El inédito enfrentamiento entre Jaén y Córdoba por llevarse a su provincia la base logística del Ejército de Tierra -350 millones de euros en inversión y 1.600 puestos de trabajo directos- ha destapado un conflicto interterritorial inédito dentro de Andalucía con ramificaciones políticas graves que salpican, por un lado, al Gobierno de Pedro Sánchez y los complicados contrapesos internos en el PSOE, y por otro, al Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno Bonilla.
Es una tormenta perfecta en la que todos pelean contra todos: los socialistas y los populares de Jaén contra sus compañeros de partido en Córdoba, contra la decisión de Moncloa y contra el aval de San Telmo. Pocas veces antes se ha dado una situación así, fruto de dos factores inéditos hasta ahora: uno, la pérdida de peso político del PSOE andaluz, la otrora federación más poderosa del partido, ha cercenado la necesaria intermediación fluida con Ferraz y con el Gobierno socialista para evitar la colisión de dos provincias andaluzas. “Quien no ha visto venir el choque de trenes de lejos, no tiene cultura de partido. Haber llegado a esta situación con el PSOE en Moncloa, no tiene sentido. Si en Andalucía no estuviéramos como estamos, esto se habría parado antes”, se queja un veterano dirigente socialista jiennense.
La ejecutiva de Susana Díaz, a pesar de su insistencia en la “buena relación con Pedro Sánchez”, ha estado en todo momento al margen tanto del proyecto de Jaén para hacerse con la base logística del Ejército como del cordobés (en ambos participan los secretarios provinciales del PSOE). “No teníamos información, no ha habido coordinación con la dirección regional ni desde lo orgánico ni desde lo institucional. Todo lo que no fuera Jaén, iba a ser una sorpresa para nosotros”, explica a este periódico el secretario de Organización del PSOE-A, Juan Cornejo.
El otro elemento desestabilizador ha sido la polémica decisión del Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos de respaldar “a las dos provincias por igual”, algo que también ha enfurecido a los dirigentes de ambas formaciones en Jaén y Córdoba. “La Junta apoyó a Jaén, que presentó su candidatura hace año y medio, y luego de repente apoyó a Córdoba, que entró en liza a última hora y que hasta hace tres meses ni siquiera había mostrado interés por el proyecto. ¿No imaginaban que iba a haber un conflicto de intereses?”, se pregunta un diputado naranja.
Una vez que Moncloa ha resuelto el pulso en favor de la ciudad califal, se ha desatado la suspicacia y un cabreo mayúsculo entre las fuerzas políticas y las principales instituciones de Jaén, que este domingo saldrán a manifestarse a la calle. Las acusaciones de “fraude” y “cacicada” vuelan de un partido a otro, pero también dentro de cada formación. El PSOE de Jaén, piedra angular del socialismo andaluz y punta de lanza de la corriente crítica en la que se apoya Ferraz para apartar a Susana Díaz de la secretaría general, acusa abiertamente a la vicepresidenta Carmen Calvo, diputada por Córdoba, de haber mediado a favor de su provincia. Una acusación grave.
Por contra, desde el PP y Cs en Jaén afean (sin tanta publicidad) al Gobierno de Moreno Bonilla que haya respaldado la candidatura de Córdoba (con un alcalde popular) frente a la de Jaén (con alcalde socialista). El mosqueo interno de los populares ha trascendido fronteras andaluzas, cuando el portavoz en el Senado, Javier Maroto, amagó con presentar en la Cámara Alta una iniciativa para revocar la concesión el proyecto a Córdoba (Maroto es senador por designación de Castilla y León y Segovia era otra de las aspirantes a quedarse la base militar). La dirección del PP andaluz -y el alcalde cordobés- llamaron de inmediato a Maroto para que rectificara, éste reculó y anunció que sólo presentaría una reprobación contra Calvo por su posible implicación en la elección de Córdoba.
El secretario general del PP nacional, Teodoro García Egea, entendió que esa iniciativa en el Senado volvería a cuestionar la elección de la ciudad califal y prolongaría la pelea entre compañeros e instituciones del PP, e intervino para zanjar el asunto: “Respetamos y agradecemos el esfuerzo que hicieron todas las ciudades que optaron para ser sede de la base logística del Ejército de Tierra. La elección de Córdoba responde a los criterios fijados por Defensa. Nuestra enhorabuena a José María Bellido, es el momento de mirar al futuro”, escribió en su cuenta de Twitter.
