Sara Rojas

20 de abril de 2023 09:05 h

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“Cultura, tradición, vida en los pueblos, conservación de ecosistemas, de paisajes, productora de oxígeno, de agua, amortiguadora del cambio climático, la que previene los temidos incendios forestales, la que frena la desertización, la que nos recuerda lo que verdaderamente somos como especie”. Todo esto representa la ganadería extensiva según la define Marta Cornello, presidenta de la asociación Somos Sierra Norte de Sevilla, mientras pasea por su finca y habla de su profesión con el fervor de quien ama lo que hace y se resiste a perderlo.

La inquietud que verbaliza esta ganadera en nombre de sus compañeros nace del “momento crítico” que atraviesa el campo. “Y no es nada que coja por sorpresa, está siendo una muerte lenta más que anunciada”, asevera esta profesora que lleva desde 2019 dedicándose a su verdadera pasión, desde la convicción de que “el futuro sin la ganadería extensiva, pinta bastante mal”. Entre las “amenazas” que tienen en jaque a este tipo de manejo, se encuentran “los elevados costes de la materia prima” y “la falta de comida que ofrece el campo” derivada de la acuciante sequía meteorológica, que se considera ya la más intensa y duradera desde, al menos, los años 70, según los principales indicadores de seguimiento de situaciones de escasez hídrica.

Coyuntura que está “asfixiando” a ganaderos como Daniel González, cuyos gastos se han duplicado los últimos meses en la misma proporción que lo han hecho los precios: “Antes un saco de pienso valía 10,70 euros y ahora tenemos que pagar por lo mismo 21,60”, informa este trabajador del campo de 35 años, contemplando las vacas retintas que cría en su porción de pastos comunales en El Pedroso. “O comemos nosotros o comen ellas”, lamenta Daniel, que acaba de ser padre y baraja la opción de prescindir de algunas de ellas.

Pasos hacia una organización nacional

De hecho, Marta Cornello afirma que numerosos ganaderos - entre los que se incluye - se han visto forzados a reducir su ganado por no poder mantenerlo. Otros incluso han tenido que renunciar a sus explotaciones, tal y como evidencian los datos del censo que maneja la citada entidad ganadera. De acuerdo con Somos Sierra Norte de Sevilla, en los últimos 20 años ha desaparecido el 60% de las explotaciones familiares de pequeño y mediano tamaño, “que son las que limpian, pastorean y pueblan el campo” de todo el territorio español. La tendencia decreciente se mantiene todavía hoy, pues cada ejercicio, el censo continúa desplomándose en más de un 5%. De ahí que otro de los datos alarmantes a ojos de estos profesionales sea la desaparición en el Sistema de Información Geográfica de Parcelas Agrícolas (SIGPAC) de más de 2.000.000 de hectáreas de pastos permanentes desde el año 2018. “Pastos que ya no se pastorean por ganado y que irremediablemente terminarán ardiendo”, como advierten desde este colectivo.

Aún así, “a nivel político no se está haciendo absolutamente nada por la ganadería extensiva, sino todo lo contrario”, como lamenta Marta Cornello. Se refiere al malestar que ha generado la nueva Política Agraria Común (PAC) entre los ganaderos de extensiva, que esperaban una reforma “coherente” y se han topado con “un verdadero caos cargado de intereses y presiones que si no cambia, perjudicará seriamente al futuro de nuestro país”, según estima quien es miembro también de Ganaderas en Red y la Federación Española de la Dehesa, haciéndose eco de la denuncia de sus colegas.

“Cuando supuestamente pretenden ayudar, la machacan y la apuntillan aún más”, critica Cornello antes de aducir que en la nueva política agraria, la ganadería extensiva “vuelve a estar discriminada y sometida a requisitos y burocracia”, demostrando una vez más, a su juicio, “el desconocimiento total de la misma y el ninguneo que siempre ha existido”. Para Daniel, el problema radica en que las decisiones que conciernen al campo se toman “sentados en un despacho” y no sobre el terreno. A ello hay que sumar que “somos pocos y tristemente a la hora de la verdad no se nos tiene en cuenta”. Sin embargo, llegados a este punto, los ganaderos de toda la geografía española se han propuesto revertir la falta de representación como organización profesional agraria en las mesas de toma de decisiones, “dando pasos firmes para lograr esa unión tan necesaria y tajante que nos permita tener voz y voto en los temas que nos afectan a través de una nueva asociación nacional”, tal y como avanzan en exclusiva a elDiario.es Andalucía.

Luchando contra titanes

Una de las grandes afectadas por la peor escasez hídrica del último medio siglo es Carmen Bendala, que lleva 40 años dedicada en cuerpo y alma a su finca ecológica de Cazalla de la Sierra. Su modelo de vida y de negocio es un ejemplo de que la ganadería extensiva contribuye a la conservación y mantenimiento del entorno natural. Pero ahora esta veterana ganadera siente que “esto se acaba”. “Es un momento especialmente crítico porque la sequía es tremenda y no podemos competir en precio con la cantidad de carne procedente de producción intensiva y macrogranjas”, lamenta quien invirtió “todo el dinero” que ganó como profesora durante décadas en comprar la finca que ofrece también alojamiento rural, como estrategia de diversificación.

