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Memoria de un periodista comunista: una antología rescata los artículos de Vázquez Montalbán en la prensa clandestina

Nueve mil artículos periodísticos es una producción descomunal. Hay que escribir mucho y muy rápido para alcanzar esa cifra, que en el caso de Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939-Bangkok, 2003) asombra todavía más porque murió antes de tiempo, con 64 años, y además le dio tiempo a escribir muchas otras cosas: poesía, ensayos sobre cualquier tema, obras gastronómicas y una serie de novelas popularísimas protagonizadas por el investigador Pepe Carvalho.

De ese caudal torrencial de artículos se rescatan ahora los menos conocidos: sesenta textos, muchos de ellos clandestinos, publicados en Mundo Obrero y otras publicaciones del Partido Comunista entre 1976 y 1979. La editorial andaluza Atrapasueños los ha recopilado, acompañándolos de las ilustraciones originales de Lluís Juste de Nin y de fotografías, textos y documentos. El resultado es Cambiar la vida, cambiar la historia, que acaba de salir de imprenta.

Son textos prácticamente desconocidos. Salieron en publicaciones como Mundo Obrero o Nuestra Bandera (la revista de debate teórico del PCE), en muchos casos cuando aún eran clandestinas. Sin embargo, no se trata de artículos teóricos o abstrusos sólo accesibles al militante. El aborto, el feminismo, el post-franquismo ya presente y el post-franquismo por venir, el eurocomunismoManuel Sánchez Molbatán (así los firmó) no dejaba charco por pisar, lo que los convierte en una buena radiografía de las inquietudes políticas de la época, y en la confirmación de que algunos problemas de hoy son los de ayer.

Artículos sobre el feminismo o la ultraderecha

Esos charcos siguen emponzoñados y sorprende la vigencia de algunos análisis. “Ha habido una cierta falta conciencia en parte derivada de urgencias históricas que afrontar, pero también seriamente condicionada por la incidencia de ideologías machistas y patriarcales que hacían aparecer a la mujer y al joven como subproductos del patriarcado. Quien esté libre de pecado al respecto, que tire la primera piedra. Seguro que no se mueve ni un guijarro”, escribía sobre la dificultad del feminismo también en los partidos de izquierdas.

“Ya era feminista a finales de los 70, y acertó. Los partidos tradicionales comunistas y socialdemócratas eran muy machistas, y el trabajo de las mujeres fue convencer a sus compañeros, y Vázquez Montalbán fue uno de ellos, de que las mujeres tenían que asumir un papel distinto”, explica Joaquín Recio, que ha recopilado los artículos y es autor de una breve introducción.

Otro ejemplo es el texto titulado Viva la muerte, firmado el 9 de febrero de 1977, pocas semanas antes de la Matanza de Atocha, y que se acompaña al final de este artículo. “Un análisis clarividente de la ultraderecha española”, en opinión del editor.

Los artículos se acompañan de las ilustraciones originales de Lluís Juste de Nin, íntimo y compinche de Vázquez Montalbán. Juste de Nin, que firmaba L'Esquerrà (tras catalanizar su firma El Zurdo), falleció el pasado 21 de mayo. Colaboró con el escritor desde los primeros artículos, y contribuyó a hacerlos llegar a la redacción de Mundo Obrero en París, donde acudía cada poco por su trabajo como diseñador de moda. Es un libro con dos autores, resalta el editor.

De lo cotidiano a lo universal

Recio empezó a investigar en el archivo histórico del PCE para Caja 128, un recopilatorio de textos del poeta en el exilio Juan Rejano, y acabó topando con un puñado de artículos que habían sido obviados de todas las antologías de Vázquez Montalbán, incluyendo los tres volúmenes publicados por Debate de 2010 a 2012.

Al final, son 60 piezas bajo un título con el que se hace referencia a la frontera aparentemente inexpugnable que tan bien recorría el escritor barcelonés: la que separa lo cotidiano y local (la gastronomía, El Raval, el fútbol) de lo universal (las revoluciones, el franquismo, los grandes temas políticos). Fraga, López Rodó, Alberti, TVE, Bokassa y Castro, Tarancón y Ramoncín.

Todos exponen de forma sintética una reflexión sobre temas de actualidad de interés para el partido. Hay una clave interna, pero abierta al exterior. “Los puede leer cualquier persona porque era el partido de la resistencia, de la lucha antifranquista, y el contenido era bastante permeable a la gente sencilla y normal”, señala el responsable de la antología, que destaca un patrón en la obra ensayística del periodista: “Tiene un leit motiv que es el compromiso y recorre desde Informe sobre la información [1963] a sus obras sobre Cuba o el Subcomandante Marcos”.

También hay hueco para un documento singular: el Consejo de Guerra al que fue sometido por la dictadura en 1962, después de participar en unas protestas estudiantiles en Barcelona. Fue condenado y amnistiado por la muerte de Juan XXIII, en octubre de 1963, tras pasar año y medio en la cárcel de Lleida.

En los textos pueden rastrearse los ecos de la relación de Vázquez Montalbán con el partido, que no siempre fue fácil. De hecho, abandonó la colaboración al discrepar con la línea asumida por Santiago Carrillo, de quien se dice que nunca le perdonó que escribiera Asesinato en el comité central. Es por entonces cuando se pregunta, en un famoso artículo, si “contra Franco vivíamos mejor”.

Contrasta esa relación con la que mantuvo con Marcelino Camacho, a quien dedicó un celebrado discurso para su nombramiento como doctor honoris causa. “Vázquez Montalbán fue leal a las ideas y a algunas personas. Y de los que no quería saber nada, se desentendió”, resume Recio. “Nunca se despistó de buscar la verdad, no se avergonzó de ser comunista, pero dijo las cosas tal como eran. No perdió la perspectiva. No se metió en luchas cainitas, sino en una más grande de la socialdemocracia contra la izquierda”.

Sánchez Molbatán, un seudónimo para “reírse de la censura”

Cada seudónimo de Vázquez Montalbán añadía matices a su discurso, y los artículos de Manuel Sánchez Molbatán (la firma en Mundo Obrero hasta julio de 1977, tres meses después de la legalización del PCE) no son los que hubieran firmado Sixto Cámara para Triunfo, Jack El Decorador (Hogares modernos), Luis Dávila (artículos futbolísticos) o Manolo V El Empecinado. Hasta 25 seudónimos se le cuentan. El creador de Carvalho escribió prácticamente en cualquier lugar: desde El Español, un semanario del régimen, a codirigir Por Favor, pasando por El País o Interviú, donde firmó hasta su fallecimiento.

“Esos desdoblamientos de personalidad, a lo Pessoa, son bastantes interesantes porque hacen un juego literario con la realidad del escritor”, comenta Recio: “En el caso de Manuel Sánchez Molbatán se trataba de reírse de la censura”. Hasta Rosa Regàs se sorprende, en el prólogo, de esta discreción camaleónica de su amigo en un momento “en que nos veíamos, hablábamos y compartíamos objetivos y luchas”: “Y sin embargo nunca me di cuenta de que firmaba con este nombre y apellidos, nunca”.

Diecisiete años después de morir de un paro cardiaco en el aeropuerto de Bangkok, Vázquez Montalbán guardaba sorpresas incluso para quienes mejor lo conocieron.

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