que la propia ciudadanía empieza a alejarse de las instituciones o entidades que nos le permite incidir en la toma de decisiones y el rumbo colectivo. Hoy más que nunca, la inteligencia colectiva es clave para resolver los problemas a los que nos enfrentamos y si hay organizaciones que siguen pensando que las soluciones pasan por liderazgos carismáticos, están dando la espalda a una realidad cada vez más evidente. La participación directa no es opcional, es indispensable para cualquier proyecto transformador”.

Ya lo advertían dos plataformas que promueven una reformulación de la Ley de Partidos. Por un lado la liderada por Luis Garicano, catedrático de Economía; el diplomático Carles Casajuana; la abogada del Estado Elisa de la Nuez; y el doctor en Economía César Molinas. Por otro, la plataforma Más Democracia, que cuenta entre sus fundadores con los exministros Jordi Sevilla y Josep Piqué, los catedrática Adela Cortina, Manuel Villoria, Fernando Vallespín y José Antonio Zarzalejos, entre otros. Con sus parámetros, suspendía el PP y UPyD, el PSOE aprobaba por los pelos e IU lo hacía con holgura. Parece que ya no bastan primarias. Tienen que ser primarias abiertas.