La muerte no distingue. Es una frase que por repetida mil veces no deja de ser cierta. La muerte es implacable, pero hay quienes por una u otra razón hacen que sus vidas se conviertan en algo tan notable que, cuando la muerte les cobra la factura, merecen ser recordadas. Ese es el caso de Juan Carreño, un profesor cubano y republicano convencido, que hizo que Granada llorase su asesinato -como el de muchos otros- en plena Revolución de Octubre de 1934 de la que formó parte. Ahora, una simple palabra en su tumba en el cementerio de Granada, “vencida”, sirve de pie de nota para certificar una segunda muerte que hay quienes quieren detener.
La asociación Granada Republicana UCAR es la que está intentando que Juan Carreño no caiga en el olvido con el desahucio de su nicho que lleva en marcha desde 2016. Para lograrlo, dicha organización ha cursado una petición al Ayuntamiento de Granada con la que pretende que el Consistorio califique a Carreño como 'persona ilustre' de la ciudad de tal manera que sus restos vayan a parar a un panteón que existe para tales personalidades en el mismo cementerio granadino. El presidente de Granada Republicana UCAR, José María García Labrac, cree que “se trata de una persona que fue muy querida por su labor con las personas más desfavorecidas” y que por eso “merece ser recordado”.
Carreño, un profesor comprometido
La historia de Juan Carreño Vargas es la historia de un maestro español nacido en Cuba el 20 de abril de 1886. Vino al mundo 12 años antes de que su tierra natal dejase de ser colonia de España y por ello, Carreño se vinculó rápidamente a Granada cuando se marchó de Cuba tras la independencia de 1898. En la ciudad de la Alhambra se licenció como tal en la Escuela Normal de Magisterio. Una institución cuyo edificio ocupa hoy la sede provincial del Gobierno de la Junta de Andalucía.
Su carrera profesional le llevó a ser maestro en Las Palmas de Gran Canaria y posteriormente en Huétor Santillán, ya de regreso en tierras granadinas. De fuerte convicción republicana, las referencias que hay de su historia hablan de un hombre que intentó llevar la enseñanza a todo el mundo. Incluso a aquellas familias que por tener peores condiciones sociales no podían permitir una vida digna para sus hijos. Quizá por eso ingresó en la Unión General de Trabajadores (UGT) como secretario del Sindicato de Maestros, fue miembro de la ejecutiva provincial de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE) y llegó a ser presidente de la Casa del Pueblo de Granada.
No obstante, su vocación política no se detuvo ahí. En 1931 logró ser diputado del PSOE por la provincia de Granada en las primeras Cortes de la II República, hito que intentó repetir en 1933 quedándose a las puertas. Sin embargo, durante todo ese tiempo, su labor como docente y su perfil cercano al pueblo le valieron el cariño de la sociedad granadina y sobre todo de las clases menos adineradas. Pues su visión pragmática de la vida encajaba con un modelo social en el que todos debían tener las mismas oportunidades.
Como casi todos los que significaron sin tapujos con la II República, su nombre estuvo en una lista negra en cuanto empezaron las primeras escaramuzas que dieron pie a la Guerra Civil. Fue precisamente por eso, en plena Revolución de Octubre de 1934, por lo que se cree que Juan Carreño Vargas fue asesinado. Según cuentan las crónicas, el profesor y político republicano recibió una brutal paliza que acabó con su vida. Las mismas voces sostienen que aunque hubiese sobrevivido a aquel trance, su destino estaba escrito por haber sido una persona muy crítica y comprometida con el régimen republicano. Habrían intentado acabar con su vida en más ocasiones.
De hecho, Juan Carreño murió cuando formaba parte del Comité Revolucionario de Granada durante aquel octubre. Por ese motivo ingresó en prisión y días después fue detenido de nuevo. El 10 de octubre dieron con él para tomarle declaración en una comisaría granadina por sus acciones como miembro de dicho comité. Allí fallecería de manera repentina a consecuencia de una hemorragia cerebral certificada en una autopsia que pese a ello, añadía que no había padecido malos tratos físicos. Aunque la sospecha de una paliza siempre planeó sobre su muerte. Especialmente durante el entierro en el cementerio de Granada al que acudieron cientos de personas a llorar su fallecimiento y asumiendo que Juan Carreño había sido asesinado.
84 años después
Desde aquel octubre de hace ocho décadas hasta hoy han pasado 84 años. Un tiempo tan largo que para la mayoría de la sociedad granadina, Juan Carreño es apenas un desconocido. Su relato se mantiene vivo de manera tenue en quienes peinan algo más que canas. Por eso, ahora que su nicho 45 en el patio 1 y fila 2 del cementerio corre peligro de desahucio, Granada Republicana UCAR pretende revivir su historia y honrar sus restos.
Con la petición que han hecho al Ayuntamiento de Granada para que declare a Carreño como 'persona ilustre' de la ciudad, pretenden no solo que sus restos no se pierdan, sino que sirva de punto de partida para que otros granadinos que fueron relevantes, tengan una solución similar a la que quieren con este profesor republicano. Pues según explica el presidente de la asociación, García Labrac, “hay algunos granadinos ilustres cuyas tumbas también están en proceso de desahucio”. Al tiempo que asume que “la dictadura de Franco se encargó de borrar los honores de algunas de estas personas ya que hay casos en que ni sus lápidas recuerdan qué cargos de relevancia ocuparon”.
Por su parte, fuentes del Ayuntamiento de Granada han confirmado a eldiario.es Andalucía que iniciarán el procedimiento para convertir a Juan Carreño en 'persona ilustre' de la ciudad. Eso sí, recuerdan que no es algo que dependa exclusivamente del equipo de Gobierno actual, que preside el socialista Francisco Cuenca, sino que requiere de una mayoría de los grupos municipales. Además, el tiempo para que se lleve a cabo el procedimiento no está fijado y puede dilatarse unos meses.
De ahí que tanto Granada Republicana UCAR como el PSOE granadino se hayan puesto en contacto con Emucesa, la empresa que gestiona el cementerio, para recabar más información que permita evitar que los restos de Juan Carreño sean retirados del nicho que ocupa. Según ha podido saber este medio, la última vez que alguien pagó su ocupación fue en 2005 y dicho pago habría correspondido al hijo del propio Carreño que habría fallecido entonces. Desde ese momento, no hay ninguna referencia de que el profesor republicano tenga familiares directos vivos. Una situación que suma emergencia al procedimiento para que la memoria de Juan Carreño Vargas no acabe en el olvido.