Si bien reconoce que esta “discriminación” siempre ha existido, hasta ahora “podía ser viable adaptando las necesidades de alimentación del ganado a los recursos naturales de la finca”. La cuestión es que en la actualidad “es una utopía pensar que los animales van a poder vivir de los recursos naturales” que provee el campo, toda vez que “el clima está cambiando y nosotros lo sufrimos en primera persona”. Tanto que en estos momentos, Carmen tiene sus cerdos en venta porque “cada vez que pienso que les voy a tener que dar pienso - que está especialmente caro - desde ahora hasta sabe dios cuándo si no llueve esta primavera, me echo a morir”.

En línea similar, su compañera Marta Cornello asegura que los de extensiva están “luchando contra titanes”. “Aún no hemos conseguido que se diferencien en los lineales [de la distribución comercial] los productos provenientes de la misma porque a los grandes lobbies no les interesa”, continúa para lanzar una reivindicación: “Es imprescindible que se establezca un etiquetado propio que nos diferencie y se dejen de inventar sellitos saludables y verdes que utilizan el resto de manejos para jugar con la ambigüedad y confundir al consumidor”.

En peligro de extinción

Todos estos factores confluyen en una tormenta perfecta - si se permite la expresión en plena sequía - que sitúa a los ganaderos de extensiva “en peligro de extinción”, como lo describe la presidenta de Somos Sierra Norte. Por su lado, Carmen Bendala compara la “ausencia de respaldo político” con la película Mars Attacks! en la que “los marcianos venían a la tierra con buenas palabritas y luego se los cargaban en masa”. “Pues algo parecido”, apunta para aludir a las buenas intenciones que manifiestan los políticos en relación a la PAC “y luego no se traduce para nada en un apoyo a la ganadería extensiva”.

En esta misma línea de reivindicaciones, la Fundación Savia ha enviado una nueva carta a la Junta, instándole a abordar “medidas inmediatas” para salvar la ganadería extensiva, a la que consideran como “uno de los grandes perjudicados” de la sequía actual. En la misiva remitida al Gobierno andaluz, el presidente de esta entidad medioambiental, Francisco Casero, alerta de que la falta de “concesión de agua a las explotaciones ganaderas extensivas” sumada a la “competencia desleal de la ganadería industrial” con respecto a los ganaderos de extensivo (que se encuentran “sin acceso al agua, sin alimento del suelo” y con “unos precios inasumibles en el pienso”) puede derivar en “el cierre de muchas explotaciones ante la inviabilidad de la situación y, con ello, la desaparición de los servicios sociales, ambientales y públicos que prestan, agravando el despoblamiento y la crisis climática”, como advierten los profesionales del campo.

Al respecto, fuentes de la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía consultadas por este diario reafirman su compromiso con este manejo, apelando a las decisiones que se han tomado desde la pandemia para su beneficio, sin bien, tras haberles consultado, no las han concretado. Con respecto al problema del agua, la consejera en esta materia, Carmen Crespo, solicitó hace unas semanas al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación a convocar de forma “urgente” la Mesa Nacional de la Sequía (que finalmente se ha celebrado este pasado miércoles 19 de abril), instando a que se abordara en concreto la situación andaluza, pues los embalses de la comunidad siguen por debajo del 30% de su capacidad y, en casos extremos como el de Sierra Boyera en Córdoba, ya se han secado.

Por lo demás, desde el departamento de Crespo explican que el caso concreto de la Sierra Norte es competencia de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, a la que los ganadores recriminan que “no se plantea que necesitamos agua y tenemos todas las dificultades del mundo para cosecharla”. Esta redacción ha contactado también con el citado organismo sin haber obtenido respuesta hasta el momento.

Sin perder la esperanza

A pesar de que “hay mucho daño hecho”, quienes mantienen con vida el manejo extensivo confían el devenir de esta centenaria labor en una receta de soluciones. La propuesta que podría evitar que “nos extinguiéramos” comienza por “valorar todo lo que aporta la ganadería extensiva, con campañas verdaderas de información y concienciación e integrándola en el sistema educativo”, a fin de que el consumidor “sepa lo que compra y pueda elegir”. En cuanto a la burocracia, Marta Cornello entiende que “es necesario generar una normativa propia acorde a su realidad y por supuesto darle el lugar que merece en la nueva PAC, como están haciendo en el resto de países europeos y compensarla por todos los beneficios” que acarrea.

Mientras aguardan avances en esta dirección, “la esperanza y la fortaleza nunca la perdemos, porque somos unos enamorados de nuestra profesión y es nuestra filosofía de vida y sabemos que este manejo es una de las únicas herramientas de futuro de las que disponemos para poder salir de esta crisis general y poder dejar un futuro digno a las generaciones venideras”.