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So That Men Are Free: ciencias sociales, modernización e indigenismo

Pocos objetivos más loables puede encontrar la ciencia que hacer libre a los hombres y, de paso, a las mujeres. Algo así era el argumento del documental que, con el título So that men are free (Para que los hombres sean libres) se difundía en los cines y televisiones de los Estados Unidos de América en 1963 y que hoy podemos ver en Internet. Incluso podemos leer la transcripción de lo que se dice en el documental en los archivos de la Universidad de Cornell. En ese mismo archivo digital de esta universidad norteamericana se encuentra una amplia documentación sobre el Proyecto Perú Cornell de antropología aplicada y que se desarrolló en la población de Vicos desde 1952.

Fue un proyecto en el que la antropología, como ciencia aplicada, diseñó y desarrolló un experimento de cambio social como si se tratara de un laboratorio de ingeniería. Este experimento debía de servir como campo de pruebas de las principales tesis de la teoría de la modernización (innovación tecnológica, mejora del capital humano, democratización política, acceso a los mercados) y como escuela de formación de nuevos antropólogos que ejercieran de expertos del cambio social en sociedades atrasadas. Ver el documental antes señalado o revisar parte de la muy copiosa documentación que el proyecto produjo y las polémicas que generó nos informan de unas décadas en las que las ciencias sociales se institucionalizaron como saberes para guiar la historia de las sociedades, evitando las abruptas convulsiones que se habían vivido en la primera mitad del siglo XX.

En junio de 2017 hemos visitado el centro poblado de Vicos, perteneciente al distrito de Marcará, en la provincia de Carhuaz, departamento de Ancash, Perú. Hoy es fácil echar un vistazo aéreo a la zona desde la pantalla del ordenador. Incluso es relativamente fácil llegar al lugar y alojarse en alguno de las casas de turismo “experiencial” que, con la ayuda de algunas ONG, se han instalado en la localidad. En los años cincuenta este acceso también era posible, pero en muy distintas condiciones.

Con nuestra visita, buscamos reconocer el espacio humano y geográfico en que aquel experimento ocurrió. No hay más señales que distingan a Vicos de otras comunidades que los propios discursos de una historia singular, en la que una población indígena que pertenecía, como pertenecen otros bienes y recursos, a una hacienda, compró la propiedad de ésta y se transformó en comunidad indígena. Proceso promovido por un departamento de antropología de una universidad gringa y el Instituto Indigenista Peruano. Hoy esa comunidad ha crecido en gentes, en casas, en iniciativas y en poder político. Es una comunidad donde la vida es dura y los observadores que llegamos de lejos podemos caer en estereotipos y exotismos, incluso cuando conocemos el área desde hace años y la hemos estudiado de manera académica.

Una utilidad más que demostrada

No son pocos los que quieren justificar la labor científica en función de su utilidad para las sociedades y las personas, como los casos en que se desarrolla una nueva tecnología o un nuevo medicamento. Y no son pocos los casos en que, como se ha señalado en alguna otra entrada de este blog, luego se muestra que la investigación tenía algún sesgo en función de quienes la financiaban o de supuestos menos rigurosos de los que podían haber sido. Igual las ciencias sociales pugnan por mostrarse útiles y ganar legitimidad social así como financiación. Y sí que tienen una utilidad más que demostrada, aunque sufren mucho las evaluaciones a posteriori en las que sus avances y éxitos aparecen marcados por la parcialidad ideológica y la dependencia de los poderes del momento.

Hoy vemos aquel documental, visitamos el pueblo de Vicos y evaluamos la historia del experimento, y nos resulta difícil decir si aquel proyecto en pos de la libertad de los hombres y los pueblos, de su historia, tal como nos lo relata el documental ya referido, no fue más que una anécdota en el curso general del Perú y de las sociedades andinas para las que quiso ser un hito en su transformación y modernización.

En nuestro proyecto de investigación sobre el campo indigenista (el Proyecto “Los reversos del indigenismo”) hemos encontrado muchas “anécdotas” de este tipo que se diluyen en la inmensidad de las sociedades, como hoy se diluyen tantos propósitos de orientar el cambio social de manera razonada y, en ocasiones, científica. Conocer en sus propios términos aquellos experimentos no es una razón menor para el conocimiento científico, pero además nos ayuda a plantearnos mejor los retos del cambio social del presente.

Pocos objetivos más loables puede encontrar la ciencia que hacer libre a los hombres y, de paso, a las mujeres. Algo así era el argumento del documental que, con el título So that men are free (Para que los hombres sean libres) se difundía en los cines y televisiones de los Estados Unidos de América en 1963 y que hoy podemos ver en Internet. Incluso podemos leer la transcripción de lo que se dice en el documental en los archivos de la Universidad de Cornell. En ese mismo archivo digital de esta universidad norteamericana se encuentra una amplia documentación sobre el Proyecto Perú Cornell de antropología aplicada y que se desarrolló en la población de Vicos desde 1952.

Fue un proyecto en el que la antropología, como ciencia aplicada, diseñó y desarrolló un experimento de cambio social como si se tratara de un laboratorio de ingeniería. Este experimento debía de servir como campo de pruebas de las principales tesis de la teoría de la modernización (innovación tecnológica, mejora del capital humano, democratización política, acceso a los mercados) y como escuela de formación de nuevos antropólogos que ejercieran de expertos del cambio social en sociedades atrasadas. Ver el documental antes señalado o revisar parte de la muy copiosa documentación que el proyecto produjo y las polémicas que generó nos informan de unas décadas en las que las ciencias sociales se institucionalizaron como saberes para guiar la historia de las sociedades, evitando las abruptas convulsiones que se habían vivido en la primera mitad del siglo XX.