La madre de David, el niño desaparecido en Lepe, confirma que está con ella “y está bien”
El pasado domingo, a las 20.00 horas, David, un niño de seis años vecino de La Antilla (Huelva), tendría que haber sido entregado a su padre -que tiene la patria potestad- tras pasar el fin de semana con su madre. Desde que su abuela lo entregó a la madre 50 horas antes, cumpliendo con el régimen de visitas, no se sabe nada de la madre ni del niño.
Es una historia que tiene su epicentro en la relación de David, británico de 38 años de edad, y Mirka, polaca de 48. Él vive en la playa de La Antilla, y ella en Lepe, a seis kilómetros. Cuando pactaron el régimen de visitas de su hijo eligieron a una familia que vive en el Puerto de El Terrón, donde la abuela dejaba al niño los viernes y lo recogía los domingos. Desde el lunes, la Interpol busca a la madre por varios puntos de Europa.
Desde que se marchó, el único contacto que ha tenido con alguien de la localidad, que se sepa, ha sido con la asociación ‘Libres y sin miedo’. La forman un grupo de mujeres que han sufrido maltrato, aunque no es su caso. El viernes pasado, a las 13:12, -el niño aún estaba con el padre- Mirka respondió, en un grupo de WhatsApp de la asociación, a un mensaje de una asociada que explicaba que tenía un problema, contestando “yo no estoy bien”, para decir después, a preguntas de las demás componentes del mismo grupo, que “se pasará como todo”.
Minutos después deseó, en el mismo grupo, “que tengáis una buena tarde”, para enviar un último mensaje a las 00.11 del pasado sábado, con una serie de emoticonos sin texto.
El lunes, cuando se supo de la noticia, una componente de la asociación le mandó un mensaje personal, al que ella contestó ya por la tarde, a las 15.00. Fueron siete mensajes en los que ella afirma que está bien, que tenía que hacer justicia “ella sola” y que donde se encuentran, está a salvo.
“Soy una buena madre”
Esta redacción ha podido hablar con la madre, sin desvelar donde se encuentra, y ha plasmado algunas de sus intenciones en un breve mensaje de audio, en el que niega que haya secuestrado a su hijo, asegurando que “soy una buena madre, una buena chica”, para defender que, lo que ha hecho es porque “yo salvo la vida a mi y a mi hijo. Mi niño no quería estar con él -el padre-”.
El mismo mensaje de audio está encabezado con el citado texto que asegura que “aquí, donde estoy, estamos a salvo”, defendiendo, en torno a las declaraciones de la familia sobre la denuncia por un presunto caso de sustracción parental, que “es mentira lo que dicen ellos, es mentira”.
Mirka trabaja en una una finca agrícola de la vecina localidad de La Redondela. Nadie allí la considera una mala madre y algunos entienden que “si ha hecho lo que ha hecho, tendrá sus razones”.
Mientras tanto, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 4 de Ayamonte ha incoado, de manera urgente, diligencias previas en relación a este caso, tras la denuncia del padre presentada en la mañana del lunes. Sin embargo, para las autoridades, de momento, el caso no puede ser considerado un secuestro, ni siquiera un secuestro parental.
El delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, entiende que es un asunto que se debe circunscribir al “ámbito familiar”, indicando que “por los datos de que disponemos de la investigación, estamos ante hechos que se deben circunscribir al ámbito familiar. Es decir, no estamos hablando de una situación de un secuestro”.
Apunta, no obstante, que este asunto tiene “responsabilidades” y ha recordado que “la patria potestad la tiene el padre y en uno de los permisos que tenía la madre no lo devolvió”.
El caso está en manos de la Interpol, que ha aplicado su habitual “tela de araña” en torno a Mirka. Las fuentes consultadas señalan que los investigadores podrían tener claro ya donde se encuentra. Más que por alguna ciudad polaca se inclinan por Londres, donde vive una amiga íntima de la mujer.
Pero el padre del menor desveló este martes que su expareja tiene dos hijos más en Polonia, “de lo que me enteré cuando fuimos al ginecólogo por el embarazo de nuestro hijo, porque el médico le comentó que el embarazo iba bien y que ella ya tenía experiencia”. Que la mujer tenga arraigo en su país preocupa a los investigadores, que rastrean sus tarjetas o su móvil, entre otras actuaciones.
La idea general es que el niño no corre peligro, una premisa que al padre no parece tranquilizar.