El último informe que la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) ha elaborado sobre la situación de Doñana recogía expresamente su “máxima preocupación” por la amenaza que supone la ley para indultar regadíos en el entorno del parque que lleva el sello de PP y Vox, pero no es lo único que le inquieta. De hecho, en el documento vuelve a utilizar la expresión “máxima preocupación” para referirse a otras dos cuestiones que demuestran el mal estado del enclave: el acuífero (con tres de sus cinco masas sobreexplotadas) y el considerable descenso en el número de aves que invernan aquí.
En realidad, la sobreexplotación del acuífero es sobre lo que pivota todo lo que afecta a Doñana, y fue precisamente el hecho de que no se le protegiese del expolio de agua lo que derivó en una sentencia contra España del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Y aunque el organismo internacional “aprecia” los esfuerzos del Estado para reducir el uso de recursos subterráneos y así “aumentar la resiliencia” del parque, considera que no es suficiente (como evidencia que sigue sobreexplotado) y vuelve a insistir en que tienen que aplicarse “con carácter de urgencia” todas las medidas que se vienen reclamando desde 2020.
Entre las mismas, por cierto, están “cerrar urgentemente” los pozos ilegales y el desarrollo “en su forma actual” del Plan especial de ordenación de regadíos al norte de la corona forestal de Doñana, el Plan de la Fresa, que precisamente quiere modificar la ley de PP y Vox. Eso sí, agradece al Gobierno central que haya dado garantías de que, independientemente del resultado de la proposición de ley, “en el futuro no existe la posibilidad de conceder derechos de agua adicionales del acuífero”.
“Aves icónicas” a la baja
El tercer motivo de “máxima preocupación” es la progresiva reducción del número de aves acuáticas que invernan en Doñana, con unas cifras que suponen una disminución del 54% con respecto al medio millón de pájaros que se registraron en 2005. En esta línea, considera que “es aún más preocupante” que se están alterando los patrones de invernada de los gansos grises, “al parecer debido a los impactos relacionados con el cambio climático, que requerirán una estrecha vigilancia”.
Esta brusca caída de ejemplares afecta a varias “aves icónicas”, incluyendo al ibis, la espátula, el flamenco, la garza real, la garceta común, el ganso, el águila imperial y el milano real. Asimismo, se achaca al cambio climático que las poblaciones invernantes de ánsar común “ya están comenzando a pasar el invierno en los humedales más al norte” del paraje.
El informe, elaborado en base a datos de 2022, recuerda que ese año por la sequía (como también ha ocurrido en el actual) prácticamente desaparecieron las lagunas y las marismas, dos de los cinco hábitats principales de este entorno. A ello se suma la “dramática disminución” de ciertas especies clave, sin que haya constancia de que se hayan reproducido en Doñana.
Una situación “sin precedentes”
El documento, asimismo, incide en que, aunque son normales las fluctuaciones en los patrones de lluvia, “la situación actual no tiene precedentes” y considera que “es probablemente una consecuencia del cambio climático y el debilitamiento de la resiliencia” del parque. Las sequías prolongadas también reducen la recarga de los acuíferos, “provocando impactos negativos adicionales y unas perspectivas preocupantes a largo plazo”.
Con todos estos ingredientes, con un papel relevante para la ley de amnistía de regadíos del PP, la Unesco vuelve a advertir de que Doñana va camino de perder el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad que ostenta desde 1994. Si la cosa se queda en un aviso o pasa mayores se sabrá a partir de diciembre de 2024, cuando expira el plazo que le ha dado al Gobierno español para que demuestre que se están tomando de verdad medidas urgentes.