Avanzan rápido. Con el ímpetu de sus veinte años, más de 5.000 jóvenes se patean las calles de Sevilla en plena resaca del 2D. Una jornada postelectoral en la que Andalucía (y España) todavía digiere los 12 diputados de ultraderecha (Vox) que han entrado en el Parlamento de Andalucía.
La convocatoria ha corrido como la pólvora por redes sociales, como Twitter o Whatsapp, o directamente por el boca a boca. Algunos reconocen que, aunque la manifestación ha sido “espontánea”, la llamada a la acción ha recibido un fuerte impulso del Sindicato de Estudiantes. Eso explicaría, en parte, la mayoría aplastante de universitarios y veinteañeros que se han reunido a las seis de la tarde en plaza de la Encarnación, lugar icónico del 15M sevillano, y han recorrido luego las calles del centro de Sevilla, hasta llegar al Parlamento de Andalucía.
A las siete y media de la tarde, miles de jóvenes se plantan en una de las arterias de la ciudad, la que conecta la zona norte con el centro de la ciudad, y claman: “No pasarán”. Tres autobuses ven bloqueada su ruta habitual y la policía local comienza a intervenir el tráfico. Mientras ondean todo tipo de banderas, las consignas se suceden. Pero si hay algo que se repite es el himno de Andalucía y las proclamas contra el objetivo principal de esta manifestación: Vox.
Al partido acaudillado por Santiago Abascal, en España, y por el juez Francisco Serrano, en Andalucía, van dirigidas buena parte de los cánticos: “Vox, escucha, Sevilla está en la lucha”, acompañados de referencias a“ su extremismo político: ”Sevilla será la tumba del fascismo“ o: ”Vosotros, fascistas, sois los terroristas“.
Banderas arcoiris contra la intolerancia
Dos chicas caminan con los brazos entrelazados, bajo una bandera arcoiris, el símbolo del movimiento LGTBIQ. Se sienten objetivo político de un partido abiertamente intolerante.
Así lo cuenta Nerea Enríquez, una estudiante asturiana que reside en Sevilla desde hace un año. Frente al Parlamento andaluz, Enríquez ha acudido a la manifestación, porque no está “a favor de los políticos de Vox. Su programa electoral atenta contra los derechos más elementales de las personas. Es un partido fascista, que está contra la ley de género y a favor de la caza o los toros. Pero, sobre todo, a mí me afecta como parte del colectivo LGBTI”.
Los dirigentes de Vox no dejan lugar a dudas: si estuviera en sus manos, derogarían el matrimonio homosexual, porque, según ellos, “un matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer”.
Tohil tiene 35 años, una profunda conciencia de lucha obrera, está en paro y sus empleos siempre han estado siempre por debajo de los mil euros. Entiende que Vox sitúa a las clases humildes en contra de los inmigrantes y que algunos de los sectores más afectados por el discurso de la ultraderecha son precisamente las mujeres y el el colectivo gay, ya que Vox también quiere derogar la ley de violencia de género.
“La juventud sí sabe lo que es el fascismo, porque tiene a sus abuelos enterrados en las cunetas. La izquierda ha sido fuerte siempre que ha estado en la calle”, afirma, mientras camina con una manifestación que deja atrás el Parlamento de Andalucía y avanza por la ronda histórica hacia la Universidad de Sevilla.
“Sevilla será la tumba del fascismo”
Por el camino, cientos y cientos de jóvenes van engrosando la manifestación, hasta sumar unas 5.000 personas. Un joven porta una bandera andaluza, sobre la que ha escrito en letras rojas: “Sevilla será la tumba del fascismo”. El movimiento feminista está presente. Son las mismas caras jóvenes que se manifestaron multitudinariamente los 8 de marzo de 2017 y, sobre todo, de 2018. “Si vuelve la Edad Media, estoy del lado de las brujas”, reza una de las pancartas.
Los manifestantes también tienen gestos hacia los inmigrantes, uno de los objetivos del partido de Abascal, que ha dicho todo tipo de barbaridades sobre las personas migrantes. “Bienvenidos, refugiados”, grita a voz en cuello la llamada Generación Z, una generación que hace gala de un compromiso social, que va más allá de las redes sociales y que, demuestran este 3D, también sabe pisar las calles.
Su caminata termina en el Rectorado de la Universidad de Sevilla. Al entrar en el centro universitario, los manifestantes entonan el himno de Andalucía, que resuena con fuerza entre los muros de la centenaria institución. Al grito de “fuera fascistas de la universidad”, desalojan y se marchan a sus casas. Por hoy, ha terminado la lucha contra el autoritarismo.