Si todo va como Tim Alatorre prevé, en menos de cinco años habrá un hotel sobre nuestras cabezas. Para que tenga las mejores vistas se levantará a 600 kilómetros de La Tierra y se acoplará a una órbita sincronizada con el sol, siempre girando en la fina línea que separa el día y la noche. Tendrá unos 400 metros cuadrados, ocho salas y cuatro habitaciones. Suficiente para alojar a cuatro personas que tendrán que rascarse el bolsillo. “Ojalá sea un cinco estrellas, pero creo que aún no hay hoteles con estrellas en el espacio”, ironiza el cofundador de Orbital Assembly, una empresa norteamericana que quiere ofrecer los primeros paquetes turísticos espaciales. Cuando lo consigan, la meta será hacerlo algo más asequible. “Queremos que alguien con 10.000 euros y un par de días de entrenamiento pueda ser turista espacial”.
Las empresas privadas están tomando la iniciativa en una carrera espacial hasta hace poco reservada a los países más ricos del mundo. Alatorre es uno de los ponentes que ha acudido esta semana al SUTUS, un evento anual de turismo espacial y submarino organizado por la escuela internacional de Les Roches en Marbella. Y aunque en sus predicciones aún hay incertidumbre, insiste en que la posibilidad de que veamos a ciudadanos (millonarios) en órbita previo paso por caja está cerca. La tecnología está (casi) lista, la Estación Espacial Internacional (ISS) se ofrece como una especie de nave nodriza y sólo falta levantar el hotel y encontrar los primeros huéspedes.
De momento, Orbital Assembly pretende acoplar su primer módulo a la ISS en 2025. Si fuera así, en 2026 podrían tener sus dos primeros turistas. Después ampliarían para albergar a 28 personas: cuatro o cinco tripulantes, algunos trabajadores y el resto turistas. El enfoque de su proyecto les obliga a generar una gravedad artificial asequible: los módulos girarán como la rueda de una bicicleta para crear una fuerza centrífuga que simule una décima parte de la fuerza G, la gravedad terrestre. Al principio, cada viajero necesitará dos o tres meses de entrenamiento para comprender el funcionamiento de la estación. Pero después serán meros turistas, “con desayuno, comida y cena incluidos”.
Candidatos no faltan: “Estamos haciendo la lista y tenemos bastantes solicitudes. Hay mucha gente con dinero suficiente para ir al espacio que ahora no sabe que existe la posibilidad”. Su vaticinio es que en cuanto se abra la espita, será un no parar. Aunque no da cifras concretas, el coste superará ampliamente los 50 millones de euros, que es el precio mínimo aproximado que cuesta un asiento en un cohete espacial. En este momento, solo Rusia y SpaceX, la compañía de Elon Musk, ofrecen ese servicio.
¿Qué se necesita para lograr el permiso para construir un hotel espacial? Los requisitos dependen del lugar desde dónde se realice el lanzamiento, y en Estados Unidos apenas se exigen para ocupar la órbita y de lanzamiento. También hay reglas para tomar fotos del espacio o emitir señales de radio. “Más allá de eso, no hay mucha regulación. Pero ya hay conversaciones en Washington DC para que eso cambie. La pregunta es quién va a hacer las normas”. La NASA no es una agencia reguladora, aunque debe coordinar con otras agencias la ocupación de las órbitas. La previsión de Alatorre es que proliferen los tratados internacionales, pero por ahora, y antes de que ningún turista haya viajado al espacio, la basura espacial ya es un problema.
Un traje espacial de diez kilos y un refugio de 16
Cada edición de SUTUS (y van tres, con la interrupción de la pandemia) sirve para comprobar que los principales actores de este mercado incipiente están convencidos que los viajes al espacio están a la vuelta de la esquina, pero la Humanidad no termina de llegar.
En esta ocasión, fue posible comprobar la resistencia de la primera versión del traje espacial diseñado por Marc Hemskeerk, cofundador de ICEE Space. Lo compone una inmensa escafandra con capacidad para proporcionar oxígeno, guantes, perneras y una especie de camisa que recuerda al traje de Batman. Todo, por menos de diez kilos. Lo acaban en un tubo volcánico de Islandia durante siete días. “Sólo han perdido 1,5 kilos”, explica Hemskeerk, que también ha diseñado una mochila de 16 kilos con todo lo necesario para establecer un refugio válido para la superficie lunar.
Para cumplir con esta expectativa de desarrollo hará falta mano de obra cualificada. “Esta industria tiene que estar respaldada por una educación espacial interdisciplinaria, emprendedora y con visión de futuro”, señala Pascale Ehrenfreund, una astrobióloga austriaca que preside la Universidad Internacional del Espacio, con más de 5.000 alumnos.
“Veremos vuelos baratos al espacio”
Simon Jenner recluta astronautas. Tan solo hay que estar razonablemente sano y en forma, explica a elDiario.es Andalucía: “No necesitas ser un superhumano para ir al espacio por un periodo corto de tiempo”. Eso sí, hay que soportar G-forces durante el despegue y aterrizaje, y un ambiente aislado y que puede derivar a claustrofóbico. “Psicológicamente, deben saber trabajar bien en equipo y tienen que hacer contribuciones positivas”. Su empresa, Axiom, acaba de completar su primera misión espacial a la órbita terrestre, comandada por Michael López-Alegría y tres “clientes” a bordo. El precio, que no desvela, se negocia individualmente, y entre sus clientes están Italia, Hungría o Emiratos Árabes. Jenner confirma que la semana pasada Axiom y Arabia Saudí firmaron un acuerdo, desvelado por Reuters, para enviar un hombre y una mujer a la ISS.
Jenner recubre de un barniz de filantropía las misiones de su empresa. “Nuestros astronautas tienen que saber que están allá arriba para trabajar y contribuir a mejorar la Humanidad en la Tierra”. ¿Cómo? “Nuestra primera tripulación se asoció con varias iniciativas de investigación, por ejemplo contra el cáncer. También tratamos inspirar a los niños. Probaron productos que pueden ser claves para la vida en el espacio y quizá en la Tierra”.
La segunda misión ya está programada, y el objetivo es realizar al menos dos al año a partir de 2023. Axiom tiene un acuerdo con SpaceX para el vuelo y con la NASA para el uso de la ISS. Pero Jenner confía en lanzar su primer módulo espacial antes de 2025 y disponer de una estación autosuficiente en 2028, cuando se desacoplaría de la ISS. Cree que la entrada de nuevos operadores de cohetes espaciales rebajará el precio del lanzamiento, que ahora mismo supone la gran barrera de entrada. “La tecnología la tenemos de hace tiempo, pero ahora es mucho más segura. El proveedor está haciendo un gran trabajo, pero en un vuelo privado queremos asegurarnos de que todo va bien”.
¿Veremos algún día vuelos espaciales para ciudadanos normales y corrientes? “Sí, creo que tú y yo veremos vuelos baratos, aunque no puedo decirte cuándo”, replica Jenner. “Al principio de la aviación comercial era solo para los muy ricos, pero en un par de décadas la mayor parte podía viajar alrededor del mundo, y hoy en día puedes viajar muchas veces y donde quieras. Algo así pasará con el turismo espacial”.