¿Por qué algunas de las yeserías de la Alhambra, concretamente, las situadas en el Patio de los Arrayanes y el Patio de los Leones, presentan hoy un color púrpura? Científicas de la Universidad de Granada han revelado que se debe a una curiosa combinación de procesos electroquímicos que han operado de manera natural durante siglos en el dorado de las yeserías semiexpuestas a la intemperie.
Como explican las investigadoras Carolina Cardell, del departamento de Mineralogía y Petrología de la UGR, e Isabel Guerra, del Centro de Instrumentación Científica (CIC) de esta universidad, “desde la Edad Media se sabe que el oro puede disolverse en agua regia (una mezcla de ácido nítrico concentrado y ácido clorhídrico concentrado), que se empleaba para crear el pigmento Púrpura de Cassio”.
Del oro al púrpura
Este pigmento se origina por una reacción de oxidación-reducción: el agua regia disuelve y convierte el oro metálico en iones de oro, formando complejos de cloruro áurico que, expuestos a una solución acuosa de cloruro de estaño (SnCl2), produce un precipitado de nanopartículas de oro cuyo tamaño aproximado de 70 nanómetros les otorga color púrpura.
La investigación demuestra, gracias a la aplicación de un conjunto de técnicas analíticas microscópicas de alta resolución asociadas con microanálisis químico y molecular, que ha ocurrido un proceso similar al descrito, pero de forma espontánea, en ambiente natural y en ausencia de agua regia (una de las pocas mezclas capaces de disolver el oro, el platino y el resto de los metales). A pesar de la fama del oro como el metal noble y más resistente a la corrosión.
Oxidación del estaño
La estructura y composición del dorado, con la capa superficial de yeso, muestra la existencia de poros en forma de cráter en las capas metálicas, seguramente formados durante el bruñido del oro sobre el estaño. Estos poros son canales iónicos a través de los cuales la humedad/agua rica en iones cloruro (procedentes del aerosol atmosférico) alcanza la hoja de estaño, posibilitando la creación de células micro-galvánicas que promueven la rápida oxidación del estaño. Así, la capa de estaño se degrada por corrosión galvánica, mientras el oro permanece inerte.
“Pero este proceso no es el responsable directo de la disolución del oro y su posterior precipitación”, explica Isabel Guerra. La causa es la formación de una capa de compuestos fruto de la corrosión del estaño, que a modo de “suciedad” cubre parcialmente la lámina de oro. En las zonas donde el oro está cubierto por la “suciedad”, la concentración de oxígeno es menor, lo que promueve la creación de micro-células de corrosión por aireación diferencial, posibilitando la disolución del oro.
A continuación, el oro disuelto, altamente oxidante, precipita rápidamente en el ambiente rico en iones de estaño (Sn2+), (como ocurre en la síntesis del Púrpura de Cassio), en forma de nano-esferas de tamaño predominante de 70 nanómetros. Finalmente, las nano-esferas han migrado hacia la capa de yeso blanca de la superficie tiñéndola de púrpura y confiriéndole su aspecto actual.