A pesar de su veteranía, Luis Gordillo (Sevilla, 1934) es un creador, un pintor de referencia internacional, en permanente contacto con la actualidad y con las inquietudes de sus generaciones posteriores. Estos días en su ciudad natal, ha aprovechado para visitar los estudios de artistas que, aún en la treintena, se sienten fuertemente atrapados bajo su magisterio. Ajeno a la misantropía que puede presumírsele a un pintor, Gordillo se pasea por exposiciones, conoce lo que se hace aquí y allá, le hace guiños al mundo digital, y quizás por eso, y por su sempiterno espíritu burlón –sólo al alcance de los genios- hace gala de un hilarante descreimiento respecto a su obra y su figura. Lo que por, por sus orígenes, podría denominarse guasa sevillana. “¿Qué si me influyen lo que veo y los pintores con los que me relaciono? Señorita, ¡¡pero si yo lo copio todo!!”.
Lejos de ser verdad esta simpática provocación, que salpica todo su discurso, sí es cierto que Luis Gordillo ha recorrido su camino artístico, en los últimos sesenta años, “a zancadas, no paso a paso. Tanto que cada cinco o diez años creía ver aparecer a un Gordillo nuevo”, según sus propias palabras.
Y es precisamente esta trayectoria en zig-zag, o mejor dicho, en constante mutación, a ratos anárquica pero siempre fruto de su mente inquieta, la que guía 'Luis Gordillo. Confesión general', la primera gran exposición antológica que le dedica su ciudad natal y que se ha inaugurado esta semana en los imponentes claustros del Monasterio de Santa María de las Cuevas, sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
La muestra está coproducida por el Patronato de la Alhambra y el Centro José Guerrero, ambos de Granada; el centro Koldo Mitxelena Kulturenea de San Sebastián y el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela, lugares a los que viajará tras su clausura en Sevilla. También por esta implicación institucional extraordinaria, los organizadores aseguran que se trata de la exposición “más importante” realizada sobre Luis Gordillo tras las antológicas del Macba (1999) y del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (2007). En esta muestra en concreto, se reúnen cerca de 200 piezas y se hace un recorrido por todas sus etapas creativas a lo largo de seis décadas de trabajo.
Etapas creativas que pueden recorrerse con las siguientes paradas: sus dibujos automáticos en relación con el informalismo; sus cabezas emparentadas con el pop británico junto a tricuatropatas, peatones y automovilistas; el dibujo como vertebrador de su producción de los años 70 junto con sus experiencias con la imagen fotográfica y la serialidad durante la mayor parte de esa década; los 80 señalizados principalmente en la serie 'Los Meandros'; los 90 agrupados en torno a uno de su más importantes cuadros: 'Blancanieves y el Pollock feroz'; en la década del 2000, con nuevas experimentaciones en soportes y técnicas dando entrada a lo digital, para terminar el recorrido con una nueva serie de cabezas realizadas en el año 2015.
“Sentía que mi obra daba demasiados saltos, como su esto fuera un problema mío, hasta que con el tiempo la respuesta de la gente me mostró que ese era mi camino. Ahora me parece un discurso no tan estridente. Si se siguen los caminos hasta el final, se ve que siempre hay peldaños que dan lugar a otro espacio”.
“El territorio Gordillo”
Así las cosas, esta retrospectiva que han comisariado Santiago Olmo y Juan Antonio Álvarez Reyes -directores de los centros gallego y andaluz- le ha dado al sevillano la oportunidad “de reflexionar sobre mi trabajo y establecer un territorio propio, el territorio Gordillo”. En esta cartografía pictórica, el visitante se enfrentará con una obra casi psicoanalítica, con cuadros de enorme formato en los que uno siente perderse en los laberintos cerebrales del propio Luis Gordillo, a ratos extremadamente coloristas, otros fundidos a negro…
'Luis Gordillo. Confesión general' permite por tanto una aproximación a uno de los artistas españoles que más ha marcado al arte contemporáneo de la España democrática. Referencia indiscutible en la pintura abstracta nacional, Luis Gordillo, contrariamente a la broma inicial, es precisamente un pintor a contracorriente. “Más que recibir el influjo de su entorno, es de los artistas que marcan y condicionan el medio que les rodea o al menos el ámbito en el que su actividad se desenvuelve, en este caso el de la creación. Desde el principio se debe resaltar esta actitud en un trabajo en solitario, diferenciado y claramente convertido en modelo para otros muchos”, según asegura el crítico Martínez Montiel.