En el ámbito flamenco, no hay nadie que no conozca a Kyoko, y no la quiera. La periodista japonesa, después de toda una vida divulgando esta música, se ha ganado el corazón de los artistas, de los técnicos, de los periodistas y de los simples aficionados con su forma de ser llana, sencilla y discreta, que se acompaña de un profundo amor por el cante, el baile y el toque.
Por todo ello, el Festival Guirijondo de Palomares del Río (Sevilla), dedicado al flamenco que hacen quienes no son españoles, ha decidido en su segunda edición rendirle homenaje concediéndole el galardón 'Cristina Heeren' por toda su trayectoria.
Shikaze (Osaka, 1962) recuerda que su primer contacto con los sonidos bajoandaluces fue la película Carmen de Carlos Saura. “Me gustaban los musicales y fui a ver la película Jesucristo Superstar por tercera vez en un cine chiquitito, donde ponían Carmen también”, dice. “La vi como una película española y me gustó, pero ya está. Antonio Gades me pareció muy atractivo, nada más. Sin embargo, un tiempo después me enteré de que venía Gades con su compañía a Japón y fui a verlo, y ahí me quedé muy muy impactada con el flamenco. Sobre todo, final del espectáculo, con aquellos ritmos y palmas”.
Aquello sucedió en 1986, cuando la futura periodista contaba apenas 24 años. Pasar de la pantalla a las sensaciones del directo provocó que cayera, como ella misma dice, “al fondo del pozo. Me puse a aprender flamenco, aunque yo no bailo ni canto, y tampoco toco guitarra, pero fue un placer. Cuando te enamoras de alguien, quieres saber todo de él, y eso me ha ocurrido a mí con este arte. Quería conocerlo, así que compré libros: había dos libros en japonés solamente por aquel entonces. Y discos de vinilo, de la colección de Hispavox. Y fui a una academia de baile, a una academia de palmas…
Examen de jondura
Pocos años antes, en 1984, se había lanzado en Japón la revista especializada El Patio, que empezó con una tirada de 200 ejemplares y llegó a los 15.000, aunque en los últimos años cayó por debajo de los 5.000. Kyoko Shikaze se incorporó a esta publicación, y durante muchos años fue su corresponsal en España. Así fue haciéndose consciente de que no estaba sola en su pasión flamenca, pero tardó en entender por qué en su país la gente se vuelve tan loca con este fenómeno.
“Cuando me preguntan por esto, yo contesto siempre que el flamenco es muy bueno y nosotros tenemos muy buen gusto”, asevera. “El flamenco es un arte de expresión de sentimiento y sus expresiones son impresionantes, es muy crudo, muy de verdad. Llega a todos que lo sienten, creo. Los japoneses, por tener rasgos diferentes, llamaban desde siempre la atención de los españoles, pero desde siempre los extranjeros han estado volcados con el flamenco”.
Por su parte, Shikaze se sintió bien acogida desde el principio, “aunque algunos me han hecho exámenes, uno que me pidió que dijera alguna letra por seguriya, otro que se rio de mí cuando yo dije que escribía de flamenco… Pero al final me han tratado bien. Creo que en general los artistas flamencos tienen mucho respeto a los aficionados, y si se dan cuenta que te gusta el flamenco de verdad, te tratan como a uno más. El amor y el respeto abre todas las puertas, eso ocurre en el flamenco y en otras cosas”.
Las anécdotas se acumulan en la memoria de Shikaze. “He conocido a muchos artistas, pero no a todos”, puntualiza con modestia. Se sabe, por ejemplo, que Paco de Lucía le tenía un gran aprecio. “Lo conocí personalmente en 1990, cuando estrenó el Concierto de Aranjuez en Japón y fui tour manager de él en su última gira por el país. En esa gira quería jugar futbol con aficionados de allí, aunque el partido hubo de ser suspendido por una tormenta”, evoca. Pero también es amiga de figuras más jóvenes, como Israel Galván, “a quien conocí con la obra Por aquí te quiero ver de Manolo Soler. Es muy bético, pero me felicita cuando el Sevilla gana un título”.
Mensaje a los españoles
Cuando se le pregunta si ha cambiado mucho el flamenco desde que ella empezó a interesarse por él hasta hoy, se encoge de hombros: “Como lo demás, todo cambia”, explica. “Cuando muere un artista se lleva con él su arte, pero alguna esencia queda en la memoria, o en Youtube. Su espíritu, su núcleo, sigue. En todo caso, el flamenco me sigue dando a mí energía, mis momentos más felices, los que me suben al cielo y me dan ganas de vivir, son aquellos en los que escucho flamenco”.
Actualmente, Shikaze sigue colaborando con varios medios digitales, pero el hueco que dejó El Patio tras su cierre “es inmenso, en Japón ya no sé dónde buscar informaciones de actuaciones, o de artistas locales, etc”, se lamenta.
En cuanto al galardón que le concede esta semana el Festival Guirijondo, afirma que “Estoy muy, muy agradecida. A lo mejor ya tengo cierta edad”, sonríe. “Como este festival se enfoca al flamenco nacido fuera de España, me parece bien que todos conozcan que el flamenco es un arte maravilloso que traspasa fronteras y, aunque ha nacido en Andalucía, España, es un arte universal”.
“Nadie cuestiona a los nacidos fuera de Estados Unidos por tocar jazz o bailar ballet clásico. Si toca bien toca bien, si baila bien, la nacionalidad no importa, aunque a los nacidos fuera nos cuesta más trabajo llegar a un buen nivel. Valorar el arte de los nacidos fuera de las fronteras españolas, es valorar su trabajo y, a la vez, el valor propio de flamenco, del que muchos españoles no quieren ser conscientes”.