El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
Lo que el fuego se llevó
En junio de 2017, presuntamente debido a la negligencia humana, Doñana se enfrentó al peor incendio que haya conocido jamás. Durante diez días, más de diez mil hectáreas fueron cambiando la verde esperanza por el negro luto, y si bien, las llamas no penetraron en el parque nacional, el corazón de este paraje Patrimonio de la Humanidad, más del 70% de las hectáreas quemadas se encontraron dentro del parque natural. Cerca de 2000 personas desalojadas del Parador de Mazagón y zonas vecinas, 50000 personas aisladas en Matalascañas tras el corte de las carreteras, crías de lince trasladadas a otros centros, ejemplares adultos liberados, en fin… Esto es solo un ejemplo más de las situaciones que pueden llegar a vivirse a partir de estas fechas por estas latitudes. Según datos del Ecobarómetro recogidos cada año desde el 2001, los incendios forestales siguen siendo la primera preocupación medioambiental de los andaluces.
Un viejo conocido: el fuego
Todo esto hace comprensible el hecho de que hoy día vivamos en una sociedad en la que la palabra fuego solo traiga a la cabeza una serie de pensamientos negativos, y el sensacionalismo de los medios de comunicación tampoco es que ayude mucho. Pero no debemos olvidar que el fuego ya existía antes que nosotros, que su origen acompaña a la aparición de las plantas terrestres y de los primeros sistemas forestales. De hecho, en los ecosistemas mediterráneos, el fuego es el agente de perturbación natural más importante y desempeña un papel clave en la dinámica y la estructura de las comunidades animales y vegetales, moldeando los ecosistemas y siendo necesario para el inicio del proceso de regeneración y sucesión ecológica. Como resultado de miles de años conviviendo con el fuego, una gran variedad de especies de plantas autóctonas de ambientes propensos a incendios, como en gran parte de la península ibérica y otras áreas de la región mediterránea, presentan adaptaciones a los incendios. La capacidad de rebrotar tras el fuego, la capacidad de germinar a partir de semillas que solo se activan por el calor o por el humo, o la posesión de cortezas gruesas son algunos ejemplos de ellas.
Sin embargo, el régimen natural de los incendios forestales ha cambiado en las últimas décadas, debido a las actividades humanas, a un régimen antrópico caracterizado por un aumento en la frecuencia, la intensidad y los patrones espaciales fundamentalmente. Este cambio puede tener consecuencias importantes para la estabilidad de los ecosistemas, por lo tanto, comprender las respuestas de las comunidades de los organismos al fuego es de vital importancia para predecir sus consecuencias en los ecosistemas forestales mediterráneos y establecer unas estrategias de gestión y conservación adecuadas.
Efectos del fuego
Aunque el principal efecto directo de los incendios forestales es la destrucción masiva de la flora, sus efectos indirectos son diversos y complejos de estudiar. Y si bien existe una amplia literatura acerca de las respuestas de diversas especies vegetales al fuego, por otro lado, la comprensión de cómo la fauna responde al fuego es mucho más limitada y el papel evolutivo que tiene el fuego en los animales todavía se pasa por alto. Los resultados de un reciente estudio llevado a cabo por nuestro grupo de investigación, y enviado a una prestigiosa revista de ecología forestal, muestran cómo el incendio en un bosque mediterráneo afectó de forma diferente la estructura y composición de las comunidades de hormigas y arañas de la zona, tanto en su diversidad taxonómica como en la funcional. Además, tanto en hormigas como en arañas, observamos dos grupos de especies: en las zonas quemadas, las especies tienen rasgos de su historia de vida que promueven la supervivencia, persistencia y colonización de áreas abiertas, y, en las zonas que el fuego no alcanzó, las especies tienen rasgos más típicos de organismos que viven en hábitats con vegetación.
Sea como fuere, a grandes rasgos, existen dos tipos de escenarios donde estudiar los efectos que tiene el fuego sobre las comunidades de organismos de las zonas propensas a incendios. En uno de ellos, se estudia los efectos que ha tenido el fuego una vez ocurrido el incendio, algo así como llegar al lugar del crimen después de haberse cometido el mismo. La otra opción es usar el fuego cómo herramienta de gestión para alcanzar un objetivo deseado. Esta opción es conocida como quema prescrita y ofrece la ventaja de poder estudiar la zona tanto antes como después de quemarla.
El proyecto CILIFO
El proyecto CILIFO: Centro Ibérico para la Investigación y Lucha contra los Incendios Forestales, es un proyecto de Cooperación Transfronteriza España – Portugal – Interreg POCTEP, que nos ofrece un marco perfecto donde estudiar los efectos del fuego sobre la fauna y la dinámica de recuperación de sus comunidades desde cada una de las perspectivas citadas.
Tres de las cuatro zonas de estudio en las que la Estación Biológica de Doñana trabaja dentro de CILIFO son sistemas de coníferas afectados por un incendio forestal en 2017, una de ellas es el mismo incendio de Doñana. La cuarta zona de estudio se encuentra en el interior del Parque Nacional de Doñana donde en octubre de 2020 se llevaron a cabo la quema prescrita de tres parcelas de monte mixto de una hectárea cada una, con objeto de rejuvenecer estos ecosistemas y mejorar el hábitat del conejo, una presa clave para animales tan emblemáticos y amenazados como el lince ibérico o el águila imperial.
Algunas de las tareas que estamos llevando a cabo dentro del proyecto CILIFO es el seguimiento de las comunidades de artrópodos y vertebrados en las zonas de estudio. El estudio de las comunidades de artrópodos epigeos es llevado a cabo mediante la colocación de trampas de caída, sin embargo, para el seguimiento de las comunidades de polinizadores empleamos transectos directos, censos focales en plantas con flor y la colocación de unas trampas que simulan flores conocidas como trampas Moericke. En relación al seguimiento de las comunidades de vertebrados, mediante la instalación de cajas-nido para paseriformes y el monitoreo de la ocupación de éstas perseguimos favorecer la reaparición de especies que han perdido sus lugares naturales de nidificación por causa del incendio de Doñana de 2017. Para valorar la eficacia de esta actuación de restauración estamos llevando a cabo también un seguimiento de los paseriformes en las parcelas experimentales mediante censos visuales y auditivos. Por otro lado, para el seguimiento de las comunidades de mamíferos, empleamos el uso de cámaras de fototrampeo, trampas Sherman para capturar micromamíferos y grabadoras que recogen los ultrasonidos emitidos por los murciélagos.
En definitiva, una serie de actuaciones que nos ayudarán a conocer las respuestas al fuego en diferentes taxones con objeto de mejorar nuestra capacidad de predecir las respuestas de los ecosistemas, y también, a mejorar la forma en que gestionamos la conservación de la biodiversidad y el hábitat frente a los cambios globales.
Sobre este blog
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
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