Jaén, un año y medio detrás
El traslado de la base logística del Ejército a Jaén es una idea que nace con Dolores de Cospedal de ministra de Defensa en el Gobierno de Rajoy, desempolvada por las principales instituciones jiennenses. El alcalde, el socialista Julio Millán, y el presidente de la Diputación, Francisco Reyes, llevaban más de un año trabajando en los terrenos municipales donde pensaban ubicar la base militar, incluida la rehabilitación del antiguo acuartelamiento militar de Vadollano, en Linares. Contaban con la aquiescencia de PP y Cs, de hecho, es la formación naranja quien lleva al Parlamento andaluz una proposición no de ley para pedir al Ministerio de Defensa que implante su base logística avanzada en Jaén, el llamado Plan Colce (Plan de Concentración de los Órganos Logísticos Centrales del Ejército).
El pasado 5 de noviembre, la Cámara autonómica aprueba por unanimidad de los cinco grupos el respaldo a la candidatura de Jaén. En ese momento, la única rival de peso era Toledo. En ese momento, Córdoba ni había presentado proyecto ni había manifestado públicamente que estuviera interesada. Tanto los partidos en la Junta -PP y Cs- como la dirección del PSOE andaluz, a través de su grupo parlamentario, se alinean abiertamente con Jaén. Eso sí, el proyecto cordobés estaba en marcha desde verano, según ha podido saber este periódico. El Ayuntamiento de la capital ya había tenido contactos con el Ministerio de Defensa. En la ciudad está una de las bases más importantes del Ejército de Tierra -Cerro Muriano-, algo que no ha pasado desapercibido para los militares que han tomado la decisión y que, según fuentes municipales, son los tuvieron la última palabra.
Los socialistas jiennenses habían tenido reuniones ya con Defensa, en las que entendieron que había “un compromiso político” del Gobierno para que el Plan Colce “estuviera ubicado en el sur”. Otras fuentes oficiales advierten de que los militares tenían “muchas reservas” con Jaén por sus “carencias en infraestructuras de comunicación”, y que es la cúpula del Ejército la que anima a las instituciones de Córdoba a postularse en la recta final de la competición. La ciudad califal ya cuenta con la base de Cerro Muriano pero, sobre todo, tiene conexión por AVE y es una ubicación más atractiva para los militares que vendrían desde Madrid.
En ese momento, tanto el Gobierno central como el andaluz se encuentran con un dilema político claro: puede que Córdoba reúna requisitos técnicos más prometedores que Jaén, principalmente sus buenas conexiones por carretera y tren, pero la decisión puede volver a castigar a una provincia andaluza precisamente porque carece de las infraestructuras básicas que históricamente le han prometido y nunca les llegó. Una decisión política. En noviembre, el apoyo de la Junta a la iniciativa de Jaén era tan palpable, que a final de mes, el consejero de Hacienda, Juan Bravo, viaja a la capital jiennense para participar en un acto de apoyo organizado por el Ayuntamiento jiennense, la Diputación y la Universidad de Jaén.
Un mes después, las principales instituciones de Córdoba entraron sorpresivamente en la puja por la base militar, y llevaron al Ministerio de Defensa una propuesta respaldada explícitamente por la Junta de Andalucía, que venía de apoyar la candidatura de Jaén en el Parlamento, y por el presidente de la Diputación Provincial de Córdoba, Antonio Ruiz, a la sazón, el líder provincial del PSOE más fiel a Susana Díaz.
El 22 de diciembre, el alcalde de Córdoba, el popular José María Bellido, viajaba a Madrid acompañado de un miembro del gabinete de Moreno Bonilla -la consejera de Fomento, Marifrán Carazo (PP)-, el delegado del Gobierno andaluz en Córdoba, Antonio Repullo; la vicepresidenta de la Diputación, la socialista Dolores Amo; el rector de la Universidad cordobesa y presidente de la CRUE, José Carlos Gómez Villamandos; y el alcalde socialista de La Carlota, Antonio Granados. La propuesta de Córdoba convenció a Defensa en dos meses, y apeó el trabajo de año y medio de Jaén, que perdió un proyecto millonario que prometía llevar inversión y empleo a una de las provincias con la tasa de paro y los salarios más bajos de España.
