El gaditano que descubrió el jazz con el spot de 'Bic naranja, Bic cristal' y lo difundió entre sus vecinos
Salvador Pascual, Patalo para los amigos, no podía imaginar cómo cambiaría su vida el día que, frente al televisor, cruzó ante sus ojos un anuncio de bolígrafos con una pegadiza banda sonora: “Bic naranja, escribe fino, Bic cristal, escribe normal…”. Él mismo recordaría las sensaciones que le asaltaron en el documental 20 años no es poco. Cambalache Jazz Club, del director Antonio de Cos: “Siempre me gustó la música, cantidad. Pero en aquel anuncio de Bic iba haciendo un rollo de contrabajo y batería que me dejó flipado. Para mí fue maravilloso”. No sabía cómo se llamaba aquella música, pero acababa de descubrir el jazz.
Patalo no fue, por supuesto, el introductor de estos sonidos en Cádiz. Ya la generación anterior había emulado a las orquestas americanas con las popularmente llamadas jambás (jazz-bands), y algunos intérpretes como el guitarrista Manolo Perfumo o el pianista Chano Domínguez exploraban aquellos territorios en medio de la desinformación general y la ausencia de referentes.
Lo cierto es que, a raíz de la revelación de aquel spot televisivo, Salvador Pascual empezó a atesorar cualquier cosa que tuviera que ver con el jazz, desde recortes de periódicos y revistas a libros y, naturalmente, discos, muchos discos. Y con una encomiable vocación de proselitismo, empezó a predicar la buena nueva entre sus vecinos, ya fuera grabando cintas o simplemente hablando de ello con todo aquel que quisiera escucharlo.
Una peripecia que recuerda ahora otro documental, Agente Pat, de otro director gaditano, Juande García, centrado en los papeles que Pascual legó tras su fallecimiento en 2022. Recortes, entradas de conciertos, programas de mano y fetiches de todo tipo que ayudan a reconstruir no solo la historia de la afición de este melómano, sino también el modo en que alcanzó el jazz una notable difusión en Andalucía Occidental desde la llegada de la democracia hasta los fastos del 92.
El hombre que siempre estuvo allí
Para Juande García, “fue una de esas personas que nunca se olvidan. Cuando emprendí la tarea de reflejar en un documental todos esos maravillosos testimonios gráficos, que llegaron dentro de una vieja carpeta, sentí que hacía justicia a su persona dándole el protagonismo que nunca quiso tener por su tremenda humildad y generosidad. Fue testigo de un momento transcendental en la historia del jazz gaditano. Mi interés en su persona es también mi interés en honrar a todos esos grandes músicos de la provincia de Cádiz y que, en mi humilde opinión, no han sido suficientemente valorados”.
El propio Chano Domínguez, hoy una celebridad internacional del género, lo recuerda en esta cinta como alguien “que estuvo siempre allí. De alguna manera, su figura se repite por el mundo. Es un tipo de persona que es muy introvertida, y tiene un amor acérrimo por la música viva, que es lo que los mantiene. Llegaba a los sitios y no conversaba prácticamente con nadie. Se quedaba absorto escuchando, pero eso sí, fijándose muy bien en todo. Es el tipo de personas que crean afición, porque la gente ve cómo vive la música, cómo ama la poesía, la cultura, y lo quiere compartir todo. Ese es su afán y su leit motiv”.
Lo suscribe otro músico, el saxofonista Carmelo Muriel, quien llegó incluso a dedicar un tema a Patalo. “Cada vez que me encontraba con él, pensaba: ‘Ya está ahí el que sabe de jazz’. Me encantaba tocar y que me escuchara Patalo, para saber si había mejorado”.
Conocimiento enciclopédico
En el desarrollo del jazz en Cádiz, en el que además de los citados muy pronto iban a dar muestras de su talento artistas como Luis Balaguer, Nono García, Tito Alcedo o Tato Macías, entre otros, tuvo un papel nada menor la apertura del jazz club Cambalache, que todavía abre sus puertas en la calle José del Toro atendido por su propietario, Hassan Assad. Allí, Salvador Pascual destacaba entre los parroquianos insustituibles. En 20 años no es poco. Cambalache Jazz Club, el propio Assad lo recordaba como “el amigo Pat. La discoteca que hay aquí [decía señalando a la colección de cds del local] es gracias a él. Es el diccionario del jazz para nosotros. Si alguien no conoce un nombre o algo, se lo preguntamos a él, y él nos saca de dudas”.
Además de las carpetas llenas de documentación jazzística, Patalo reunió una biblioteca de más de medio centenar de volúmenes, muchos de ellos descatalogados, que su familia donó a la Red de Bibliotecas Municipales de Cádiz para seguir creando afición entre los vecinos. El batería Juan Sáinz, que ejerció como portavoz en el acto de donación en el que estuvo presente el alcalde de la ciudad, Bruno García, recordaba aquel “conocimiento enciclopédico, basado en interminables horas de escucha” que poco a poco “fue introduciéndole en aspectos más técnicos de la música”, hasta el punto de ser él mismo un notable baterista, aunque su natural timidez le impidiera prodigarse demasiado en el escenario.
Antonio de Cos, que grabó a Patalo en la barra del Cambalache Jazz Club junto a otro cliente recientemente fallecido, el añorado Antonio Almozara, comenta que “para mí, Patalo fue una de tantas figuras de la noche cambalachera, donde abundan los puntos de referencia, las personas que en cualquier momento pueden darte una lección magistral sobre música. Y sin duda, uno de los que abrieron el camino para que la afición creciera en esta ciudad, hasta lograr por ejemplo que hoy tengamos un festival de gran nivel. Además de una gran persona, Patalo era un libro abierto”.
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