“Vamos a estar más presentes que nunca en Catalunya”. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, ha anunciado que su Gobierno reabrirá una delegación en Barcelona “para respaldar a la comunidad andaluza en Catalunya en estos momentos tan difíciles”. La Junta tuvo una oficina comercial en la capital catalana hasta 2012, cuando fue desmantelada como consecuencia de la crisis económica. El PP, entonces en la oposición, solía llamarla “embajada” e instó machaconamente al anterior Ejecutivo socialista a eliminar lo que consideraba “un despilfarro”.
El contexto político ha cambiado. PP y Ciudadanos gobiernan Andalucía desde hace un año, gracias al respaldo de Vox, y Moreno ha comparecido este martes ante el Parlamento andaluz de forma extraordinaria para hacer balance de su primer año de mandato. El órdago secesionista catalán y el acuerdo entre el Gobierno de Pedro Sánchez y ERC para buscar una solución política es un motivo de “preocupación” para el presidente andaluz, que lo ha convertido en la última parte de un discurso de hora y media.
Moreno ha vinculado la reapertura de la delegación de la Junta andaluza en Barcelona con la “complicada situación” que afrontan los andaluces en esta comunidad, donde residen más de 800.000 andaluces. Pero también ha explicado su decisión como una oportunidad. El objetivo es aprovechar la coyuntura política y económica, la inestabilidad que produce el procés y la inminente convocatoria de elecciones en Catalunya, para captar inversiones para Andalucía. “Abrimos la puerta a los empresarios catalanes que quieran invertir en nuestra comunidad ante la difícil situación creada por el independentismo en esa comunidad. Y buscamos fortalecer y ayudar a los emprendedores andaluces con intereses en Catalunya”, ha dicho.
Este objetivo, sin embargo, amplía con creces la función que tenía la delegación de Barcelona del anterior Gobierno socialista, que servía de espacio de encuentro para las comunidades andaluzas de Catalunya, Comunidad Valenciana y Baleares. La reapertura de la delegación de Barcelona, como la de Madrid y Bruselas, será gestionada por la secretaría general de Acción Exterior de la Junta andaluza, que ahora dirige el catalán Enric Millo. Millo fue delegado del Gobierno en Catalunya con el último Ejecutivo de Mariano Rajoy y Moreno le fichó tras ser cesado por el gabinete de Pedro Sánchez.
El procés y la dependencia del Gobierno de Sánchez de los nacionalistas e independentistas catalanes son asuntos que el presidente andaluz ha sabido vincular estratégicamente con una fecha clave: el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía de Andalucía, que se cumple el próximo 28 de febrero (28F). Moreno se ha envuelto de la bandera verde y blanca, como antes hicieron sus antecesores socialistas en el cargo, y ahora esgrime el mismo discurso contra el riesgo del agravio, de la España asimétrica, de los privilegios para Cataluña. “No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie”, ha dicho, citando al primer presidente andaluz electo (y socialista) y figura clave en el autogobierno, Rafael Escuredo. También ha hecho suyas palabras reivindicativas de Felipe González, todo ello mirando de soslayo al escaño de Susana Díaz. La bancada del PSOE ha mostrado su malestar por lo que consideran un “apropiamiento” de los herederos de Alianza Popular, que votaron en contra de aquel Estatuto.
Sin embargo, el presidente de la Junta y líder regional del PP considera que “aquel era otro partido”. Ahora Moreno es tan andalucista como el que más. “Si hay menosprecio a Andalucía, reaccionaremos con todas las opciones políticas, jurídicas y sociales que están al alcance de la Junta”, ha dicho. En el mismo mensaje ha lanzado un dardo a Susana Díaz, secretaria general del PSOE andaluz y líder de la oposición, a quien ha exigido que no anteponga los intereses de su partido y su fidelidad a Sánchez a los de los andaluces. “Aquí la fidelidad al partido puede ser sinónimo de traición a los andaluces”, ha sentenciado.
La Junta andaluza cuenta con dos delegaciones oficiales dependientes de la Secretaría de Acción Exterior, adscrita a la Consejería de Presidencia; una en Bruselas y otra oficina en Madrid. La ubicada en la capital europea se creó en 1995 con idea de reforzar la presencia de la comunidad andaluza ante las instituciones de la Unión Europea. La de Madrid, como la que existió en Barcelona hasta 2021, buscaba la difusión, promoción y representación institucional de la Junta en ambas ciudades, así como la búsqueda de inversiones exteriores en Andalucía. El PP las combatió enérgicamente desde la oposición, exigió su desmantelamiento y prometió su eliminación. Hasta que llegó al poder.
Discurso optimista
Hay tres sustantivos que se repiten machaconamente en el discurso del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, que ha comparecido este martes a petición propia en el Parlamento para hacer balance de su primer año de Gobierno: “Estabilidad, confianza y diálogo”. Son los tres pilares que sustentan su mandato, corto en el tiempo, pero cargado de simbolismo: son los primeros 12 meses -en casi cuatro décadas- con políticas no socialistas en Andalucía. También hay un adjetivo que zigzaguea en cada página del discurso de Moreno: “Mejor”. “Estamos mejor”; “Andalucía está mejor”; “Tenemos mejores datos económicos”; “Hemos mejorado los índices de empleo”; “Tenemos una educación mejor”; “Hemos mejorado la sanidad” “¿Suficiente? No. ¿Mejor que antes? Por supuesto que sí”, sentencia.
