Como hace ochenta años pero muy distinto. Porque no es lo mismo caminar o huir; descansar o arrastrarse cuando el cansancio te agarra las piernas; dormir o no pegar ojo porque no sabes si el avión soltará su bomba o esperará a ametrallarte mañana en el camino. Aunque nada tenga que ver, la Federación Andaluza de Montañismo ha organizado para este año la I Marcha de Senderismo de La Desbandá, un homenaje a quienes vivieron aquel infierno en el camino que lleva de Málaga a Almería, 80 años después.
La Federación Andaluza de Montañismo quiere convertir aquel escenario de muerte, la carretera Nacional 340, en lugar de homenaje, con una marcha que honre la memoria de quienes recorrieron los mismos caminos en condiciones penosas. En once etapas de entre 14 y 29 kilómetros, los senderistas recorrerán la distancia entre Málaga de Almería, alojándose en pabellones y colegios de los municipios hasta que lleguen a Almería el 17 de febrero.
Poco antes de tomar la salida desde calle Alcazabilla, Manuel García Morales se acordaba de su abuelo, fusilado en Málaga; también de su suegro, que huyó en La Desbandá. “Fue una matanza vil que se conoce poco y es necesario que se sepa”, opina mientras una bandera republicana que llevará hasta Almería se mete en la conversación. Jorge Llamas no puede hacer las once etapas, pero hará las dos primeras y otras dos a mitad de recorrido: “Se unen dos pasiones: la historia y la montaña. Es una iniciativa que deberían repetir”.
“El objetivo es hacer un homenaje desde una perspectiva deportiva, y que se consolide después como recorrido homologado”, explica Cristian Arias, que coordina la promoción deportiva de la Federación. José Miguel García, vicepresidente de la Federación, quedó impactado de una exposición sobre memoria histórica, contactó con la historiadora Maribel Brenes y puso en marcha el proyecto, que nació con vocación deportiva. “Somos una federación deportiva y hemos hecho un acto de senderismo, pero no cabe duda de que tiene también un carácter histórico”, resalta García. Se han inscrito 362 personas, aunque se han quedado fuera casi un centenar que ha presentado su solicitud en los últimos días, ya vencido el plazo.
“Se merecen mucho este homenaje: tengo conciencia, y he leído y escuchado mucho. Cuando me jubile la haré entera”, comenta Virginia Moreno. Teresa Pol relata que conoció el crimen a raíz de conocer la historia de Norman Bethune en una exposición de Madrid. Hasta entonces no había escuchado nada de la masacre. Con ella está Joaquín Pérez, escoba en la mochila (amuleto, según dice, del Comité Andaluz de Montañeros Veteranos). Como tantos otros, conoció a quien vivió La Desbandá: “Cuando se organiza algo así te toca la fibra sensible”.
Con algunos de aquellos supervivientes habló eldiario.es/Andalucía en 2014. Como Juan Conejero, el hijo del alabardero fusilado pese a las promesas, y que agarrado con firmeza a la muleta pedía: “Que el día de mañana la gente sepa qué pasó y por qué pasó, porque si se deja callaíto, se muere todo”.
Una masacre silenciada durante mucho tiempo
El esfuerzo de asociaciones, académicos, instituciones y algunos supervivientes ha servido en los últimos años para que se conozca mejor la magnitud de la masacre perpetrada por las tropas franquistas e italianas y los aviones alemanes: bombardearon y asesinaron por tierra, mar y aire a miles de malagueños y granadinos que huían de los sublevados que acaban de tomar el control de Málaga. Hasta el año pasado, la tesis mayoritariamente aceptada cifraba en 150.000 las personas que huyeron, pero la obra 1937. Éxodo Málaga Almería. Nuevas fuentes de investigación, firmada por Maribel Brenes y Andrés Fernández, incrementa esa cifra a 300.000. Entre 3.000 y 5.000 murieron, tiroteadas por los Heinkel de la Luftwaffe que probaban nuevas técnicas de ametrallamiento, o cañoneadas por los buques Canarias, Baleares y Cervera.
En la radio sonaba la voz del general Queipo de Llano: “Malagueños, maricones, ponedle a la luna los pantalones”. Conspirador y “criminal de guerra” según los historiadores, y responsable de algunas de las mayores matanzas de la Guerra Civil, arengaba así a los suyos en sus famosos discursos en Unión Radio Sevilla: “La toma de Málaga ha sido algo parecido a los juegos de los prestímanos. ¿Veis Málaga de este lado? ¿Veis que está roja? Se echan unos polvos de la madre Celestina y… Málaga se ha vuelto blanca para siempre. Málaga no volverá a ser roja jamás. A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación que bombardeó, incendiando algunos camiones…”.
“Si Picasso la hubiese conocido, hubiera pintado La Desbandá”, dijeron en la presentación del acto. Al genio le contó la historia Arthur Koestler, enviado especial del Daily Worker, que dejó escrito esto: “Según otro rumor, la carretera está todavía abierta, pero bajo el fuego de los barcos de guerra y de aviones que ametrallan a los refugiados. Nada, entonces, puede ya detener al río: fluye y fluye, y se alimenta sin cesar de los arroyos del miedo”. Pero aquello no fue un rumor, sino una masacre.