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Museos de ciencia: construir experiencias

Miguel Ferrer

Delegación CSIC Andalucía —

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La divulgación de la ciencia se ha incorporado de forma irreversible a la difusión de la cultura. Y, en ella, los museos de ciencia son absolutos protagonistas. Un informe de asistencia y penetración en públicos de estos centros dirigido por el antropólogo Pablo Francescutti arroja una cifra anual de visitantes a museos de ciencia, tecnología y planetarios en España cercana a los cinco millones de personas, situándolos como agentes relevantes en el encuentro entre las personas y la investigación. Según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en la actualidad hay en España 121 museos de ciencia.

Además del interés creciente del público por estas temáticas, y lo valioso de la colaboración privada, mucho tiene que ver el impulso desde la esfera pública. La potenciación y creación de redes estables de divulgación y difusión científico-tecnológicas fue, en 2007, una de las líneas de actuación de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), que se materializó con la creación de la Red Nacional de Museos y Centros de Ciencia, Tecnología e Innovación. En esta red de museos existen desde pequeños centros de carácter local hasta gigantescos contenedores con vocación internacional; existe iniciativa privada, fundaciones mixtas, sector público, administraciones estatales, autonómicas o locales; y más aún, a veces los centros disponen de una importante autonomía de funcionamiento y en otros casos son únicamente servicios dentro de instituciones mayores en las que no solo se realizan actividades relacionadas con la cultura científica y tecnológica.

Éste último es el caso del Museo Casa de la Ciencia de Sevilla, que pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cumple hoy cuatro años de andadura y tengo el placer de dirigir. Y como cada vez que cumplimos años nos asalta la nostalgia, esta efeméride me ha llevado a reflexionar sobre el papel de los museos en la sociedad.

La palabra museo viene del latín mouseion, que significa “templo dedicado a las 9 musas guías de los espíritus y fuente de inspiración de la música, poesía, artes y ciencias”. Los museos, son en realidad herederos del coleccionismo medieval y se han desarrollado al mismo tiempo que la sociedad. Sus cambios han dependido de las modas sociales e intelectuales de cada época y su razón de ser ha sido determinada por el poder científico, cultural y, por supuesto, económico. Así, hasta la segunda mitad del siglo XIX se puede hablar de un boom en esta actividad orientada hacia el arte. A partir de ahí comenzaron a aparecer tímidamente los museos de ciencia, unidos al poder, dado que en los diferentes países se crearon como muestra del desarrollo científico y desde sus orígenes han tenido vocación educativa.

En Francia, la revolución dio paso al Conservatorio de Artes y Oficios, primer Museo de Ciencia y Tecnología de este país. En Gran Bretaña, The Science Museum surgió gracias a la gran exhibición industrial de mitad del siglo XIX. Después el turno le llegó a Alemania con el Deutsches Museum, que abrió sus puertas en 1925. Al otro lado del océano, se trabajaba en la construcción del Smithsonian Institution, gracias al legado del británico James Smithson, quien destinó su dinero a la creación de una institución en Washington a pesar de haber participado en diferentes sociedades científicas de su país. Sin embargo, no se tenía claro qué tipo de entidad debía crearse ni cómo debía ser. En 1846, el Congreso de los Estados Unidos le adjudicó una función: ser la institución responsable de la investigación y administrador de las colecciones nacionales. Y aquí, en España, el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales fue creado por el Rey Carlos III, en 1771, como Real Gabinete de Historia Natural. A lo largo de la historia ha cambiado su nombre por: Real Museo de Ciencias Naturales en 1815, en 1847 por Museo de Historia Natural, en 1857 por Museo de Ciencias Naturales de Madrid. El nombre actual fue otorgado en 1913 y, desde 1939, es gestionado por el CSIC.

Hoy, los museos de ciencia han cambiado: buscan construir relaciones diferentes dentro de la sociedad: acercarse al público, hablarle y escucharle. El visitante es protagonista. En esa dirección debemos trabajar: hacer que las personas vivan experiencias y participen de la vida del Museo. En esa tarea estamos en el Museo Casa de la Ciencia. En estos cuatro años nos han visitado más de 250.000 personas, hemos exhibido decenas de exposiciones y realizado centenares de actividades para todos los públicos. Pero no nos importan los números. Ni siquiera el coste, porque es baladí comparado al coste potencial de su ausencia.

Nos importa el saber que estamos siendo capaces de contribuir a la comprensión de la ciencia y a formar a una sociedad más crítica en nuestro entorno. Nos importa cumplir la misión que tenemos encomendada del CSIC, la institución madre, de fomentar la cultura científica y dar visibilidad a lo que se dedican nuestros investigadores e investigadoras. Y nos importa aprender de los errores, en estos cuatro años, para mejorar y dar un mejor servicio a los ciudadanos. Decía Peter Drucker, padre fundador del management, que “la mejor forma de predecir el futuro, es crearlo”. Si nos dejáis, seguiremos creando y construyendo este pequeño museo de ciencia para todos.

La divulgación de la ciencia se ha incorporado de forma irreversible a la difusión de la cultura. Y, en ella, los museos de ciencia son absolutos protagonistas. Un informe de asistencia y penetración en públicos de estos centros dirigido por el antropólogo Pablo Francescutti arroja una cifra anual de visitantes a museos de ciencia, tecnología y planetarios en España cercana a los cinco millones de personas, situándolos como agentes relevantes en el encuentro entre las personas y la investigación. Según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en la actualidad hay en España 121 museos de ciencia.

Además del interés creciente del público por estas temáticas, y lo valioso de la colaboración privada, mucho tiene que ver el impulso desde la esfera pública. La potenciación y creación de redes estables de divulgación y difusión científico-tecnológicas fue, en 2007, una de las líneas de actuación de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), que se materializó con la creación de la Red Nacional de Museos y Centros de Ciencia, Tecnología e Innovación. En esta red de museos existen desde pequeños centros de carácter local hasta gigantescos contenedores con vocación internacional; existe iniciativa privada, fundaciones mixtas, sector público, administraciones estatales, autonómicas o locales; y más aún, a veces los centros disponen de una importante autonomía de funcionamiento y en otros casos son únicamente servicios dentro de instituciones mayores en las que no solo se realizan actividades relacionadas con la cultura científica y tecnológica.