Las direcciones del PSOE andaluz y federal tratan de llegar a un acuerdo global sobre las listas electorales para las generales del 28 de abril en las ocho provincias andaluzas, pero la solución no es fácil, y el encaje ha vuelto a romper las costuras del armisticio entre Pedro Sánchez y Susana Díaz. En la confección de las listas hay tres elementos revueltos con difícil encaje entre sí: el primero y soberano en los estatutos del partido es la voluntad de la militancia, que está votando estos días en sus agrupaciones a los candidatos al Congreso y al Senado; el segundo, que pervierte el anterior, es el pulso manifiesto entre sanchistas y susanistas por colocarse en los puestos de salida; y el tercer elemento, que complica aún más el sudoku, es la decisión del presidente del Gobierno de situar a sus ministros a dedo como cabezas de cartel.
Este gazpacho orgánico es tan complicado, que aunque todos los socialistas están de acuerdo en que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sea número uno por Sevilla, la militancia de la provincia que más representa el corazón del PSOE -por tradición histórica y número de afiliados- ha relegado a Montero al décimo puesto de la lista. Ninguno de los miembros de la Ejecutiva Federal de Sánchez y ninguno de los ministros que el presidente quiere situar como cabeza de cartel en Andalucía está entre los más votados por la militancia: ni Montero en Sevilla, ni Luis Planas (Agricultura) en Córdoba, ni José Guirao (Cultura) en Almería, ni Fernando Grande-Marlaska (Interior) en Cádiz. Ni el delegado del Gobierno en Andalucía, miembro de la Ejecutiva Federal e íntimo enemigo interno de Susana Díaz, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ni el sevillano Paco Salazar (colaborador en Moncloa del presidente) ni la onubense María Luisa Faneca, también en Ferraz, aparecen en las listas votadas por las bases (Celis está en el puesto once de Sevilla).
Si en los próximos días no fructifica el pacto global entre Ferraz y el PSOE andaluz, el Comité Federal de listas tendrá que hacer uso de su potestad para recomponer la candidatura propuesta por las direcciones provinciales andaluzas, que recogen el sentir de la militancia. Con la elección de las bases en la mano, Susana Díaz puede enfrentar a Pedro Sánchez con su propio discurso de “adalid de la militancia”, y obligarle a pactar con ella la entrada de sus afines al Congreso y al Senado. En realidad se trata de eso: una demostración pública de fuerza orgánica por parte de la secretaria general del PSOE andaluz, que quiere demostrar al líder federal que su poder orgánico está intacto.
En San Vicente, nadie imagina que los ministros no vayan a encabezar finalmente las listas, “como siempre ha pasado”, pero quieren confeccionar una candidatura pactada. No aceptan imposiciones de Madrid. En los próximos días, los comités ejecutivos provinciales pueden recordaran las listas, subiendo la posición de los ministros, para luego enviarlas al PSOE federal, que tiene la última palabra. El histórico alcalde de Dos Hermanas y principal valedor de Sánchez en Andalucía, Francisco Toscano, ha puesto nombre a todo esto: “Es un pulso a Ferraz”. Toscano no se cree que la militancia del PSOE andaluz haya votado alegremente a los afines a Díaz, y ve la mano de los aparatos provinciales y regional en la decisión de las asambleas locales.
En la capital andaluza, a falta de que lleguen las actas de las cuatro últimas asambleas locales, y con el 96% escrutado, el que más apoyos ha recibido de los afiliados de Sevilla para ir en las listas al Congreso (en las 116 asambleas) es Antonio Pradas. Pradas fue número tres de la dirección federal de Sánchez en el mandato anterior y uno de los 17 que dimitió para forzar la caída del secretario general. Ferraz aspira a vetar su nombre por aquel suceso -y por su lealtad ciega a Susana Díaz- pero si lo hace, es decir, si el Comité Federal trastoca la lista que salga elegida por Sevilla (aunque lo permiten los estatutos), lo hará “despreciando la voluntad de los militantes”. “Él, que se erigió en líder de la militancia del PSOE frente al aparato”, dice, cínico, un alto dirigente andaluz.
A Pradas le siguen otros nombres próximos a Díaz, en este orden: José Manuel Girela, Carmen Cuello, Alejandro Moyano, José Losada, Esther Gil, Marta Alonso, Antonio Gutiérrez Limones y María Angeles Sepúlveda. Gutiérrez Limones, ex alcalde de Alcalá de Guadaíra y ex diputado nacional del PSOE por Sevilla, se expresó hace dos días en los medios para denunciar que “nadie entendería que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, no ocuparan los primeros puestos de la candidatura del PSOE por Sevilla al Congreso para las generales”. Muchos lo entendieron como un viraje desde el susanismo al sanchismo. A Montero, las dos familias socialistas la sitúan como número uno por Sevilla, aunque la militancia la haya puesto en décimo lugar. La ministra ha sido la más votada en Sevilla capital y en las agrupaciones de las poblaciones más grandes. “La dirección provincial tiene que hacer ajustes normales en las listas para equilibrar la voluntad de las bases con el interés político”, explican.
“Montero es un valor de peso que debe estar en el Congreso”, dicen desde la dirección andaluza. Más complicado es el papel de Gómez de Celis, la voz de más peso en el sanchismo andaluz y el más íntimamente enfrentado a Díaz, que ocupa el puesto undécimo en la lista por Sevilla elegida por las bases. Al Senado, los tres más votados son: María José Fernandez, Fernando Zamora y Amalia Rodríguez. A pesar de la electricidad del pulso entre Ferraz y San Vicente, la participación global de la militancia en Sevilla está entre el 30 y el 40% de los afiliados.
En Andalucía se juegan 61 escaños en el Congreso y el PSOE logró 20 en las últimas generales. Ahora confían en aumentar en algunas provincias, pero no hay espacio para todos y los fieles a Susana Díaz pugnan con los fieles a Pedro Sánchez para copar los puestos de salida.