Cuando se le pregunta por el nombre con el que desea aparecer en el reportaje, esta señora que acaba de recuperar de Bankia los ahorros de toda su vida duda: “No sé [silencio]. Es que ahora no sé… ¿A usted qué le parece?”. Al final elige: “Bibiana”. No quiere que nadie la reconozca ni le recuerde su historia. Acaba de recuperar más de 100.000 euros que un día de 2009 entregó a la entidad financiera para suscribir participaciones preferentes. Por orden del juzgado de primera instancia número siete de Málaga, Bankia le ha devuelto 100.667,68 euros y los intereses a esta mujer de 69 años ya jubilada. La jueza condenó al banco porque considera que la mujer no podía conocer el alcance de su inversión. La entidad, que no ha recurrido, se aprovechó de su desconocimiento.
Un día Bibiana invirtió los ahorros de toda su vida en un producto financiero de alto riesgo. Hasta entonces había guardado unos 120.000 euros en depósitos, fondos de inversión y otros instrumentos donde es casi imposible perderlo. Donde le decía el director de su banco. Pero ese día, en mayo de 2009, el director (ella dice que era su amigo) le ofreció otra cosa, la convenció de que era lo mejor y la señora lo invirtió todo en preferentes. Así recuerda ahora la conversación: “Me chocó el plazo perpetuo. Dije: ”¿Esto qué es, esto de perpetuo?“. Me dijo: ”Si necesitas el dinero en 48 horas lo tienes, no te fijes en eso. Ya mismo estás jubilada, tendrás tu pensión, no te hace falta de momento“”.
Y así desapareció lo que esta mujer ahorró durante años. “Si me tocara una primitiva no le daría tanta importancia, pero esto es fruto de muchos sacrificios, de muchas privaciones. Es lo que yo he ganado toda mi vida. Y de repente me dicen que no está”. Lo que ocurrió es que ese dinero había sido invertido en una emisión de participaciones preferentes de Bankia, un producto financiero a perpetuidad y con escasas posibilidades de venta, menos aún después del desmoronamiento de la entidad y el posterior rescate. Ella se dio cuenta cuando el asunto trascendió a los medios de comunicación: “Cuando me venían los resúmenes mensuales me dije: ”¿Esto qué es, que ya no tengo nada ahí?“”. En la oficina le dieron largas (“No te preocupes, que el dinero no lo pierdes”) y en mayo de 2014 optó por interponer una demanda. Su caso es uno de los cerca de 238.000 afectados por la comercialización de participaciones preferentes de la entidad presidida, sucesivamente, por Miguel Blesa y Rodrigo Rato. La mayoría, en torno al 80%, acudieron al arbitraje.
“No se les informaba realmente del riesgo”
La sentencia, ya firme, declara nulo el contrato suscrito por la mujer. En el test que las entidades financieras debían presentar a sus clientes se preguntaba lo siguiente: “¿Conoce y entiende usted las variables que intervienen en la evolución de este producto, como son la naturaleza de la Deuda Perpetua o Participaciones Preferentes, que no disponen de una fecha de vencimiento predefinida y su valoración está influida por la evolución de los tipos de interés a largo plazo (…)?”. Con una cruz rellenada por el propio banco, contestó que conocía “el funcionamiento general”. Sin embargo, el director de la oficina admitió en el juicio que “no se les informaba realmente del riesgo, de que se trataba de una deuda perpetua, sólo les decía que era a largo plazo”. Las preferentes son títulos emitidos a perpetuidad con una rentabilidad variable, muy dependiente de la situación del emisor y de los mercados financieros. La Audiencia Nacional investiga si la comercialización de estos productos por parte de Caja Madrid (actualmente Bankia) fue un fraude ideado para tapar la mala situación financiera de la entidad.
Quien compró preferentes hizo una inversión de alto riesgo para siempre. El caso es un ejemplo paradigmático de muchas otras situaciones: el propio trabajador del banco admitió en el juicio que buscaban bolsas de clientes con ahorros ya depositados en la entidad y que evitaban a los más cualificados, según relata Carlos Álvarez Cazenave, de Álvarez Iglesias Cazenave Abogados, que ha representado a Bibiana en el procedimiento. “Pasó de tener un perfil conservador y ahorrador a un perfil de riesgo en un día”, explica Álvarez. La operación de cancelar sus depósitos y traspasar los ahorros al nuevo vehículo de inversión se realizó en minutos.
La mujer insiste en que cuenta su historia para que quienes estén en su misma situación se olviden de demandas colectivas o fórmulas como el arbitraje: “Hay que confiar en la Justicia”. En estos años ha aprendido terminología financiera y se ha hecho más desconfiada: “Yo no he hecho nunca estas operaciones, yo no soy un broker. Estoy chapada a la antigua y creo que en un banco no van a engañar a una. Pero ya está una desengañada de todo”, lamenta. Pese a todo, hay cosas que sigue sin comprender: “Antes, cuando se ponía el dinero en el banco era para tener una seguridad. Y ahora de la noche a la mañana, se ha volatilizado”.