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“En Kabul cuando sales a trabajar por la mañana no sabes seguro si vas a volver a casa”

La activista afgana Malalai Joya se encuentra en España denunciando lo que sucede en su país. En Cádiz se ha reunido con el alcalde de la ciudad, José María González (Podemos) para pedirle que interceda ante el Gobierno central en la necesidad de que los más jóvenes de Afganistán puedan acceder a un sistema educativo de calidad, ya que considera que puede ser un método efectivo contra el fundamentalismo.

Joya sostiene que desde que en 2001 fue derrocado el régimen talibán y entraron las tropas de Estados Unidos y de la OTAN se está viviendo “una gran mentira” porque considera que no hay democracia y que la corrupción se ha instalado en un poder que no mira por sus ciudadanos. La activista denuncia los crímenes que se están cometiendo contra los derechos humanos y hace especial hincapié en la situación que viven las mujeres.

¿Cuál es el mensaje que desea transmitir en su visita?

El principal objetivo es reunirme con la gente de paz y la gente que lucha por la justicia en España, con los Gobiernos de progreso, para que presionen al Gobierno español y que éste abandone la política de Estados Unidos, que es una burla tanto para la democracia como para la lucha contra el terror. La intención es poner presión en el Gobierno español para que llegue el fin de los señores de la guerra, que son los que tienen controlada la situación en Afganistán. Le he pedido al alcalde que apoye los programas educacionales de mi país porque es clave para los proyectos de emancipación.

En España se habla mucho de que vivimos la época del cambio. ¿Lo percibe, realmente, con respecto a sus visitas anteriores?

La buena noticia es que por fin han llegado nuevos Gobiernos progresistas y seculares, no religiosos, y eso es bueno para este país porque nos permite tener una esperanza. Es necesario que sigan escuchando a la gente para conseguir un cambio radical, de verdad. Es muy importante que tengan éxito en su acción de Gobierno no sólo por la gente de España, sino también por el impacto que puede tener en otros países.

¿Y se imagina una Unión Europea en esa línea progresista?

Es posible, por qué no. Es una cuestión de tiempo, pero me gustaría pensar que nada es imposible en el mundo. Si pueden estar unidos el fundamentalismo con otros para hacer el mal, por qué no podemos unirnos nosotros para conseguir la justicia y el bienestar de los seres humanos.

Algunos dicen que Malalai Joya es una heroína porque da voz a los que no pueden quejarse. ¿Se siente así?

Lo que hago es mi deber para luchar por la paz. También en mi país me llaman así y eso me hace sentir más responsabilidad y ser más humilde. Siento que tengo que seguir luchando contra el fundamentalismo y la ocupación. Realmente soy una pequeña estudiante, los verdaderos héroes son otros.

Es muy crítica con la labor de Estados Unidos desde que derrocara en 2001 al gobierno talibán en Afganistán. ¿Qué ha pasado desde entonces?

La situación es mucho peor desde entonces. En la época de los talibanes teníamos un enemigo: los talibanes. Ahora tenemos cuatro: los señores de la guerra, las fuerzas de la ocupación, los talibanes y el ISIS. En estos 15 años Afganistán se ha convertido en el centro del opio. El 90% del comercio pasa por Afganistán y tenemos en torno a cuatro millones de personas adictas a las drogas, sobre todo mujeres, niños y las jóvenes generaciones. Los adictos en la época de los talibanes eran menos. Durante la guerra hubo tres grandes negocios: el petróleo, las armas y el opio. Era el proyecto de la CIA apoyada por los señores de la droga. Para mí el problema de la droga es peor que la guerra en sí porque destruye muchas vidas. Si se les dice a los agricultores que no planten opio no sirve de nada porque, en realidad, en todos los estamentos del Gobierno hay gente que está traficando con droga.

Entonces, ¿no es cierto que ha llegado la democracia tras la salida de los talibanes?

En absoluto. Durante estos 15 años más de un billón de dólares se ha perdido en la corrupción y en lugar de ir a parar a manos de ONG's ha acabado en manos de los traficantes. Es dinero de todos los gobiernos destinados a Afganistán, incluyendo el español. Desde hace años está en el segundo o el tercer lugar de los países más corruptos del mundo. En esta llamada guerra contra el terror han sido asesinadas más de 10.000 personas inocentes. En esas muertes de civiles, las tropas de la OTAN y de USA se han divertido con la masacre, han profanado los cuerpos orinando sobre ellos. A los talibanes, en nombre de la reconciliación nacional, se les ha integrado en el sistema y están indirectamente en el poder, siguen ahí dentro de este Gobierno títere y, supuestamente, en nombre de la democracia.

Alguna vez ha comentado abiertamente que tanto la ONU como la OTAN apoyan indirectamente a grupos fundamentalistas islámicos. ¿A qué se refiere?

Durante la guerra fría, en la invasión de la URSS, tanto Arabia como Estados Unidos o Pakistán apoyaron el fundamentalismo para luchar contra la Unión Soviética. Todos esos señores de la guerra, que habían sido financiados desde fuera, querían su parcela de poder y ahí empezó la guerra civil. Sólo en Kabul, entre el 92 al 96, mataron 65.000 civiles. Con el paso de los años los talibanes han vuelto, cambiando la vestimenta, pero con las manos manchadas de sangre. Afganistán ahora es como el paraíso seguro de los terroristas. Es un arma poderosa en manos de USA para manejar la situación en otros países como Siria. La situación geopolítica juega en contra de la gente porque alrededor tiene estos países y fácil acceso al petróleo y al gas.

