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'El Verdugo' de Berlanga y Azcona renace en marionetas de gomaespuma

Los personajes de José Luis, Amadeo y Carmen, en El Verdugo

Néstor Cenizo

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- “Yo creo que la gente debe morir en su cama, ¿no?”.

- “Naturalmente. Pero si existe la pena, alguien tiene que aplicarla”.

Hace 60 años, Luis García Berlanga y Rafael Azcona alumbraron al alimón una obra cumbre del cine español y un pequeño milagro de la cultura como herramienta de denuncia. El Verdugo se estrenó en 1963 en la Mostra de Venecia y Alfonso Sánchez Bella, embajador en Roma, montó al verla una fenomenal escandalera. ¿Cómo era posible que los censores de Madrid hubiesen pasado por alto aquella mordaz andanada contra la brutalidad de la pena de muerte, aquel sutil envite contra la moralidad impuesta, aquel lúcido retrato de la falta de expectativas del ciudadano medio español? ¿Y cómo era posible que aquello se estrenara apenas un par de semanas después de que la dictadura ejecutara, a garrote vil, a dos anarquistas llamados Enrique Granado y Joaquín Delgado?

Seis décadas después, El Verdugo sigue siendo tan impactante como siempre fue, y ha recibido desde Málaga un barniz de desvergonzada irreverencia. La piel, la voz y la mirada de Nino Manfredi, José Isbert y Emma Penella se han transmutado en figuras de algo menos de un metro. El Espejo Negro, la compañía de teatro de marionetas de Ángel Calvente y Carmen Ledesma, representa hasta este domingo la adaptación de la cinta de Berlanga en el Teatro Soho-Caixabank de Málaga. El próximo fin de semana, El Verdugo se representará en Granada (27 y 28 de enero, Teatro Alhambra), y después en Gijón (1 de marzo, Festival FETÉN), Torrelavega (14 de abril), Palma del Río (Feria del Teatro del Sur) y más fechas por anunciar.

“A mí no me interesaba hacer una copia”, explica Calvente, sentado en una de las butacas del teatro fundado y dirigido por Antonio Banderas. Así que hizo “urdimbre”, quitando y poniendo palabras de boca de uno y otro personaje para reforzar el dinamismo de la obra. Luego, añadió su característico lenguaje y algunos de sus fetiches y obsesiones. Por su adaptación, trufada de música de la época, desfila la Legión, se escucha la Carmen de Bizet y las canciones de Raphael o Jorge Sepúlveda. El espectador se ve arrastrado a su mundo genuino de las marionetas de Calvente, pero aquello sigue siendo El Verdugo. “Es que yo no puedo negarme a mí mismo”, concede el autor, cuya compañía fundada hace 35 años acumula tres premios Max.

Existe una adaptación de El Verdugo al teatro (dirigida en el año 2000 por Luis Olmos e interpretada por Juan Echanove, Luisa Martín y Alfred Lucchetti), pero ninguna, que se sepa, al teatro de marionetas. También es la primera vez que El Espejo Negro adapta una película, aunque sí cuenta con la experiencia de traer a su imaginario particular La Venganza de Don Mendo, la astracanada por excelencia.

Ángel Calvente vio por primera vez El Verdugo siendo un adolescente, y le marcó la terrible escena (inspirada en un hecho real) en la que el verdugo es arrastrado hacia su propio cadalso por los guardias civiles, que han ido a sacarle de la barca a la cueva del Drac. José Luis, empleado de pompas fúnebres, se resiste a su desgracia, que no es otra que desempeñar la negra tarea que ha heredado de su suegro para garantizarse así un pisito en el extrarradio de Madrid. Es la única forma de asegurarse un techo. José Luis es sólo un pobre hombre arrastrado por la vida a hacer lo que no quiere hacer. Como tantos.

Tres semanas para cada marioneta

Calvente lleva haciendo marionetas desde que a los 12 años cayó en sus manos un trozo de colchón. Aquí, además de adaptar el texto, ha diseñado y creado los 16 personajes que desfilan por el escenario. En el caso de José Luis, Carmen y Amadeo, con cuatro diferentes para adaptarse a las necesidades del libreto. Elaborar cada una le lleva dos o tres semanas, dependiendo de cuánto quiera afinar el mecanismo de los ojos.

¿Y cómo se da vida en gomaespuma al personaje atormentado, compungido y sombrío que Nino Manfredi representó con gran despliegue gestual? “Es un trabajo de diseño. Si es apocado, tiene los ojos y las cejas un poquito caídas”, cuenta Calvente, que ha creado un “tío guapetón”, rubio y más bajito que Carmen, mujer voluptuosa y enérgica. El otro gran reto era hacer olvidar el Amadeo de Pepe Isbert, porque su carisma era inigualable.

Manejados por cuatro marionetistas, esos trozos inanimados cobran vida son capaces de transmitir la intensidad emocional de la condena de José Luis. “A través del movimiento, la marioneta se convierte en vida, y la voz le da el carácter”, explicaba hace unos años Calvente: “Lo que dice una marioneta suele caer mejor que si lo dice un actor de carne y hueso. Yo aprovecho eso”.

579 ejecutados en 2021

Calvente iba al colegio cuando en 1975 el franquismo fusiló a sus últimos cinco ejecutados en Hoyo de Manzanares, Madrid y Barcelona. Un año antes había sido ejecutado el último muerto por el método del garrote vil: Salvador Puig Antich. El mecanismo consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al girarlo, causaba a la víctima la rotura del cuello. La muerte del reo se producía por la dislocación de la apófisisodontoides de la vértebra axis sobre el atlas en la columna cervical. Eso, en teoría, porque muchos fallecían por asfixia.

“Hay quien dice que el garrote es inhumano. ¿Qué es mejor, la guillotina? ¿Usted cree que hay derecho a enterrar a un hombre hecho pedazos? Hace falta respetar al ajusticiado, que bastante desgracia tiene”, dice Amadeo en una de las líneas de guion más memorables de la película. Aunque la pena de muerte ya se prohibió de facto en España en 1978, no fue eliminada del Código Penal hasta 1983. En Francia, en 1981. El último ejecutado en el país galo murió en la guillotina en 1977. La abolición de la pena de muerte no se introdujo en la Constitución de la V República hasta una ley constitucional de 2007.

En 2021, 18 países ejecutaron a 579 personas, según los datos de Amnistía Internacional, un 20% que en 2020. La mayoría de las ejecuciones de las que se tuvo noticia se produjeron en China, Irán, Egipto, Arabia Saudí y Siria. También en varios estados de Estados Unidos sigue siendo legal ejecutar a una persona. Berlanga y Azcona crearon una obra cumbre que sigue teniendo vigencia, ahora también sobre las tablas y representada por unas figuras de gomaespuma. 

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