Los cinco partidos políticos mayoritarios de Andalucía llegan con un estado de ánimo dispar al primer balance de gestión del Gobierno de PP y Ciudadanos ante el Parlamento, na semana antes de que se reinicie el calendario ordinario. Sólo los populares exhiben un optimismo y un entusiasmo indisimulado. Su posición es la más cómoda en San Telmo. La Junta apenas ha sufrido zarandeos importantes de la oposición (aún en construcción), y las mayores sacudidas políticas y mediáticas impactaron más en Ciudadanos y en su aliado externo, Vox.
La estabilidad de la que hace gala Moreno surge de la confianza y sintonía entre las tres derechas. Pero en los últimos días, Vox se ha visto orillado, su pacto firmado con PP y Cs se ha “matizado” en algunos puntos que la ultraderecha considera “importantes”. El partido naranja, además, siente que pierde espacio público. Ha habido cuatro elecciones consecutivas en el primer año de Gobierno de Moreno, y en todos los procesos Ciudadanos ha retrocedido, el PP está estancado y Vox crece a pasos agigantados.
El pleno extraordinario del Parlamento ha tenido lugar 48 horas después de que miles de andaluces se manifestaran en las calles de Sevilla, Málaga, Granada y Cádiz para denunciar el progresivo deterioro de la sanidad pública. Es una queja generalizada que viene de muy atrás, fruto de los recortes en el gasto público que comienzan en 2008, cuando arranca la crisis, y un síntoma del desgaste del anterior Gobierno de Susana Díaz, que terminó por expulsarla del poder. Esa cicatriz sigue abierta.
Un presupuesto récord en la Consejería de Salud para el presente ejercicio y el prometido aumento de la plantilla no ha resuelto el problema, y así lo ha reconocido Moreno. El presidente de la Junta ofrece más diálogo al sector sanitario, pero la crisis del sistema es tan palpable que ha conscientemente ha evitado hablar de la sanidad con el triunfalismo con el que ha trufado el resto de su discurso.
Moreno ha pronunciado un discurso de hora y media, menos enfocado a rendir cuentas que ha exponer logros y hacer anuncios, como una suerte de segunda investidura. Diez minutos después de empezar ha mencionado “la herencia deficitaria” del PSOE, que ya le ha acompañado en paralelo a su análisis de la situación hasta el final. “Mi intención no es la crítica ni el revanchismo, pero sin diagnóstico no hay cura”, ha dicho.
El presidente andaluz ha destacado, por encima de todo, la estabilidad política y económica que se plasma en la aprobación de dos Presupuestos autonómicos en 11 meses, y el diálogo con el resto de fuerzas, que ha permitido desatascar la renovación de los órganos de extracción parlamentaria -incluido Canal Sur- con el apoyo de todos los grupos, además de incorporar enmiendas de toda la oposición a las cuentas de 2019 y 2020. “El diálogo es el primer rasgo de la personalidad del nuevo gobierno”, sostiene.
Entre las novedades, Moreno ha anunciado la creación en el primer semestre del año de un banco de proyectos que será acometido por la colaboración público-privada para ejecutar inversiones clave en Andalucía; la entrada en acción, este febrero, de los 20 gestores de la Junta (la figura del project manager) como únicos interlocutores de la Administración con las empresas que impulsen grandes proyectos; una nueva norma legal que simplificará la actividad económica, reformará 18 leyes para simplificar al máximo 812 procedimientos administrativos y acabar así con la maraña burocrática que dificulta la inversión en esta región; la futura ley de Función Pública, la ley de Participación Institucional de los agentes más representativos (que incluirá a los autónomos) o la plantación de un millón de árboles y plantas autóctonas de Andalucía en los próximos dos años, como parte del compromiso medioambiental de la Junta.
Moreno ha subrayado su posición política en dos aspectos que le enfrentan a sus socios de Vox: la revolución verde y la lucha contra el cambio climático -que la extrema derecha niega-, pero que contará con una inversión de un billón de euros de la Comisión Europea hasta 2030 para toda la UE; y la lucha contra la violencia de género, otra política que Vox niega de plano. “No voy a parar hasta alcanzar un gran acuerdo contra la violencia de género en Andalucía”, ha subrayado.
El discurso del presidente ha tenido lugar justo el día en el que se ha publicado la última Encuesta de Población Activa (EPA). En 2019 el paro ha bajado en 10.500 personas, una cifra que Moreno ha celebrado, pero que Susana Díaz considera insuficiente comparada con el descenso del desempleo en su último año de Gobierno: 126.300 parados menos al cierre de 2018. El paro en Andalucía se sitúa por debajo del 21%, la cifra más baja desde 2008, primer año de la crisis, pero sigue existiendo un diferencial crónico respecto a la media nacional.