¿Se siente sola en la lucha? Dicen que ha sufrido cuatro intentos de asesinato.

En la lucha nunca estoy sola. Sé que me pueden asesinar, pero como tienen esa máscara de democracia no lo han hecho. A partir del discurso que di en 2003 mi vida empezó a tener riesgos y cuando entraba al Parlamento estaba sola, pero cuando salía fuera no porque recibo muchos mensajes de apoyo y en cada puerta de cada afgano, tocas y dentro hay deseo de justicia. También los intelectuales y las organizaciones progresistas me apoyan y yo a ellas porque soy independiente. Todos estamos juntos en la lucha. No sólo tengo el apoyo de allí, sino también de los que en el mundo luchan por la justicia y eso me hace tener esperanza y pienso que estoy en la buena dirección. Eso me da más determinación para seguir.

No se cansa de clamar contra la situación de las mujeres en Afganistán. ¿Cómo es?

La situación de la mujer es catastrófica y lo peor es que fue usada como excusa tanto por Estados Unidos como por la OTAN para la ocupación. Lo de que Estados Unidos trajo los derechos de las mujeres por primera vez en 2001 cuando derrocó el sistema talibán es una gran mentira. Hay recortes de prensa que muestran claramente que las mujeres no usaban burka antes y sí ahora. En los 60 y 70 tenían derechos y vestían al estilo occidental. La situación es un infierno: violaciones a diario, violencia doméstica, lapidaciones... En la época de los talibanes es verdad que no había Parlamento, pero el de ahora es una auténtica mafia. Hay mujeres que forman parte, pero son fundamentalistas, apoyan el sistema y son bastante peligrosas. Me sirve como ejemplo de qué es ese Parlamento que intentan aprobar leyes como la lapidación hasta la muerte por el adulterio, por cuestiones de honor y por maltrato. Una mujer me ha dicho en el Parlamento que si no me callo me hará algo que los hombres no se atreven a hacerme.

El asesinato hace un año de Farkhunda, una profesora de 27 años en plena calle, llamó la atención a nivel internacional. Es un ejemplo, ¿no?

Sí, fue dilapidada con la mayor impunidad. Si eso puede pasar a plena luz del día, qué no pasará en el área rural donde matar a una mujer no supone nada.

Es lógico que los jóvenes se quieran marchar de Afganistán, pero ¿qué les espera como refugiados?

Las generaciones jóvenes están huyendo del país por inseguridad y por falta de empleo. Ser refugiado no es un crimen y uno se convierte en refugiado como resultado de las políticas occidentales, que apoyan a las personas equivocadas en el Gobierno. La gente no quiere venir a Europa para tener una gran vida sino porque allí hay mucha inseguridad, no hay trabajo ni justicia. Cuando hablo con los afganos les digo que hay que estar dentro porque ninguna nación puede liberar a otra, sino que es la gente del propio país la que debe luchar, pero es normal que estén hartos.

¿Qué opina de la política de la UE con los refugiados?

Europa es causante de la situación y debería actuar conforme a los tratados internacionales de los derechos humanos y no lo está haciendo. Cuando los refugiados afganos vuelven porque Europa les cierra las puertas sólo tienen dos caminos: convertirse en drogadictos o entrar en una organización terrorista que les da 600 euros al mes. Antes de deportar a la gente, Europa debería cambiar su política y dejar de apoyar a los que están violando la democracia y los derechos humanos.

¿Tenemos, pues, en Occidente una imagen muy distorsionada de lo que sucede en su país?

En Agfanistán no se libra sólo una guerra militar, sino también de propaganda. Los medios de comunicación sólo graban lo que les interesa, determinados proyectos humanitarios que justifican la ocupación, pero nunca un periodista va a las zonas rurales a contar lo que realmente está pasando. Incluso hoy en Kabul cuando sales por la mañana a trabajar no sabes seguro si vas a volver a casa. Cada día hay noticias que te dejan en shock. Vivimos permanentemente en un 11-S. Si no es un ataque terrorista hoy, mañana será decapitando a alguien, pero siempre así.

Llama la atención que usted, pese a todo, no pierda la esperanza ni las ganas de pelear.

Siempre hay esperanza en un futuro. También hay movimientos de resistencia,aunque en los medios nunca se ve. Si preguntas a la gente, o estudiantes te dicen que ellos quieren ir a la escuela y ésa puede ser la clave del cambio.

Su nombre suena como posible Premio Nobel de la Paz. ¿Podría servir esto como altavoz de sus denuncias?

Lo primero es que es mejor cambiar el nombre de Nobel de la Paz al Nobel de la Guerra. Últimamente se lo han dado a gente como Obama, que lo que ha hecho ha sido llegar al poder con cosas vacías y sin hechos. Obama es más peligroso que Bush porque lo que ha hecho es alimentar los conflictos de Siria, Libia o Palestina. Si yo lo ganara lo dedicaría a buenas causas, pero nunca no se lo darán a alguien como yo.