A 80 años de su fallecimiento en el exilio de Collioure (Francia), Antonio Machado ha pasado de parecer casi invisible en su ciudad natal –hasta hace poco ni siquiera había una estatua dedicada al poeta en Sevilla, aunque sí una glorieta dedicada a él y su hermano Manuel en el parque de María Luisa– a ser omnipresente. A los diversos actos conmemorativos que se han organizado en torno a la efeméride, este jueves se ha sumado un verdadero acontecimiento: la inauguración de una gran exposición con lo mejor de los fondos machadianos adquiridos por la Fundación Unicaja entre 2003 y 2018.
La sede de la Fundación, en el número 45 de la Avenida de La Palmera, ha sido inaugurada coincidiendo con la apertura de esta muestra, que no en vano lleva por título Los Machado vuelven a Sevilla. Junto a uno de los comisarios de la muestra, Antonio Rodríguez Almodóvar, destacaba la presencia de los herederos de la familia, tres sobrinos nietos de Antonio y Manuel Machado: los hermanos Carlos y Mercedes de Lecea Machado, y Manuel Álvarez Machado.
“A través de la Historia, las cosas cambian y varían”, asegura este último. “Hay momentos en que Sevilla se ha portado bien, y otras que no. Para nosotros fue doloroso, por ejemplo, que el Ayuntamiento acabara echando los restos de Antonio Machado Álvarez, el padre, al cementerio común”. A Mercedes, por su parte, quiere pensar “que nunca se fueron de Sevilla, ni Sevilla de ellos. No sé si es la realidad, pero sí lo que me gustaría”, mientras que para Carlos esta exposición “es el reseteo de cualquier desencuentro que se pudiera producir”.
La exposición, que permanecerá abierta al público desde el próximo sábado hasta el 24 de mayo con entrada libre, reúne más de un centenar de piezas de este formidable fondo documental de más de 5.270 documentos, repartidos entre dos plantas del edificio. Dos salas principales están dedicadas a Antonio y Manuel, mientras que se reserva un “rincón familiar” para albergar documentos relativos a otras figuras de la dinastía Machado.
El bastón de Antonio, las cartas de Manuel
De Antonio, destacan tres borradores de un mismo texto, Poema de un día, que revela la exigente corrección a la que el poeta sometía todos sus escritos, tres canciones a Guiomar inéditas hasta 2005 y varios textos en prosa –entre ellos una reflexión tras el asesinato de Federico García Lorca–, entre otros tesoros. Especialmente conmovedor es el bastón que le acompañó hasta el final, el mismo en el que se apoya en el célebre retrato que le tomó el fotógrafo Alfonso en el madrileño café de las Salesas, y que su hermano Manuel custodió tras su muerte.
De Manuel, junto a varios poemas y prosas, destacan curiosidades como la carta de pésame por la muerte de Antonio remitida por la Hispanic Society, o su credencial del periódico La Libertad. Y cómo no, numerosos manuscritos del teatro de ambos hermanos, “el gran olvidado, como si fuera una obra menor… ¡de eso nada!”, exclamó Rodríguez Almodóvar, recordando el éxito que tuvieron en su día obras como La Lola se va a los puertos.
En el apartado familiar, numerosas fotografías y cartas acercan al visitante a las claves de los Machado. Entre lo más sobresaliente, una carta de Antonio a su padre, fechada en 1892, figura como el primer texto conocido del poeta. Otra joya es la única carta que se conserva de Leonor Izquierdo, la joven esposa de Antonio, a su suegra, Ana Ruiz, y a su cuñada, Eulalia Cáceres, dándole noticias de la enfermedad que tan precozmente habría de quitarle la vida. No menos conmovedoras son las cartas que en los convulsos años que van de 1938 a 1945 dirige el autor de Campos de Castilla a sus sobrinas, Eulalia, Mari y Carmen –las tres hijas de su hermano José– cuando éstas ya habían sido trasladadas a Moscú.
Legado viajero
Se trata de algunos de los pocos documentos que salieron de España, pues la mayoría de los fondos machadianos han permanecido siempre dentro de nuestras fronteras. Aquellas misivas, como explica el sobrino nieto Manuel, viajaron en cambio más de lo que se podría imaginar, “de Moscú al Estalingrado que sufrió el asedio nazi, de allí de nuevo a Moscú, luego a Praga, después a Yugoslavia, de nuevo a Praga, La Habana, Praga una vez más, Madrid…”. Una prueba de que, como señala el presidente de la fundación Unicaja, Braulio Medel, “si no hubiera sido por el cuidado de dos o tres generaciones de la familia, a veces en circunstancias nada fáciles, no habría llegado este legado hasta nosotros”.
Medel, visiblemente emocionado, afirma que la vocación del proyecto “no solo es recoger manuscritos, obras del pasado de un interés arqueológico; todo lo contrario, nosotros creemos que este legado está cargado de futuro”, y subraya “nuestra intención de ser el gran centro de referencia de la obra machadiana, y contribuir lo más posible a la difusión, estudio y memoria de dicha obra”.
Los restos de Machado ¿tienen que volver?
Una vez más, la polémica en torno al regreso de los restos de Machado salta entre las preguntas. “Antonio no era un emigrante, sino un exiliado. Quería volver, pero tenía sus condiciones: que hubiera una democracia, que Franco ya no estuviera y tal vez que existiera una república”, asevera el sobrino-nieto Manuel. “Y digo tal vez, porque hoy en día no es una cuestión tan importante. ¿Cuándo podría volver? Cuando se den las circunstancias, tendrá que proponerlo un determinado número de personas y que se estudie”, añade, mientras que Mercedes recuerda que “aquello es un símbolo de nuestra Historia, y eso hace pensar que quizá esté bien donde está”.
Y puesto que el enrarecido clima político actual parece imponerse a todo, Rodríguez Almodóvar no duda en definir la muestra como “una invitación a la concordia y a la reconciliación. No me cabe duda de que los hermanos Machado se habrían abrazado hoy, aquí, en torno a este recuerdo de sus figuras y de sus obras”.