El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
Cuando la abstención entra en la cocina
Una de las principales razones por las que las encuestas tienen dificultades a la hora de pronosticar resultados electorales pasa por saber quién va a ir a votar. Por supuesto, las encuestas suelen preguntar también por ello, pero nuestras respuestas a esa pregunta son tan ciertas como las que daríamos a la pregunta de si el domingo iremos a comer a casa de mamá, si el jueves iremos a clase de yoga o si vamos a ver el partido de cuartos de final de España en la Eurocopa.
Es decir, algunos no se van a perder seguro esas actividades porque son su prioridad absoluta y no faltan nunca a la cita; otras no tienen ninguna duda de que no les interesan y que por tanto no irán, pero hay mucha gente que tiene cierto interés por ellas pero terminará decidiendo si va o no va un rato antes, en función de planes alternativos, menús, cuñados asistentes y cansancios o resacas.
La segunda dificultad parte de que estas personas normalmente no van a contarle su vida a la entrevistadora, poniéndole por delante todas esas dudas y consideraciones. Sus opciones pueden ir por dos caminos: o tiran mentalmente la moneda al aire y responden sí o no a la pregunta de si van a ir a votar, mitad al azar, mitad en función de lo que han hecho otras veces; o bien, miran a la entrevistadora, piensan “¿qué espera esta chica que yo le diga?” y optan por la respuesta socialmente más aceptable, el sí.
¿Qué puede hacer ante esta situación el analista que tiene la encuesta delante? Para empezar, si ha sido previsor y el contexto se lo ha permitido, habrá hecho alguna otra pregunta adicional que le permita tratar de pronosticar si la persona entrevistada votará realmente. Lo más habitual es que, dado que el “no iré a votar” es la respuesta más difícil en un contexto de cierta presión social favorable al voto (algo menos extendida entre jóvenes y que por tanto podría no aparecer en un contexto de entrevistado y entrevistadora jóvenes), tomemos esa respuesta como una verdad definitiva.
Predecir el comportamiento
Por el contrario, con las personas que han dicho que votarán (si tenemos alguna pregunta complementaria en la que basarnos) y, sin duda con aquellos que explicitan su duda de si van a ir a votar, toca iniciar el proceso de tratar de pronosticar su comportamiento. ¿Fue a comer a casa de mamá el pasado domingo? ¿Cuánto le interesa el yoga de 0 a 10? ¿No pudo dormir cuando eliminaron a España del mundial? Las respuestas a estas preguntas podían ayudarnos a saber qué hará dentro de unos días, aunque ni el propio entrevistado sepa hoy si irá a votar.
Un experimento reciente desarrollado en colaboración entre el IESA-CSIC y el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha permitido medir ese componente de deseabilidad social de la participación y tratar de acercarnos a maneras más precisas de poder medir la abstención, aunque sea en este caso en encuestas post-electorales. Le preguntamos a los entrevistados por su voto en las elecciones generales de 2011. A una parte de la muestra les hicimos la pregunta habitual: enunciado breve y respuesta afirmativa y negativa al mismo nivel. Por el contrario, a otra parte, les ofrecíamos un enunciado que legitimaba la abstención, dejando muy claro que es un comportamiento muy habitual y a la vez les ofrecía varias maneras de poder decir que a veces votan y que solo esta vez no lo hicieron. Mientras que en el primer formato de pregunta solo un 22% reconoció no haber votado (28% fue la cifra real), la cifra creció hasta un 30% con la segunda.
En definitiva, los abstencionistas están ahí y tenemos que seguir trabajando para encontrar las maneras de captarlos y predecir su comportamiento de la forma más fidedigna posible. Aunque tú no sepas lo que vas a hacer este domingo, los expertos en encuestas van a seguir estrujándose los sesos a ver si pueden adivinarte, tratando de hacer algo que quizás va más allá de sus posibilidades, predecir el futuro.
Una de las principales razones por las que las encuestas tienen dificultades a la hora de pronosticar resultados electorales pasa por saber quién va a ir a votar. Por supuesto, las encuestas suelen preguntar también por ello, pero nuestras respuestas a esa pregunta son tan ciertas como las que daríamos a la pregunta de si el domingo iremos a comer a casa de mamá, si el jueves iremos a clase de yoga o si vamos a ver el partido de cuartos de final de España en la Eurocopa.
Es decir, algunos no se van a perder seguro esas actividades porque son su prioridad absoluta y no faltan nunca a la cita; otras no tienen ninguna duda de que no les interesan y que por tanto no irán, pero hay mucha gente que tiene cierto interés por ellas pero terminará decidiendo si va o no va un rato antes, en función de planes alternativos, menús, cuñados asistentes y cansancios o resacas.