Las cooperativas del olivar buscan alianzas contra “la tormenta perfecta”: poca aceituna y subida de gastos
El 97% de los 800 pueblos andaluces cuentan con superficie destinada al olivar; de ellos, más de 300 municipios tienen su economía y empleo ligados directamente a la producción del aceite de oliva, del que depende un tejido agroindustrial de más de 1.700 empresas. En total, más de 250.000 familias andaluzas que en estos días, además de mirar al cielo, miran unas cuentas que no salen a pesar de la subida del precio del llamado oro líquido.
Esteban Moya es uno de los más de 250.000 olivareros andaluces que este año se enfrentan a la que puede ser la segunda peor cosecha de aceite de este siglo. Sus olivos son de riego y se encuentran en la zona de Jimena y Torres, en la provincia de Jaén.
Es pesimista ante la próxima campaña de recolección de la aceituna, que comenzará en unas semanas. “No todas las parcelas están en la misma situación. Hay algunas peores donde no ha llegado ni a abrir el fruto y algunos olivos están secándose. En otros, algo mejores, hay poca aceituna, alguna más grande y otra pequeña y arrugada”.
Antonio Guzmán, de Cooperativas Agro-alimentarias, explica que están negociando fusiones para abaratar costes, como es el caso de las cooperativas de Fuerte del Rey, que ya lo hicieron el año pasado
En su caso, han empezado a regar tarde, esperando que lloviera y dejando agua de la dotación límite que les dio la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) para septiembre, época en la que se produce el aceite en el fruto. Los meses han pasado sin ver caer apenas una gota de agua y los costes de regar han sido cada vez más altos, por la subida del coste de la electricidad. Regar les supone un euro al mes por olivo. “Una ruina”, asegura.
En campañas anteriores hubo producción, pero el precio, por debajo de los 3 euros, no cubría los costes; ahora ha subido el precio, pero hay poca aceituna y los gastos se han cuadriplicado en muchos casos.
Esteban recuerda malas campañas de años anteriores como la de 2012/13, la peor de este siglo hasta ahora, cuando solo se produjeron 142.849 toneladas de aceite en la provincia de Jaén, pero añade una diferencia: hubo poco aceite, pero los gastos eran mucho menores. “Ahora todo ha subido y es inasumible. Desde los productos que hay que echarle al olivo, hasta el gasoil para la maquinaria, la electricidad para regar y en unas semanas hay que añadirle los gastos de la molturación de la aceituna”.
Las señales de la falta de agua
A los mismos problemas se enfrenta Francisco Elvira, olivarero de secano y de riego en la zona de la campiña de Jaén. La falta de agua y el estrés hídrico se aprecia a simple vista cuando paseas entre sus olivos. En la zona donde se dividen olivos de riego y secano se puede ver el cambio de color entre unos y otros.
Asegura que la falta de agua en estos cuatro últimos años ha dejado sus señales tanto en el árbol como en los frutos. Incluso, ya se puede decir que se puede comprometer la producción de la próxima. Durante el verano, cuando los olivos se encuentran en la llamada parada estival, ya se notaban los estragos de la sequía y las olas de calor: árboles con la hoja abarquillada, amarillentos, sin fruto, especialmente en los secanos.
Cooperativas, la tormenta perfecta
Apenas sí quedan unas semanas para que se generalice la recogida y molturación de la aceituna. Ya han comenzado a recoger la aceituna para los llamados aceites tempranos o Premium que, como aspecto positivo, son de excelente calidad, pero escasos, con rendimientos de incluso el 7% cuando lo normal serían rendimientos más cercanos al 20%.
Poca aceituna y subida de los gastos. De ahí que las cooperativas aceiteras estén estudiando en estos días cómo afrontar la campaña. Antonio Guzmán, gerente en Jaén de Cooperativas Agro-alimentarias, explica que son muchas las reuniones que se están sucediendo, negociando fusiones para abaratar costes, como es el caso de las cooperativas de Fuerte del Rey, que ya lo hicieron el año pasado. Otras piden consejo para hacer acuerdos inter cooperativos, es decir, para molturar este año la aceituna juntas, como las de Carboneros, pero sin fusionarse.
