Las nuevas medidas de control del Covid-19 en Granada adoptadas de urgencia el pasado viernes por parte de la Junta de Andalucía parecen estar logrando su efecto. Al menos, durante el fin de semana que acaba de terminar. Según los datos que maneja la Policía Local, las restricciones de la Consejería de Salud en Granada han servido para reducir los botellones y las fiestas en la calle, lo que estaba situando en el centro de todas las miradas a la comunidad universitaria. Ahora, las denuncias por incivismo se han trasladado a los pisos particulares.
Esto ocurre después de que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de la ciudad no hayan dejado de señalar que hay una relación entre el aumento de contagios por Covid-19 y el inicio del curso en la Universidad de Granada (UGR). Con más 700 positivos diarios y una tasa de contagios que supera ampliamente el umbral de 500 contagiados por cada 100.000 habitantes, las cifras se han disparado desde mediados de septiembre con el comienzo de la actividad en la institución académica. Granada, que cuenta con alrededor de 350.000 habitantes censados, aumenta en unos 30.000 vecinos más con los estudiantes universitarios que en muchos casos acaban compartiendo pisos.
Este aumento de población y las restricciones provocadas por la pandemia del Covid-19 que mantienen bares de copas y discotecas cerrados más allá de la medianoche, habían estado provocando estampas en Granada en las que se veían jóvenes de fiesta en plena calle y botellones improvisados en cualquier rincón. Un hecho que llevó a la Consejería de Salud a impedir las clases presenciales en la UGR durante diez días, imponer toques de queda en las residencias universitarias a partir de las diez de la noche y llevar a cabo cribados masivos en ellas. Tres medidas que se adoptaron hacer una semana y que provocaron el rechazo de la propia UGR, los estudiantes, los colegios mayores y de los partidos políticos que son oposición del Gobierno andaluz.
Una ciudad desbordada
El puente del 12 de octubre puso de manifiesto que Granada no estaba preparada para seguir con su actividad de ocio habitual. Las escenas vistas en algunas calles como Ganivet o Pedro Antonio de Alarcón recorrieron todo el país y dieron cuenta del descontrol que algunos vecinos y visitantes llevaban. Lejos de preocupar, la pandemia del Covid-19 dio alas a algunos grupos que salieron a las puertas de los pubs y discotecas, cuando estos cerraban, para seguir la fiesta cantando, bebiendo y gritando, en muchos casos sin mascarilla.
La peor situación se vivió en la madrugada del sábado 10 al domingo 11 de octubre. En toda esa noche, la Policía Local tuvo que intervenir en más de 120 ocasiones tras recibir alrededor de 350 llamadas de vecinos. Los agentes llegaron a clausurar una discoteca que operaba sin cumplir las normas y un pub que hacía lo propio. Pero además de eso, interpusieron 90 denuncias sobre todo por botellones, fiestas en la calle y personas que no usaban las mascarillas.
Más control
Apenas una semana después de que la Junta de Andalucía adoptara medidas urgentes el pasado viernes, la situación parece contenida. El Gobierno andaluz, a través de la Consejería de Salud, impuso un toque de queda a la hostelería impidiendo a bares y restaurantes seguir abiertos más allá de las diez de la noche. Una medida que se ha acompañado del cierre de los parques y de una limitación en las reuniones con amigos y familiares que deja el número de personas máximo en seis. Restricciones que parecen haber funcionado. Al menos, en lo que a la calle respecta.
Aunque hay que tener en cuenta que el pasado ha sido un fin de semana normal, pues no se ha celebrado un puente festivo como la semana anterior, lo cierto es que la Policía Local ha tenido dos noches más plácidas. Incluso el viernes, cuando el toque de queda a la hostelería aún no se había puesto en marcha, las denuncias ascendieron a 50 pero la mayoría de ellas fueron por ruidos provocados por fiestas realizadas en pisos de estudiantes. Una cifra que bajó sensiblemente el sábado salvo por alguna intervención en locales que incumplieron el horario de cierre o en un establecimiento que no tenía licencia de actividad.
Si la semana pasada se pusieron más de 100 denuncias, entre celebraciones y botellones en plena calle, este fin de semana las nuevas restricciones se han saldado tan solo con una treintena de ellas. De hecho, solo se pusieron 2 denuncias relacionadas con el consumo de alcohol en plena calle y volvieron a ser mayoría las interpuestas por fiestas en pisos compartidos. Datos que confirman que la pandemia del Covid-19 puede controlarse en ese sentido entre los vecinos más jóvenes de Granada capital.