“Esto ha sido como la mafia pero sin muertos”. La conversación se desarrolla a tres en la terraza de un bar. Uno es periodista, el segundo el asesor de un importante grupo político en el Ayuntamiento de Córdoba y el tercero es un sacerdote. Pero no es un sacerdote cualquiera. Asiente con la cabeza cuando escucha la frase un cura que llegó a presidir toda una caja de ahorros como Cajasur y que ahora, años después, reflexiona. Piensa en cómo funcionó una ciudad dominada por una caja de ahorros, la que presidió (antes de él estuvo Miguel Castillejo), y un empresario que hoy es concejal del Ayuntamiento de Córdoba después de recibir más de 25.000 votos en las últimas elecciones municipales.
Hablan de Rafael Gómez Sánchez, alias 'Sandokán', que ha logrado convertirse de la noche a la mañana en jefe de la oposición en el Ayuntamiento del que es el mayor deudor en multas urbanísticas. Por una cuestión casi aritmética, los 25.000 votos que ha recibido Sandokán se explican por los casi 10.000 trabajadores que ha llegado a tener en la ciudad, por el inmenso apoyo del barrio en el que se crio y en el que sigue actuando como un auténtico padrino (sin muertos, coacciones, amenazas ni cosas de esas; sólo voces) y por el respaldo de un fenómeno muy cordobés: el parcelismo, la construcción de una segunda vivienda sin licencia. Hablan de Rafael Gómez, que hoy tendrá que encajar que el grupo municipal del PP le pida explicaciones en el pleno acerca del dinero que debe al Ayuntamiento en concepto de multas.
Pero, ¿quién es Rafael Gómez? Por una larga historia de incumplimientos urbanísticos y, sobre todo, por “correr más que los papeles”, como dijo de él el presidente de los empresarios de Córdoba, Luis Carreto, Rafael Gómez debe al Ayuntamiento del que es concejal más de 40 millones de euros en multas que él mismo ha dicho y reiterado que no piensa pagar. En 2006, el Ayuntamiento gobernado entonces por Rosa Aguilar, cuando militaba en IU, le impuso “la mayor multa de Europa”: 26 millones de euros. En esos años previos al estallido del caso Malaya, cuando Sandokán fue detenido acusado de ser uno de los empresarios que entregaba dinero a Roca a cambio de favores urbanísticos en Marbella, su empresa Arenal 2000 no paró de construir sin ningún tipo de licencia en Córdoba. En Carrera del Caballo, por ejemplo, taló encinas milenarias para construir chalés de lujo.
Pero, ¿quién es Rafael Gómez y cómo llega a ser concejal de un Ayuntamiento al que le debe tanto dinero y que ha dicho que no piensa pagar? En una declaración estelar ante el tribunal que juzga el caso Malaya el propio Sandokán, que rompió a llorar varias veces, hizo una autobiografía idílica de cómo llegó a ser quién es.
Rafael Gómez es el típico hombre hecho a sí mismo que de la nada monta un imperio. Comenzó de cabrero, de hombre anuncio de los cines de verano en su barrio, San Lorenzo, y vendiendo cacerolas en la peluquería de su mujer (de ahí uno de sus motes, 'El Tapaeras'). Después dio el salto al mundo de la joyería, uno de los motores económicos de la ciudad de Córdoba y, también a través de la peluquería de su mujer, comenzó con su negocio. Así hasta que va a haciendo dinero y ya en los años 90 decide dar otro salto, esta vez a la construcción. El nombre de su empresa, Arenal 2000, se refiere a un barrio que construyó en Córdoba durante esa década y con la que hizo el suficiente dinero como para pasar a la conquista de la Costa del Sol. Tanto dinero amasó y tanto construyó que en Torremolinos Rafael Gómez Sánchez da nombre a una avenida y en Fuengirola un enorme triunfo escultórico dedicado al Arcángel San Rafael en una plaza tiene su cara (con bigote incluido).
De libro
Pero Gómez nunca perdió Córdoba de vista. Su caso de constructor surgido al abrigo de los años del pelotazo en España es de libro. A mediados de los 90 se hace con el equipo de fútbol de la ciudad, entonces vagando por Segunda B y promete llevarlo a Primera. En 1997 construye una Ciudad Deportiva sin licencia y en una zona inundable por el Guadalquivir que también tiene su nombre y que hoy sigue usando el club de la ciudad. En 1999, con un cogobierno entre IU y PSOE se decide renovar el Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad y se duplica la superficie urbana de Córdoba. Las propiedades de Rafael Gómez se multiplican por Córdoba. Adquiere locales, antiguas fábricas, los popularísimos cines de verano del casco histórico, y suelo, muchísimo suelo.