El principal gasto de las cooperativas se produce en el periodo de molturación, y es el de personal y el de la electricidad. En los dos últimos años este coste ha aumentado más de un 400%, con el añadido de que en esta cosecha ese coste fijo se divide entre menos cantidad de aceituna.
“Es la tormenta perfecta”, asegura Guzmán, que insiste en que la diferencia con campañas anteriores de muy baja producción es que este año “los costes son desorbitados” y el precio que alcance el aceite no cubre los gastos de producirlo.
Los números
Según los cálculos realizados por Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, si el precio medio del megavatio/hora del 1 de enero al 31 de agosto de 2020 (según Red Eléctrica Española) era de 35,20 euros, en el mismo periodo de 2022, el precio medio se establecía en 191,40 euros.
Teniendo en cuenta que el precio medio del aceite, según Poolred a fecha de agosto, era de 3,80 euros el kilo, supondría al sector unas pérdidas económicas estimadas, como mínimo, en más de 1.700 millones de euros. Si el 67% del sector productor de aceite en Andalucía está representado por las cooperativas agroalimentarias, las pérdidas en estas empresas de economía social ascenderían a 1.143 millones de euros. Aunque es verdad que en la última semana los precios medios han alcanzado los 4,30 euros el kilo, es poco el aceite que queda y poco el que se prevé.
La mitad del aceite de oliva
No es raro conducir por cualquier carretera de la provincia de Jaén y ver a los lados olivos con ramas secándose. La situación actual está marcada por varios años de sequía y el déficit de precipitaciones de los ciclos hidrológicos 2020-2021 y 2021-2022, que ha conllevado la declaración de sequía y, por tanto, falta de dotaciones de riego en la mayor parte de zonas productoras.
Las previsiones, según los datos oficiales del aforo hecho público por la Junta de Andalucía hace apenas unos días, estiman una producción de 587.000 toneladas de aceite en Andalucía, un 49,1% menos que la cosecha anterior, y un 47,5 % menos que la media de las últimas cinco campañas.
En Jaén, principal provincia productora a nivel mundial, las previsiones son aún peores, con una reducción del 60% de la cosecha, 200.000 toneladas. Lo que supondría ser la segunda peor cosecha desde que se registran datos. La peor fue la de 2012/13 cuando se produjeron 142.849 toneladas de aceite. También fueron malas campañas las de 2014/2015 con 221.540 toneladas de aceite y la de 1999/2000, con 221.551 toneladas.
Reivindicaciones históricas y nuevas
Estos datos no cogen por sorpresa a las organizaciones agrarias que llevan avisándolo desde hace meses y que ahora insisten en hacer valer sus reivindicaciones para el sector, algunas históricas y otras nuevas a causa de la guerra de Ucrania o la inflación.
El gerente y portavoz de ASAJA-Jaén, Luis Carlos Valero, ha subrayado la necesidad de una política hídrica acorde con las necesidades y el aplazamiento de la nueva PAC hasta el próximo año, “para ver al menos si realmente se pueden aplicar los ecoesquemas y las ayudas que ahora nos sentaremos a negociar”. También ha recordado que los costos de los riegos son inasumibles.
UPA Andalucía estima unas pérdidas de al menos 1.700 millones de euros. Cristóbal Cano, secretario general de UPA-A considera necesaria una profunda reflexión sobre un Plan Hidrológico del Guadalquivir que sea justo para el olivar tradicional, que resarza los sucesivos incumplimientos, con un mayor esfuerzo en infraestructuras nuevas que sirvan de acopio del agua.
Finalmente, el responsable de Olivar en COAG Andalucía, Juan Luis Ávila, ha pedido un paquete específico de ayudas al sector, tanto autonómico como nacional, con medidas como la reducción del IVA a las comunidades de regantes, y un incremento del IVA compensatorio.
Insiste en que hay que tener en cuenta que el escenario de esta campaña es aún más complicado que el de años anteriores, ya que a la sequía se le suma el desorbitado aumento de los costes de producción (energía, fitosanitarios…) a causa de la guerra en Ucrania, así como la puesta en marcha de la nueva Política Agraria Común (PAC). De hecho, Juan Luis Ávila asegura que los ecoesquemas recogidos en el Plan Estratégico de la PAC, aprobado por el Ministerio de Agricultura, no se pueden aplicar en esta coyuntura, y la incertidumbre va a hacer que muchos agricultores no los soliciten.
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