El futuro de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), con sede en Granada, sigue en el aire ahora por las elecciones andaluzas. La convocatoria de comicios para el próximo 19 de junio deja a la institución sanitaria con un horizonte incierto sin que se haya resuelto su disolución en el futuro Instituto de Salud de Andalucía (ISA), que pretendía poner en marcha la Junta de Andalucía durante este mandato. Lo ha intentado en dos ocasiones y en la segunda, a través de una controvertida auditoría externa, los pasos hacia el final de la EASP parecían más que marcados. Sin embargo, los meses han transcurrido y la escuela sigue funcionando con su organigrama propio.
El paso por las urnas dibuja un escenario en el que la Junta de Andalucía, aunque normativamente tiene margen, no está previsto que decrete el final de la EASP y la creación de la ISA por el poco tiempo con el que se contaría ante una eventual pérdida del Palacio de San Telmo, aunque las encuestas de momento dan buenos resultados al PP en el Gobierno. Pero al Gobierno andaluz no solo le dejan las elecciones sin plazo para llevar a término su plan de reordenación de las instituciones académicas sanitarias (la Fundación Progreso y Salud y a la Secretaría General de I+D+i en Salud también se disolverían dentro del ISA), sino que electoralmente dejarían el terreno abonado para que el PSOE hiciese campaña contra este proceso de disolución e integración, según sostienen fuentes de la EASP. De hecho, los socialistas han sido muy beligerantes contra la Junta en cuanto a sus planes con la escuela con sede en Granada.
Un año
Desde el Gobierno andaluz sostienen que el proceso de creación del ISA, que conllevaría el final como entidad jurídica propia de la EASP y de las otras instituciones mencionadas, “sigue su curso, según los plazos establecidos por la ley”. Insisten en que la EASP no se va a “disolver” al contrario de lo que denuncian en la escuela. Pero lo cierto es que, según ha podido saber elDiario.es Andalucía, no se ha avanzado en el anteproyecto de ley que promueve la creación del ISA desde hace un año. En mayo de 2021 la Consejería de Salud de Jesús Aguirre anunció la puesta en marcha del proceso para culminar con la creación del instituto, defendiendo su necesidad con el fin de “ordenar” los organismos públicos de investigación del sistema andaluz. Un mes más tarde se establecieron grupos de trabajo que semanas después se rompieron. Desencuentros entre Salud y grupos como el de la EASP frenaron esas reuniones.
Desde entonces, la escuela sigue funcionando de la misma manera que lo ha venido haciendo. De hecho, hace tan solo unos días se renovó al comité de empresa y se puso al frente del mismo al virólogo Pablo Sánchez Villegas, que fue uno de los especialistas con los que contó el consejero Aguirre durante los peores momentos de la pandemia para monitorear los avances del coronavirus. Con Sánchez Villegas al frente de la representación de los trabajadores, la idea de la EASP de mantenerse como entidad propia y que no se disuelva dentro del ISA sigue vigente, hasta el punto de considerar que las elecciones andaluzas tienen que ser una oportunidad para que todas las formaciones políticas, incluido el PP, recapaciten sobre el futuro de una institución que quiere seguir caminando sola, como lo ha hecho durante casi 40 años.
Una larga trayectoria
La Escuela Andaluza de Salud Pública es una de las instituciones de investigación y formación sanitaria más reconocida de nuestro país. Es un referente internacional, siendo incluso centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tal es su relevancia en nuestro sistema público de salud que desde que se fundó en 1985 ha servido para darle impulso a la atención primaria o la red de salud mental andaluza. También desde hace 30 años todos los títulos que imparte tienen el sello de la Universidad de Granada y sus sinergias de investigación hacen que mantenga relaciones muy estrechas con instituciones homólogas de todo el planeta. Por ese motivo, la Federación Mundial de Asociaciones de Salud Pública, cuyas siglas en inglés son WFPHA, llegó a enviar una carta al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, pidiéndole que no cerrase la escuela.
Desde la institución exigen mantener su identidad para poder seguir cumpliendo con sus funciones “en salud pública y gestión sanitaria (siendo referente autonómico, nacional e internacional en la formación, investigación, consultoría y cooperación internacional)”. Además, y uno de los aspectos más importantes que vienen reclamando, quieren que la sede se mantenga en Granada y que no se mueva de su ubicación por lo que supone para la ciudad y por el contratiempo humano que supondría para sus trabajadores que tuvieran que marcharse hasta Sevilla donde estaría el futuro ISA. Al respecto, desde la Junta de Andalucía sí abren la puerta a que la EASP, una vez integrada en el instituto, se mantenga en Granada como “un centro” del entramado que se quiere crear. Una posibilidad que no convence al comité de empresa de la escuela que insiste en que la localización de la sede tampoco es negociable.
Si la escuela finalmente se disolviese, “Granada perdería una institución de enorme prestigio y cuyas actividades tienen un importante impacto socioeconómico en la ciudad”, según afirman desde el comité de empresa de la EASP. Desde que a finales de 2019 se dieran los primeros pasos para que la institución con sede en Granada cambiase su personalidad jurídica, la mayoría de los trabajadores y personalidades de la comunidad científica relacionadas con la EASP han expresado su disconformidad con la decisión. En un primer momento, a comienzos de 2020, lograron que el Parlamento de Andalucía frenase la propuesta, pero después, con la auditoría externa de Ernst&Young, una consultoría muy próxima al PP, se quedaron sin margen porque la Consejería de Salud inició los trámites para el anteproyecto de ley en febrero de 2021.
Lo hizo basándose en una auditoría que está rodeada de polémica ya que en el documento original no se desarrollaban argumentos que justificaran su cierre o disolución, sino algunas recomendaciones de mejora. Sin embargo, la auditoría llegó a manos de la EASP junto con un folio final sin paginar en el que se recomendaba abiertamente el final de la escuela. Algo que para los profesionales de la escuela sirve para demostrar el interés que ha habido siempre por parte del Ejecutivo de manipular un proceso que acabe con la institución a la que pertenecen. De momento, con las elecciones andaluzas en el horizonte, la Escuela Andaluza de Salud Pública seguirá viva como entidad propia al menos unas semanas más a la espera de lo que ocurra en los comicios.