Málaga evita el caos y supera el paso de la DANA sin víctimas mortales ni desbordamientos en la capital
Málaga esquivó este miércoles y durante la madrugada del jueves la catástrofe que asoló Valencia hace dos semanas. Pasada la DANA, el balance, aún provisional, permite hacer un recuento no demasiado desfavorable de un episodio que ha descargado unos aguaceros sin muchos precedentes en la provincia. Lo dijo Antonio Sanz, consejero de Presidencia (al frente de la coordinación de emergencias) al filo de las ocho de la tarde del miércoles: “El balance es que no ha habido ninguna incidencia de consecuencia grave ni para la salud ni para la vida de las personas”.
En ese momento, todavía se temía el segundo impacto sobre la ciudad y la provincia. Se aguardaba la tromba nocturna sobre unos cauces que habían rozado sus límites durante todo el día, en particular los ríos Guadalhorce y Campanillas (afluente del primero), este último a su paso por la capital. La situación había motivado el desalojo de 3.000 vecinos. En Benamargosa, en la Axarquía (este de la provincia), el río del mismo nombre se había desbordado tras casi duplicar su máximo nivel histórico. De ahí, que Sanz y el propio presidente Juan Manuel Moreno llamaran a mantener la alerta a la espera de lo que pasara de madrugada. “Todavía quedan grandes problemas y complejidades por afrontar”, dijo.
Una madrugada de lluvias intensas, pero no torrenciales
Lo cierto es que la noche pasó con lluvia intensa, pero no torrencial. Durante las primeras horas de la madrugada se escucharon los truenos en la capital y el agua cayó con fuerza. Pero escampó. El resumen de precipitaciones de la Red Hidrosur refleja cómo el episodio nocturno quedó lejos del que se vivió en las horas centrales del día. Por la noche, el mayor acumulado lo ha registrado Ojén, rozando los 60 litros por metro cuadrado en 12 horas.
Durante el día, se superaron los 100 litros por metro cuadrado de este a oeste de la provincia, con la capital superando los 80 y máximos de 144 en Alfarnatejo (alta Axarquía, este de la provincia) o de 119 en Coín (valle del Guadalhorce, centro). 950 vecinos de Almayate (una pedanía de Vélez-Málaga, en la Axarquía) fueron desalojados ante el riesgo de desbordamiento del río Vélez en su desembocadura. Unos 300 fueron trasladados a un pabellón deportivo de Torre del Mar.
El aviso rojo de AEMET, previsto inicialmente hasta las 8:00 de este jueves, concluyó una hora antes de lo previsto. El balance de la mañana es de 244 incidencias en toda Andalucía, 170 de ellas en Málaga. Anegaciones, rescates en carreteras y viviendas y las incidencias de tráfico por balsas de agua u obstáculos han sido los más atendidos y otras 22 personas fueron rescatadas en Vélez-Málaga.
La situación en el Aeropuerto malagueño, donde más de 3.000 personas se quedaron ayer en tierra (se cancelaron 15 vuelos y cinco se desviaron) se había normalizado, según el balance matutino de la Junta de Andalucía. Sin embargo, seguirá suspendido durante las primeras horas del jueves el tráfico ferroviario de líneas AVE y media distancia, a la espera de su restablecimiento a lo largo de la jornada. El Metro de Málaga, cancelado a media jornada del miércoles, ha retomado el servicio con normalidad a las 07.15 horas. En cuanto a carreteras, se ha reabierto la A-7054 entre los kilómetros 0 y 1, la A-7001 en el kilómetro 1 ambas en Málaga, además de la A-7205 en el punto kilométrico 8.300 en Arenas y la MA-3108 en el kilómetro 1 a su paso por Benamargosa. Siguen cerradas la A- A-7207 en el 9.600 entre Cómpeta y Torrox y la A-7278 en Teba.
Balance del miércoles
La sensación en Málaga a media tarde, superado el trance de las horas centrales del día, era de cierto alivio, con la respiración contenida ante las previsiones de madrugada. La DANA transformó en arroyos algunas calles del Centro, anegando locales que ayer por la tarde se afanaban en volver a la normalidad, pero nada comparable al desastre generalizado de Valencia grabado en la retina. Tampoco a las desastrosas inundaciones de hace justo 35 años (14 de noviembre de 1989) en la capital malagueña, en las que murieron seis personas.
Los desalojos preventivos ordenados por la Junta de Andalucía, el aviso generalizado a la población (sonó Es-Alert con 12 horas de antelación en 1.300.000 móviles), la cancelación de las clases en todos los niveles educativos y, en general, la concienciación de la población ante el episodio reciente de Levante ayudaron a que el episodio no alcanzase la categoría de desastre. Por momentos se temió que se ahogasen decenas de caballos atrapados en los establos anegados del Club Hípico, pero también eso se solventó. 41 caballos y 39 perros fueron rescatados allí por la Policía Local.
Por la mañana las calles amanecieron casi desiertas. La sensación era de tensa espera, resuelta a partir de las 11 con la tromba esperada, cinco horas de aguacero con pequeños respiros, suficiente para anegar calles y hacer temer lo peor. Pero a media tarde los malagueños se palpaban la ropa y el río Guadalmedina bajaba con un buen caudal, una rareza que locales y forasteros contemplaban con asombro. El cielo se abría y los paseantes se paraban en los puentes para inmortalizar que el cauce ya no era seco. El centro recuperaba su flujo turístico, ni un minuto del viaje que perder, aunque todo estuviera empantanado.
A esa hora, Carretería era un barrizal. Es la zona cero de los estragos de este miércoles en el Centro, y también del turismo masivo en Málaga. Apenas un rato antes, una tremenda riada de barro había bajado por calle Postigo de Arance hasta desembocar en apenas unas decenas de metros en la confluencia con Carretería. Aquí se acumulan locales de brunch, apartamentos turísticos, franquicias de consignas y lavanderías. “Ha llegado a un metro, y de repente. Por suerte pudimos salir”, decía Luigi en Caramelli Salato, mientras saca el barro a duras penas.
A Marcos Sneydr apenas le dio tiempo a bajar la persiana de su local cuando se encontró con el agua a la altura del brazo. En minutos llegó a poco menos de un metro. En cuanto vieron la rapidez con la que subía se fueron a casa. Dan cuenta de la marejada una maceta de gran tamaño arrastrada por la corriente y un barril de cerveza de 25 litros arrumbado en un rincón. Tenían clientes, y los sacaron a toda prisa. “Es una vergüenza que Carretería esté así. La acaban de hacer y debería tener desagües. Entiendo que la lluvia ha sido tremenda, pero… Por ahí bajaba un río”, explica Ana López, la propietaria, señalando a Postigo de Arance, mientras su hijo Marcos achica el barro que ha entrado.
También tuvo mucho que ver una tubería rota, de la que dan cuenta a toda prisa una cuadrilla de operarios. “La ha reventado. Ten en cuenta que por ahí pasa un canal”, explica uno de ellos, mostrando el tramo de adoquines que la potencia del caudal ha levantado del suelo. “Poco ha pasado”, concluyen.
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