De la Colonia al Barranco de Víznar, Granada. Algo más de un kilómetro de camino convertido hoy en carretera para contar una historia. O muchas historias. De esas ancladas en el tiempo y enterradas en la cuneta. Un camino que fue, dicen, el último que recorrió Lorca justo antes de ser fusilado en la madrugada del 18 de agosto de 1936. El último trayecto de muchos y muchas porque como reza el cartel en la zona: “Todos eran Lorca”.
“Un acto de la gente para la gente”. Así fue el homenaje, que se realiza por cuarta vez, a Federico García Lorca y al más de un centenar y medio de personas que fueron fusiladas a pocos metros de este municipio granadino que tuvo lugar este miércoles en Víznar. Sus organizadores y miembros de 'Alfacar y Lorca, Romero y Luna', José Luis Torres y Diana Molina, lo definen así tratando de huir de siglas políticas y reivindicando el espíritu y la memoria de quienes fueron asesinados durante la Guerra Civil española.
Ocho décadas después, el sendero sigue sobrecogiendo. En el aire, la peregrinación de muchas personas que acabaron muriendo junto al barranco de Víznar en un pozo seco convertido ya en un lugar de recuerdo. Sus últimas horas -días si tenían suerte- las pasaban en la conocida como Colonia de Víznar, lugar desde el que comenzó este homenaje. Desde ese punto se leyó un manifiesto que subraya su rechazo al olvido. “Nos manifestamos contarios a la desmemoria, al olvido y al despropósito de partidos e instituciones interesadas en sepultar las voces que eternamente nacerán jóvenes en los cantos y anhelos de justicia, libertad y democracia”, expuso la escritora Ketty Castillo ante más de 200 personas.
Y con la voluntad de no olvidar prendida en la solapa, el homenaje a Lorca se extiende con facilidad a todos los represaliados. Sin apenas esfuerzo resulta fácil dar con testimonios de familiares directos que relatan cómo sus abuelos o padres acabaron siendo fusilados. Alberto Valenzuela es el nieto de Manuel Valenzuela Poyatos, secretario judicial en Marchal, cerca de Guadix, cuando estalló la Guerra Civil española. Él, como su esposa, lleva tres años acudiendo a esta cita. Sus ideas están claras: “Como familiar para mí es importante que se hagan estos homenajes pero me sabe insuficiente pues no pasan de ser hechos testimoniales en los que nos vemos las caras los mismos de siempre”.
El miedo sigue ahí
Admite sentir rabia por el olvido al que se sienten sometidos los familiares de estas víctimas y alude al miedo. “Se sigue sin poder hablar, en el pueblo yo puedo seguir sin poder hablar”, asume al tiempo que añade que a su juicio “el franquismo triunfó plenamente porque el miedo sigue instalado ya que nadie quiere hablar ni mover nada”. Recuerda afectado como “el 12 de abril de 1939 fueron a buscarlo amigos y vecinos de toda la vida, vestidos de falangistas y personas a las que él les había salvado la vida”. Un pin en la solapa con la bandera republicana, una reivindicación orgullosa: la necesidad de retirar de una vez por todas todos aquellos símbolos de la dictadura de Franco que aún quedan por la geografía española.
Milagros Almenara fue otra de las personas que fue asesinada durante el levatamiento. En esta ocasión, ella fue un poco más protagonistas. Su nombre fue elegido para ilustrar de quiénes son los cuerpos que descansan en esta fosa común de Víznar. Varias descendientes definen a su tía abuela como “una mujer muy revolucionaria para su tiempo”. Según cuenta el periodista y biógrafo Gabriel Pozo, “Milagros fue brillante, trabajó como farmacéutica hasta que estalló la Guerra Civil y fue de las primeras mujeres que logró graduarse en la Universidad de Granada”. Su recuerdo es el de una mujer “que nunca escondió sus ideales de izquierda a pesar de venir de una familia acomodada, era la Mariana Pineda de aquel tiempo”, subraya Gabriel.
De Milagros poco más se sabe. La fusilaron el 2 de noviembre de 1936. Ni siquiera saben donde está su madre, también desaparecida durante la guerra como otros tantos. Según cuentan quienes están estudiando su figura, “la expoliaron; borraron todo de ella, ni siquiera la orla de su promoción de Farmacia en la Universidad de Granada se puede conseguir”. Paco Vigueras, periodista y uno de los que más empeño ha puesto en impulsar este homenaje, habla de Milagros como de una mujer “profundamente feminista, de las primeras de la historia en nuestro país”. Y sin embargo, hasta hace apenas unos meses, nadie supo nada de ella.
Un acto emotivo
Recorriendo la distancia que separa La Colonia del Barranco en unos 20 minutos, las más de 200 personas que forman la comitiva dan un hueco a la historias de familiares que corrieron diferente suerte. En el Barranco, silencio sepulcral. Respeto absoluto a un entorno en el que hay un monolito que recuerda que “Lorca eran todos” y una cruz formada por flores que señala el lugar en el que reposan los restos de más de ciento sesenta personas.
En este mismo lugar, el periodista Paco Vigueras recuerda que hay mucho por hacer. Que se ha avanzado poco “porque seguimos teniendo 100.000 desaparecidos”. Algún que otro acorde del himno republicano y ganas de cerrar heridas. Así se vivía este homenaje popular. “Esto le habría gustado a Federico”, añade Paco. Él mismo cree que “ver a la gente normal y corriente conociendo la historia en primera persona” habría sido un motivo de orgullo para el poeta granadino. Y recuerda, con pena, que “aquí mataron a las mentes más brillantes de Granada”.
El homenaje, que comenzó poco después de las siete de la tarde, se alargó hasta las diez y media de la noche ya en el parque García Lorca de Alfacar donde se leyeron algunos poemas.
Educar con la historia
Aprovechando el acto de homenaje, el Ayuntamiento de Víznar, en boca de su propio alcalde, Joaquín Caballero, adelantó a este medio que el municipio tiene el visto bueno de la Junta de Andalucía para poder hacerse con la concesión de la citada Colonia de Víznar y reconvertirla. El edil explica que les “ceden por cincuenta años la gestión de la Colonia y la idea principal es hacer un centro de interpretación de la memoria reconstruyendo lo que se pueda” ya que el edificio original fue derribado en gran parte en los años ochenta. Y de hecho, tal y como recuerda Vigueras, “muchas personas de Víznar y Alfacar ni siquiera saben lo que pasó en su día con la Colonia”. Por eso a su juicio, para que la sociedad española avance hay que empezar por los más pequeños, “hay que traerles a lugares como estos y enseñarles historia”.