En los últimos años, cuando un flamenco habla de Juego de tronos no necesariamente se refiere a una popular serie televisiva. Y una palabra tan poco flamenca como lobby se ha incorporado en el sector hasta el punto de hacerse familiar. El trono que se disputa no es otro que la dirección del Instituto Andaluz del Flamenco (IAF), que acaba de salir a concurso público tras permanecer dos años vacante. Y los lobbys que pugnan por él, según los mentideros jondos, serían grupos de poder interesados en extender su influencia y obtener favores. Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello?
Para indagar en la deriva del IAF habría que remontarse a la llegada del Partido Popular al Gobierno autonómico, en marzo de 2019. Dicho cambio comportó la destitución fulminante de la que había sido la directora del IAF durante los últimos años, la gaditana María de los Ángeles Carrasco, quien todavía mantiene su litigio con la Junta: ganó el juicio por vulneración de derechos fundamentales y la Junta fue condenada a su reincorporación inmediata en la plaza de coordinadora. Desde hace un año percibe su sueldo sin que le permitan incorporarse a dicho puesto.
Acto seguido, se convocó un concurso público para designar un director del IAF, fallado en septiembre 2019. La figura elegida, después de seis meses de suspense, fue Ricardo Pachón, legendario productor sevillano que entonces contaba 82 años. Menos de cinco meses después, en marzo de 2020, Pachón anunciaba que dejaba el puesto. Nunca llegó a aclararse si la renuncia era voluntaria, o una invitación a marcharse por parte de la Junta.
Un nuevo baremo
Para lo que sí sirvió la elección y posterior renuncia de Pachón en el puesto de alta dirección del IAF fue para acallar los rumores que habían acompañado el largo proceso de selección. Como informó este periódico en su momento, se habló de un lobby político-mediático-artístico que tendría como objeto imponer a la consejera Patricia del Pozo la figura de Cristóbal Ortega, quien fuera director de la Bienal de Flamenco. Una candidatura que el entonces poderoso secretario general de Innovación Cultural y Museos de la Junta, Fernando Francés, nunca vio con buenos ojos. Sin embargo, con la inesperada dimisión de éste en agosto pasado, y la entrada en el cargo de la sevillana Mar Sánchez Estrella –delegada de Cultura del Ayuntamiento hispalense en el tiempo en que Ortega dirigió la Bienal– se abrían nuevas posibilidades en el tablero.
Finalmente, Ortega decidió dar un paso atrás, se apeó del concurso y siguió trabajando para el Ayuntamiento de Utrera, donde ha desempeñado entre otras labores de gestión la coordinación del Año del Abate Marchena o el 150 aniversario del nacimiento de los hermanos Álvarez Quintero. Un contrato, el de Ortega con el del Consistorio utrerano, que vencería este verano, dato en el que algunos quieren ver una maniobra de la Junta: la inexplicable demora en la convocatoria del concurso para el IAF como un modo de favorecer a dicho candidato. Sin embargo, otras fuentes aseguran que se trata de un cargo de confianza del Ayuntamiento de Utrera que concluirá con el fin del mandato en las próximas elecciones municipales.
No es la única circunstancia en la que la gente del sector ha querido ver “un traje a medida” para Ortega en las bases recién publicadas. También se señala que las exigencias que se requerían en la anterior convocatoria, como las referidas en méritos en producción, premios, publicaciones, ponencias, jornadas o similares, han sido retiradas en este nuevo concurso,
Por otro lado, ahora se introducen elementos como un periodo de prueba de seis meses, se solicitan “dos años de desempeño de funciones directivas en el sector público o privado, y un mínimo de un año de experiencia en el ámbito del sector público. Este último requisito puede sustituirse por la posesión de un título formativo oficial en el área de dirección y gestión en el sector público”, así como “un máster o formación de posgrado en Gestión Cultural o equivalente”. Asimismo, han sido modificados los baremos para ajustar los criterios de valoración, y el comité calificador pasa a pertenecer íntegramente a la administración, sin personal externo independiente.
Más vale tarde
“Blanco y en Ortega”, señalaba en su perfil de Twitter el productor y flamencólogo Chemi López, mientras que el productor Carlos Sánchez, quien optó a la citada plaza en la anterior convocatoria, se dirigía igualmente a la consejera en estos términos desde sus redes sociales: “¿Para qué sacan a concurso una plaza cambiando todos los requisitos para que solo se pueda presentar una persona? ¿No es mejor nombrarlo a dedo y dejarse de tantas pamplinas? ¿Y ustedes quieren dar ejemplo de cómo hacer las cosas correctamente?”.
Los críticos con este nuevo enfoque de la convocatoria señalan además el dato de que el colectivo Unión Flamenca, que ha cobrado un notable peso en el sector en los últimos tiempos, tiene como reciente coordinadora a la esposa de Ortega, Susana Martínez, y está dirigido por la bailaora Eva Yerbabuena, de cuya compañía fue el candidato gerente y responsable de producción durante nueve años, antes de incorporarse a la Bienal. Este periódico solicitó ayer su parecer a Cristóbal Ortega, sin obtener respuesta.
Si este es el perfil de director del IAF que necesita el sector, es algo que tendrán que decidir los miembros del jurado, pero desde luego Cristóbal Ortega no es el único que podría jugar sus cartas en el nuevo concurso.
Por otra parte, son muchos los flamencos que, al grito de más vale tarde que nunca, celebran en todo caso que haya sido convocada al fin esta plaza para una institución que ha sido seña de identidad del arte jondo. Una casa fundamental en tareas de apoyo e interlocución, a la que la Consejería de Patricia del Pozo presumía de haber reforzado presupuestariamente, y que debe acudir cuanto antes al auxilio de un colectivo profesional dramáticamente precarizado tras un año largo de pandemia.
La segunda temporada del Juego de Tronos del IAF no ha hecho más que empezar.