En este asunto, todos los partidos han quedado en entredicho, de modo que es difícil instrumentalizar la polémica contra un adversario político sin que termine salpicándole en la cara. El pasado martes, el vicepresidente andaluz y líder regional de Cs, Juan Marín, se enfrentó a esta pregunta de la prensa: ¿por qué el Gobierno andaluz ha cambiado su apoyo a Jaén por Córdoba, siendo, además, Ciudadanos, el partido que llevó la propuesta jiennense al Parlamento? Marín negó con cierta dificultad que la Junta haya “cambiado de opinión” y optó, como es habitual, esquivando el bulto con un ataque al Gobierno de Sánchez. “Nos hubiera gustado que ganasen las dos provincias, pero ha sido la vicepresidenta Calvo quien ha tomado una decisión a dedo. Es ella quien debe explicar los criterios que ha seguido el Gobierno para elegir a Córdoba, y si ha sido una designación a dedo. Mi teoría es que son las luchas internas en el PSOE las que han influido en la decisión”, dijo.
Las palabras de Marín desataron una pequeña crisis (de partido y de Gobierno): sus críticos en Ciudadanos le acusaron de estar “jugando abiertamente en el equipo del PP, a favor de un alcalde del PP, e incapaz de defender una iniciativa que su propio grupo ha registrado en el Parlamento”. En San Telmo, además, entendieron que sus críticas a Calvo podían interpretarse implícitamente como una crítica a la elección de Córdoba. Ya entrada la tarde, Marín tenía que volver a rectificar sus palabras y pedir disculpas para calmar las críticas: “Como vicepresidente andaluz nunca me decantaré por una provincia en detrimento de otra. Siempre apoyaré a todos los municipios andaluces que opten a cualquier proyecto que genere empleo y riqueza. Pido disculpas si alguien lo ha entendido de otra forma”, escribía en su cuenta de Twitter pasadas las nueve de la noche.
La derivada sanchista vs susanista
Con el Ejecutivo andaluz de perfil, el ruido político se ha enmarañado entre las filas socialistas. El PSOE de Jaén ha exigido a Pedro Sánchez una rectificación, y ha lanzado severas insinuaciones sobre un posible “dedazo” de la vicepresidenta Calvo en favor de su provincia, siguiendo “criterios políticos y no técnicos”. Ante las críticas rotundas de los socialistas jiennenses, sus homólogos de Córdoba han reaccionado a la defensiva, recogiendo firmas de respaldo a Calvo. De repente ha estallado una inusual guerra entre compañeros de partido, con un conflicto interterritorial de fondo -la Andalucía occidental versus la Andalucía oriental-, y muchas voces preguntándose dónde se ha metido la dirección regional de Susana Díaz.
La pugna entre las dos provincias andaluzas tiene una extraña derivada en la lucha entre sanchistas y susanistas por el control del partido, de la que la dirección regional no es ajena. “No quiero pensar que la vicepresidenta del Gobierno haya actuado con imparcialidad por ser de Córdoba. Doy por hecho que han elegido con criterios técnicos objetivos”, advierte un alto dirigente del PSOE-A. Puede que sin pretenderlo, Sánchez haya beneficiado a una provincia, Córdoba, que en la pugna interna del PSOE-A se inclinaba del lado de Susana Díaz, en detrimento de la provincia que más abiertamente se mueve en el sector crítico (Jaén).
Detrás de la candidatura de la ciudad califal está Antonio Ruiz Cruz que, hoy por hoy, es el secretario provincial del PSOE más claramente alineado con Díaz, junto con Sevilla. Tras desatarse el conflicto interterritorial andaluz por la base militar, la número dos del PSOE de Córdoba, Rafaela Crespín, anunció que habrá una candidatura alternativa para disputar el liderazgo a Ruiz en el próximo congreso provincial (se baraja el alcalde socialista de Montilla).
El PSOE jiennense siempre ha sido determinante para apuntalar al secretario regional, y en él militan el diputado en el Congreso Felipe Sicilia -único candidato que se ha postulado en abierto contra Díaz- y la aún portavoz del regional, Ángeles Ferriz, defenestrada por la actual dirección. En esta agrupación hay un evidente cabreo con la decisión del Gobierno de Sánchez pero, a la vez, creen que Díaz aprovechará para “pescar en río revuelto” y “enfrentar a unos compañeros con otros” para ganar ventaja de cara a las primarias.
La dirección regional ha explicado a este periódico que “no es su interés calentar más el conflicto” e insiste en que en todo momento ha estado al margen. “Si hubiéramos estado gobernando la Junta, entonces sí hubiera sido lógico que nos consultasen, desde Moncloa o desde Ferraz, según la cultura de partido. Pero en el plano institucional, la Diputación de Jaén tiene derecho a defender su proyecto y la de Córdoba, también. Que sus presidentes sean también secretarios provinciales del partido es sólo coincidencia”, advierte una fuente próxima a Díaz.