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Pony Bravo: “La lucha entre lo cutre y lo cateto y lo mejor de la cultura sevillana siempre estará ahí”

Pony Bravo en Carne Cruda - Álvaro Vega Gómez

Alejandro Luque / Alejandro Luque

Sevilla —

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Maestros en el arte de no parecerse a nadie, ni siquiera a ellos mismos, Pony Bravo cierra un año marcado por el lanzamiento de un nuevo disco, Gurú, que los ha colocado de nuevo en lo más selecto de la música española actual. Su cantante, Daniel Alonso, hace balance para eldiario.es Andalucía del camino recorrido, y explica algunas claves del éxito del grupo.

A menudo se les ha visto, más que como grupo, como un laboratorio permanente de música. ¿Se reconocen en esa idea?

Sí, tiene mucho que ver con el público que somos, y al que va dirigido lo que hacemos. Gente a la que le gusta la música y oye mucha música. Por eso intentamos no repetirnos, o al menos poner la música en primer lugar.

¿Puede hablarse con Pony Bravo, en este sentido, de alergia a las etiquetas? En las tiendas de discos que quedan, los empleados no tienen fácil colocarlos en una estantería concreta…

Bueno, creo que en el independiente hay hoy mucha gente que trabaja con muchos géneros, con muchos enfoques. Pero cada grupo tiene su sonido, y es inevitable querer etiquetar…

¿Cuál es la más curiosa que les han colgado a ustedes?

Una vez nos pusieron la de krautcopla [risas], pero vaya, trabajamos con elementos electrónicos, claves de rock andaluz, humor… Suponemos que es el precio de trabajar varios enfoques. Al final, con los años, nos hemos relajado respecto a las etiquetas, dejamos que cada cual ponga la que perciba. Es solo un daño colateral.

Andaluces sin complejos

Ya que lo menciona, el elemento andaluz ha estado siempre presente en Pony Bravo de una forma muy desinhibida. ¿Pasó el tiempo en que lo andaluz era un motivo de complejo para el pop y el rock?

Si hiciéramos esa pregunta sobre un grupo catalán o gallego, seguramente llegaríamos a la misma conclusión: siempre hay algo positivo en esa cuestión del origen, y luego todos tienen extremos más tóxicos o cutres. Desde que empezábamos, hemos estado acostumbrados a que hubiera grupos de aquí con un acento marcado, siempre los hubo. Y creemos que sigue habiendo mucho que trabajar con la cultura andaluza, pero veremos si con el tiempo no acaba convirtiéndose en una fórmula.

Esa vena andaluza se ha manifestado en sus incursiones o ramalazos flamencos. ¿Nunca se les han echado encima los guardianes de la pureza, como al Niño de Elche, con quien han colaborado?

Durante muchos años, con nuestros carteles, o cuando hemos querido entrar directamente en el terreno de la sátira, hemos querido trabajar con el humor y la autocrítica, y hemos tenido mucha suerte, porque no hemos notado ningún rechazo. La idea es utilizar esa cultura colectiva desde un punto de vista crítico, o humanista, pero nunca hemos buscado la polémica. En cuanto a crecer en zonas alejadas de Madrid y Barcelona, aprendes a salir adelante sin apoyarte en la industria, porque no hay. Te da otra libertad. Eso sí, ni todo lo que se hace en Andalucía está guay, ni siempre te va a ir bien mudándote a la capital.

Sobre sus carteles quería preguntarle también. En ellos abundan los capirotes, la Feria, y al mismo tiempo se les pone a ustedes como paradigma de esa “otra Sevilla” que trasciende el tópico. ¿Cómo se conectan ambos extremos?

De jóvenes éramos como un alien en un mundo de capillitas. Luego vas viendo que en toda tradición hay partes muy bonitas, muy ricas, pero, ¿quién las puede criticar mejor que la gente que las vive desde niños? De todos modos, la lucha entre lo cutre y lo cateto y lo mejor de nuestra cultura siempre estará ahí. Es curioso que en los últimos años, coincidiendo con el boom de los pisos turísticos y los establecimientos de comida rápida, en la época más pija de nuestra ciudad, han ido surgiendo muchos proyectos musicales, es como una reacción, aunque sigan siendo minoritarios, siempre en el underground.

¿Puede citar algunos que les interesen especialmente?

Califato ¾, por ejemplo, hacen una mezcla muy personal de iconografía andaluza. O los Voluble también, un dúo de remezclas que llevamos como teloneros.

El humor como identidad

Echar mano del humor, ¿entraña sus riesgos en el medio musical?

Lo hemos notado, sí, pero forma parte de la carrera del grupo, es una forma de expresión muy natural. En 2008-2009 veníamos de una época muy larga de indie pop o emo, con poca comedia. Hemos comprobado con alegría que aparecían más grupos que no relativizaban la música por el hecho de introducir ese tipo de creatividad más desenfadada. La seriedad y la épica siguen siendo sinónimo de cosa bien hecha. Y en el momento en que no eres un grupo con tres puntos reconocibles en cinco segundos, te posicionan. Por suerte, hay muchísimos grupos, cada uno de su padre y de su madre, que escapan de esas categorías, y más desde la explosión del trap.

El humor a veces facilita la entrada del mensaje. ¿Cuánto les importa a ustedes que sus canciones contengan uno?

Si la letra está bien hecha, no hay necesidad de mensaje. Pero cuando eres joven y empiezas a sacar discos, es cinco veces más difícil escribir sobre ciertos temas que hacer una letra para el simple entretenimiento. Eso sí, nosotros enfocamos los textos como algo tan importante como la música. Intentamos hacerlo lo mejor posible, y ofrecer distintos niveles de lectura. Que se pueda escuchar durante años y no se agoten a las tres o cuatro audiciones. Pero es un intento que uno no siempre controla. Quieres que todo tenga una lógica, con humildad lo intentas, hay siempre una voluntad de escritura seria. Pero el resultado es impredecible.

Les han reprochado que hayan tardado tanto en sacar nuevo disco, en un momento en que muchos artistas renuncian a sacar álbumes, y optan por los videosingles y similares. ¿Para ustedes es más o menos importante eso?

Más que el disco en sí, es importante que haya siempre material nuevo. Siguen apareciendo nuevas formas, y hoy los músicos pueden sacar mucho material con mayor inmediatez. Para nosotros, durante un tiempo, fue importante entrar en una fase de trabajo más lento, porque colaborábamos con otra gente, hubo cambios en el grupo, y tras una década se hacía necesario tomarse un descanso. Pero lo ideal es estar siempre sacando cosas nuevas.

Libertad e internet

Ustedes optaron desde el principio por el acceso libre a su música, a través de la licencia creative commons. ¿Se han arrepentido alguna vez de hacerlo?

Es un elemento más del grupo, pero seguimos con muchos problemas al respecto. A nivel internacional hay una industria con unos espacios de libertad cada vez más pequeños, la internet de hace ocho años no es la misma de ahora, ni para bien ni para mal. Y España es un caso especial: la Sgae es una entidad super corrupta y hay una incultura tremenda, por parte de los políticos y de otros sectores. Es un mundo de caciques que hace años esperábamos se limpiara, pero seguimos esperando.

La elección, pues, ¿fue una toma de posición?

Sí, fue una forma de unirnos a un movimiento cultural que defendía eso, una visión de internet más libre donde pueda haber negocio sin abuso. Es una lucha caótica, con retrocesos siempre, al final es de las cosas más desagradables que hemos conocido. A nosotros nos vino mal y bien: ganas la simpatía de la gente que ama la cultura, pero también te cierras muchas puertas.

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