A finales de los 90, cuando mejor le iban las cosas a Gómez la escasa industria cordobesa sufre un golpe mortal. Colecor, la histórica cooperativa de leche, cierra sus puertas. Rafael Gómez la compra pero no para reabrirla. Tiene un plan: multiplicar por cuatro su superficie y construir unas inmensas naves industriales en las que vender todo tipo de productos que sus empresas importarían de China. Una vez más, corre más que los papeles y comienza unas obras sobre un suelo protegidísimo. Está a unos metros del importante yacimiento arqueológico de Medina Azahara y en las faldas de Sierra Morena. Arranca las obras sin licencia, pero desde que decidió entrar en política y en unas intervenciones líderes de audiencia en Córdoba, en las que siempre habla a voces, asegura que la ex alcaldesa, ex consejera de Obras Públicas y ex ministra de Agricultura, Rosa Aguilar, le dio “permiso verbal”. Un tú tira para adelante que luego ya veremos, que siempre ha clamado a los cuatro vientos.
De forma paralela a la construcción de las naves, la relación con el Ayuntamiento y con la Caja de Ahorros de Córdoba (la intervenida CajaSur, de la Iglesia) se hace cada vez más estrecha. Rafael Gómez compra un cuadro de Julio Romero de Torres que dona a la ciudad, construye una nave en la barriada marginal de Las Palmeras en la que se intenta dar trabajo a la población femenina, crea una empresa participada con la caja de ahorros (Arenal Sur 21)... Y sigue construyendo. Y el Ayuntamiento le sigue multando. Pero Rafael Gómez está en la cresta de la ola. Sus empresas, de joyería y construcción, dan trabajo a más de 10.000 personas. Y su arrolladora personalidad lo convierten en muy carismático. En su barrio paga bodas a amigos, hace favores a los hijos de los hijos de sus antiguos vecinos...
Pero el 27 de junio de 2006, cuando salía de su casa de la acomodada barriada de El Brillante (una vivienda a la que muchos cordobeses le ven un parecido razonable con la Tara de Lo que el Viento se llevó) es detenido por la Policía Nacional en primer golpe de la Operación Malaya. Lejos de lo que pudiera llegarse a pensar, Rafael Gómez se crece. En los calabozos, se convierte en el líder de los empresarios allí arrestados (muchos se derrumban y lloran). Cuando casi cuatro días después es puesto en libertad bajo fianza, su rostro no denota cansancio. Al contrario. Pero es entonces cuando, lo quiera o no lo quiera, le llueven los problemas.
Antes del estallido de la gran burbuja inmobiliaria y después de que el banco le cortara el grifo del crédito, se ve obligado a vender la gran mayoría de sus propiedades en una mega operación con el Grupo Tremón por un importe cercano a los 500 millones de euros. Entre estas ventas se tiene que desprender del simbólico Tívoli, en Benalmádena. Sufre embargos de bancos y administraciones (por no pagar la Seguridad Social) y acaba “más tieso que una regla”, como no se cansa de repetir.
Salto a la política
Parece acabado, pero Rafael Gómez resurgen a finales de 2010. Convoca a los periodistas cordobeses a una sorprendente rueda de prensa en las naves ilegales por las que tiene la colosal multa urbanística (y que sigue usando como oficinas) y desde allí y a voces, anuncia que se presenta a la Alcaldía de Córdoba. Todo el mundo piensa que es más una amenaza que una realidad, que lo hace para presionar a la administración para que le reduzca las sanciones urbanísticas... Pero no. Se embarca en una insólita campaña electoral y crea un grupo al que llama Unión Cordobesa. Sus mítines son al más puro estilo Jesús Gil, con mensajes fáciles y simples que concluyen con actuaciones musicales. Llena plazas y promete empleo, empleo y empleo. Además, escribe un programa electoral que parece el anuncio de venta de una promoción de viviendas ya que promete construir casas de “dos, tres y cuatro dormitorios” para los cordobeses que la han perdido.
Y llega el día de las elecciones y llega la sorpresa para todo el mundo. La primera, para él que pensaba que iba a ganar por mayoría absoluta. Y la segunda para el resto de fuerzas políticas, que no le daban ninguna fuerza. El PP gana por una histórica mayoría absoluta de 16 concejales sobre 29 y Rafael Gómez se convierte de la noche a la mañana en el jefe de la oposición. Logra 5 concejales (en la noche electoral algunos recuentos le daban hasta 7) y supera a IU (con 4) y a PSOE (con otros 4) que habían gobernado o cogobernado la ciudad desde 1999.