Aunque María llevaba trabajando en el Hotel Griego de Torremolinos desde 2010, cuenta que fue en 2016 cuando un jefe empezó a acosarla. “Yo soy el gallo del corral, y tú una de mis gallinitas”, le decía. Le cantaba canciones cuando se la cruzaba. Se insinuaba. Y María (nombre ficticio) empezó a desarrollar los síntomas de las mujeres que sufren acoso sexual en el trabajo: ansiedad, depresión, estrés. Cuando lo comunicó a los responsables, estos le recomendaron que se escondiera. “Evita cruzarte con él”, vinieron a decirle.
Después de que ella pidiera que le asignaran un trabajo acorde a su categoría profesional (lo que hubiese evitado coincidir con el presunto acosador), de haber comunicado la situación al comité de empresa y de haber solicitado la apertura del protocolo de acoso, el hotel adoptó la segunda de sus soluciones. El pasado 21 de junio despidió a María por “incurrir en una notable disminución de su rendimiento”. Ella ha recurrido el despido, que considera nulo por haberse adoptado vulnerando sus derechos fundamentales.
El hotel, de la cadena Marconfort, asegura que el despido “nada tiene que ver con el supuesto acoso sexual”, y que realizó una investigación interna con “resultado negativo”. Para responder al cuestionario de eldiario.es/Andalucía, remitió un breve comunicado en el que anuncia que discutirá las causas del despido “ante la autoridad competente” y explica que fomenta entornos de trabajo “saludables, seguros y con una clara comunicación”. Marconfort achaca la denuncia a una campaña de difamación. El próximo 29 de julio, la empresa y María están citados a un acto de conciliación ante el Centro de Mediación, Arbitraje y Conciliación.
“Siempre venía en la media hora en que no estaban mis compañeros”
Sentada en una cafetería de Torremolinos, María dice con voz trémula que ahora está mucho mejor, y que siente que ha salido de una cárcel, aunque en la conciliación lo que pida sea volver a su trabajo. “No vamos por dinero, vamos a por el puesto de trabajo”, señala Saray Pineda, secretaria de Mujeres e Igualdad de CCOO Málaga, que ha asumido el caso. Según Pineda, la mujer relata una historia canónica de acoso sexual en empresa, resuelta siempre con la opción más fácil y más barata: ignorar la denuncia, culpabilizar a la mujer, prescindir de la presunta víctima. Por ese orden.
Las mujeres que lo sufren tienen otro problema: demostrarlo. El acosador suele actuar con discreción, y si ven algo, la mayoría de los compañeros evitan significarse ante la empresa. “Por encima del compañerismo está mi trabajo”, le habrían dicho algunos a María.
Ella empezó a trabajar en el hotel en 2010. Primero a través de una empresa de trabajo temporal, y después como contratada para toda la temporada. “En 2016 esta persona me empezó a decir que él es el gallo del corral, y yo soy una de sus gallinitas. Y a cantarme canciones de gallinitas. Y yo me empecé a poner mal”.
Comentó el problema a los responsables, pero desde el principio pusieron en duda su versión, y la achacaron a supuestos problemas personales. Así que el presunto acosador volvió pronto a las andadas. “Primero me pidió perdón. Luego, que si podemos ser amigos. Y al poco tiempo, como él sabía que me había divorciado, pues que lo que tenía que hacer era buscarme un follamigo, y que recuerde que él es mi amigo. Siempre venía en la media hora en que no estaban mis compañeros”. “Otro día me agaché mientras limpiaba un mueble, y me dijo: ”Tú sabes que yo soy muy hombre para que me pongas estas posturas“”.
“¿Cómo voy a limpiar si me tengo que esconder?”
A la vista de que la situación no mejoraba, la mujer insistió ante los responsables, que le dijeron que si se escondía se acabaría el problema. Llegaron a culparla de los encuentros, reprochándole que no se escondiera bien, según recuerda ella. “”Cada día voy peor, cada día lloro más, cada día voy con la cabeza más baja“, les dije. ¿Cómo voy a limpiar si me tengo que esconder?”. Para entonces, su situación ya era conocida por los compañeros de trabajo. “Me miraban porque lloraba, me decían que le echara cojones al asunto”.
María propuso entonces una solución: hacer coincidir sus días de libranza con las ausencias de él. Además, cuando el caso llegó a manos de Comisiones Obreras, advirtieron algo más: estaba realizando tareas que no correspondían a su categoría profesional, así que la solución debía pasar por algo tan sencillo como asignarle las tareas que le correspondían. El hotel se negó.
Este año la situación se volvió insostenible. Algunos responsables se quejaron de que se la viera llorosa por las zonas comunes. Dejó de tener contacto con los compañeros. Al final, dejó incluso de acudir al comedor común. “En todos los temas de acoso sexual, cuando la empresa no quiere poner medidas lo que hacen es aislarte de los compañeros para que no tengas una red de apoyo”, comenta Pineda.
En febrero recibió la baja por ansiedad y depresión. Cuando regresó, la empresa aplicó el protocolo ante casos de acoso sexual, a petición de Comisiones Obreras, pero lo cerró sin hallar pruebas de que hubiese ocurrido. “Cuando fuimos a recoger la resolución le dieron el calendario de trabajo. Tenía que ir al departamento con el maltratador”, cuenta Pineda. Ese día interpusieron una denuncia ante la inspección de trabajo, que aún no ha sido resuelta.
La suerte de María en el Hotel Griego estaba echada.
“El acoso se normaliza. Te dicen que es como tú te lo tomes…”
El 21 de junio fue despedida: “La empresa ha observado que usted ha incurrido en una notable disminución de su rendimiento”, le dijeron por escrito. En el despacho del director le comunicaron que tampoco era “apta” para trabajar en otros hoteles de la compañía. Le tuvieron que leer la carta de despido, porque ella no tenía sus gafas. Después, siempre según su relato, la acompañaron a recoger sus pertenencias y la conminaron a marcharse aun sin haber entregado la ropa de trabajo.
El relato de María está contenido en la demanda de conciliación que ha presentado, donde se apunta la “anuencia, apoyo y notorio conocimiento [del acoso] por parte de la dirección”. Saray Pineda explica que cada semana recibe una media de tres casos de acoso sexual en el trabajo. “Se normaliza. Te dicen que es como tú te lo tomes…”. Si el acto del próximo 29 de julio acaba sin acuerdo, María denunciará a la empresa por vulnerar sus derechos fundamentales.
Para este miércoles, Comisiones Obreras convocó una concentración a las puertas del hotel para pedir la readmisión. “Sobre todo, porque es una cuestión de dignidad”, dice Pineda. A su lado, María asiente con una sonrisa muy triste y dice: “Por lo menos ya levanto la cara”.