El equipo de la octava edición de la expedición Desafío Ártico partió el 12 de julio desde la Costa del Sol rumbo a Groenlandia, con el objetivo de documentar los efectos del cambio climático y de cumplir con la “Operación Iceberg”, esto es, recoger un fragmento de glaciar y traerlo a España.
De esta forma, exhibiendo un auténtico iceberg de más de 15 toneladas en pleno centro de Málaga, la expedición polar —promovida por la Diputación malagueña junto a la Fundación Dingonatura y protagonizada por un grupo de adolescentes que han superado el cáncer “como reconocimiento a su lucha y espíritu de superación”— pretendía concienciar a la población de que “el Ártico se derrite y hay que salvarlo”. Sin embargo, Ecologistas en Acción ha acogido la iniciativa con rechazo, entendiendo que, lejos de contribuir con la lucha contra el calentamiento global, acentúa las amenazas que lo están acelerando.
En este sentido, Librada Moreno, responsable de comunicación de la federación malagueña de esta organización ecologista, critica en declaraciones a elDiario.es Andalucía que la institución provincial patrocine este tipo de acciones, en lugar de promover “políticas reales contra el cambio climático”. Así pues, a ojos de Ecologistas en Acción, este proyecto bienintencionado supone un atentado contra la propia lucha climática, así como un “lavado de cara” por parte de las administraciones.
Contemplar un tesoro en peligro de desaparición
“Esquilmar un iceberg, ya de por sí mermados, con todo lo que conlleva de contaminación para su traslado, es de todo menos concienciar sobre el cambio climático”, afea al respecto Moreno, haciéndose eco de la crítica que han manifestado sus compañeros en la ciudad de Málaga.
No obstante, Manuel Calvo Villena, el explorador malagueño que se ha encargado de liderar esta expedición, explicaba a su vuelta que “trayendo un iceberg a España” la población general podrá “contemplar con sus propios ojos lo imponente, lo puro y lo extraordinario que este tesoro de la naturaleza nos ofrece” y que en la actualidad “se ve amenazado por el calentamiento global”, según recogió entonces Europa Press.
Durante los 16 días que duró la aventura, el grupo de adolescentes que acompañaba a Manuel Calvo Villena pudo “comprobar in situ la desaparición de un frente glaciar milenario”. Y eso es lo que se pretende recrear ahora en la capital de la Costa del Sol, cuando desembarque en España el fragmento de iceberg que viaja en estos momentos por mar en un contenedor a 22ºC bajo cero, “para que desde aquí puedan ver lo que pronto será algo difícil de encontrar incluso en el Polo Norte”, agregó el explorador malagueño.
Arte efímero para crear conciencia social
Al culminar la octava edición de Desafío Ártico, desde Dingonatura se aseguraba que la huella de carbono del viaje se compensaría con una reforestación de árboles. Asimismo, Europa Press recogía que el traslado ha sido posible gracias a que la expedición había conseguido la licencia de exportación del iceberg por parte del Gobierno de Groenlandia para su estudio científico.
De este modo, tras recorrer 592 kilómetros en el Polo Norte, Desafío Ártico replicará en Málaga una acción similar a la que ya han emprendido otros activistas del cambio climático por todo el planeta, como la organización científica Arctic Basecamp —en el marco de la Cumbre del Clima 2026 celebrada en Glasgow— o el artista danés Olafur Eliasson y el geólogo Minik Rosing, que hicieron lo propio en las ciudades de Copenhague, Londres y París, dentro del proyecto Ice Watch.
Todas ellas contaron en su momento el reconocimiento de prestigiosas organizaciones ecologistas, pero también fueron blanco de críticas como las que recibe ahora el proyecto de la Operación Iceberg, aunque todas hayan estado marcadas por el objetivo común de concienciar a la población mundial sobre los estragos del cambio climático.