Un pacto de investidura entre los socialistas de Torremolinos y Pedro Fernández Montes, exalcalde del Partido Popular es, a priori, algo extraño. A Fernández Montes, con raíces en el franquismo, se le conoce por su carácter autoritario y sus enfrentamientos airados con el PSOE, que durante años criticó el “autobombo” del regidor y sus frecuentes salidas de tono. Sin embargo, hay algo que puede más que un rencor pasado: un nuevo rencor. El pasado 15 de junio, Pedro Fernández Montes podía entregar la alcaldía al PP de Margarita del Cid o al PSOE de José Ortiz. Optó por los socialistas, igual que Lucía Cuín, la concejala que abandonó Vox una semana después de obtener su acta. Tanto Cuín como Fernández Montes abandonaron el PP el pasado marzo.
Esta historia de venganza cocinada a fuego muy lento empieza hace cuatro años. El 16 de junio de 2015 Pedro Fernández Montes, alcalde de Torremolinos con el Partido Popular durante 20 años, renunció a su acta de concejal. Había ganado las elecciones pero perdido el poder, y en esas condiciones prefería no estar en el ayuntamiento. Inicialmente mantuvo el mando en el partido, pero pronto le hicieron caer. Empezó entonces una guerra muy pública con la nueva lideresa popular en Torremolinos, Margarita del Cid.
Del Cid, que había sido concejala con Fernández Montes, y es íntima amiga de Elías Bendodo (presidente del PP provincial), quiso convertirse en candidata a la alcaldía por aclamación. Contaba con el apoyo del aparato provincial, pero se encontró una gran resistencia de Fernández Montes y un considerable número de afiliados. Ellos tenían la agrupación local; Del Cid y su equipo, el grupo municipal. Durante meses, ambos bandos se hicieron la guerra: con memes en redes sociales, o en una esperpéntica asamblea local en la que los partidarios de Fernández Montes abuchearon a Del Cid. Ramón del Cid (mano derecha de Fernández Montes durante muchos años) denunció el boicot del exalcalde, quien dijo sentirse “atacado”.
La designación a dedo de Del Cid como candidata en marzo de 2018, sin la celebración del congreso local que reclamaba Fernández Montes, coincidió con la filtración de una denuncia ante la dirección nacional del PP: según esa denuncia, Del Cid pagó cenas de lujo y la matrícula de un máster con dinero público asignado al grupo popular de la Mancomunidad.
Nada hizo mella en el apoyo de la dirección provincial a su candidatura. De esta forma, Fernández Montes y sus partidarios abandonaron el PP con un portazo (“me voy porque me echan”) y se integraron en un partido, Por Mi Pueblo, que presentó candidaturas en Vélez-Málaga, Benalmádena, Rincón de la Victoria o Torremolinos, con un rasgo en común: estaban lideradas por desafectos del PSOE o del PP.
El 26 de mayo, la lista de Por Mi Pueblo que cerraba el exalcalde obtuvo 1.493 votos, suficientes para obtener un acta, la de Avelina González, que sería determinante para conformar la mayoría. “El creó el partido para fastidiar a Margarita [Del Cid]”, dice una fuente conocedora de los entresijos municipales. “Se daba por descontado que sacaba un concejal y con uno le ha servido”.
La otra pieza necesaria: la exconcejala de Vox
Pero para consumar la venganza de Fernández Montes fue necesario que otra pieza se moviera de la casilla de salida. Lucía Cuín es esa segunda pieza, la concejala número trece que se ha sumado al pacto de investidura entre PSOE (ocho), Adelante (tres) y Por Mi Pueblo (uno), dejando en nada el pacto entre PP (nueve concejales), Ciudadanos (dos) y Vox (finalmente, un solo concejal).
Cuín militó durante diez años en el PP, al que dejó en la escisión de marzo. En lugar de integrarse en Por Mi Pueblo, Cuín se afilió a Vox. Un mes después era número 2 de la lista, lo que generó no pocas suspicacias. Ha durado apenas tres meses en el partido de Abascal. Participó en el acto de despliegue de la bandera LGTBI, y esto provocó un terremoto en su antiguo partido, que le exigió el acta. Como no la entregó, dejó Vox y pasó al grupo de no adscritos.
Antes de la investidura, ya advirtió en eldiario.es/Andalucía que decidiría bajo su “criterio personal”. Ella admite que a Pedro Fernández Montes le tenía “un cariño especial” y después de años de batalla interna, esto suele acompañarse de inquina por Del Cid. Cuín ha recibido amenazas y prefiere aguardar a que pase la tormenta, pero preguntada sobre si en su decisión ha tenido que ver el hecho de que la candidata del PP fuera Del Cid, replica que “evidentemente”. “Yo vengo del PP, pero he votado así por democracia. No me convencía la candidatura del PP”, añade.
Por eso, antes del Pleno los seguidores del exalcalde se frotaban las manos: “Todo listo para el pleno de mañana. Por Mi Pueblo Torremolinos actuará en consecuencia. #BendodoMiraEstaMano”, decían en Facebook, evocando un hipotético bofetón en la cara de Bendodo y Del Cid.
Acusaciones de “traición”
Bendodo, actual consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, acudió el sábado a la investidura frustrada de su amiga, y fue espectador de una sonora derrota. En realidad, las cartas estaban a la vista. El coche de Fernández Montes ya había aparecido esa mañana con una pintada: “Traidor”. Al recoger su acta, Cuín recibió abucheos. El Pleno fue tan bronco como el que hace cuatro años sirvió para desalojar a Fernández Montes de la Alcaldía, pero ni Cuín ni Avelina González cedieron: su voto fue al PSOE.
Ahora es previsible un mandato complicado. Fernández Montes viene del franquismo (fue consejero local del Movimiento, según publicó el historiador local Carlos Blanco), y está poco acostumbrado a la discrepancia después de años de mando muy autoritario. En la campaña de las generales, su entorno apoyó públicamente a Vox, pero su apoyo es clave para un gobierno liderado de PSOE, IU y Podemos. Es un gobierno condenado al equilibrio inestable. “Su objetivo no es joder al PP, sino echar a Margarita [Del Cid]”, dice una fuente municipal. Una eventual renuncia de Del Cid podría abrir las puertas a una moción de censura.
El propio exalcalde publicó este martes un escrito en el que asegura que Por Mi Pueblo hubiera votado al PP si Del Cid hubiese renunciado a su acta. En el texto, Fernández Montes explica que esta historia de venganza cocinada a fuego lento y servida en plato muy frío empezó, en realidad, hace cuatro años: “Los que más hablan de traición que se pregunten si no son ellos los traidores (…) El único responsable de lo ocurrido es el propio PP, que por ejemplo hace cuatro años a mí sí que me pidió que renunciara al acta de concejal”.