¿Qué se puede hacer ante el drama humano en las fronteras de Ceuta y Melilla? Las imágenes desesperadas de subsaharianos tratando de pasar la frontera entre África y Europa se repiten cíclicamente mientras los CETI se colapsan. Bajo la premisa de que “seguir poniendo vallas es absurdo”, cinco asociaciones que trabajan mano a mano con personas inmigrantes y por los derechos humanos quieren pasar de la denuncia a la proposición. Así, con cuatro medidas “realizables” a desarrollar, quieren abrir un punto de encuentro y diálogo norte-sur entre las instituciones nacionales y europeas para que aborden de otra forma las políticas migratorias.
Las organizaciones de la red euro-africana Migreurop en España (APDHA, SOS Racismo, Andalucía Acoge, Comisión Española de Ayuda al Refugiado y Asociación Elín) han elaborado un manifiesto para atajar las situaciones que se viven en las ciudades autónomas españolas y, por extensión, en la frontera sur de Europa (devoluciones ilegales, uso de material antidisturbios, instalación de concertinas, etc) que “están poniendo en peligro la vida de las personas que intentan llegar” al viejo continente en busca de un futuro mejor.
“Una tragedia ante la que es preciso actuar de manera inmediata poniendo en marcha medidas ajustadas a la legislación nacional, europea e internacional que garanticen el respeto de los derechos humanos y el principio de no devolución”, señalan en su escrito, y que están generando “graves situaciones de indefensión y desprotección” que podrían resolverse “de manera rápida, recurriendo a mecanismos ya existentes”.
La cuestión es “eliminar ruido” y poner el foco en las personas que se encuentran en Marruecos en situación de emergencia humanitaria y garantizar el respeto de sus derechos y el acceso a una adecuada protección. Según indica Miquel Araguás, secretario general de Andalucía Acoge, “existen 33 millones de personas moviéndose por África y las políticas migratorias prácticamente comienzan en el perímetro europeo; llevamos 20 años tratando de poner vallas más altas” y los inmigrantes “van a seguir intentando saltar siempre, aunque pongamos una tercera valla o una fosa de caimanes”.
“Seguir poniendo vallas es absurdo”, indica Araguás, quien apuesta por “dar un enfoque distinto” y sentar en la mesa no sólo a los gobiernos sino también a instituciones internacionales y a organizaciones que trabajan en el ámbito de las migraciones y los derechos humanos.
Garantizar los derechos
“Asumamos, por ejemplo, que hay 50.000 personas, como decía el ministro de Interior, esperando cerca de la frontera. Si lo dividimos entre los 26 países de la UE nos da una media de unas 800 personas por país. Eso no es un problema. Nos están vendiendo que es un problema. Asumamos que así fuera. Pues vamos a dar soluciones”. Así, proponen cuatro medidas urgentes y realizables “por una solución europea al drama en las fronteras de Ceuta y Melilla”:
1) Facilitando su regularización en el marco del actual proceso puesto en marcha en Marruecos, ampliando los criterios fijados y adaptándolos a la realidad que viven estas personas. Al mismo tiempo debe garantizarse que la información recogida no se usará para la aplicación del acuerdo de 1992 y del acuerdo de readmisión con la Unión Europea.
“Marruecos empieza a ser como la España de finales de los 80, donde la inmigración empieza a dejar de ser un movimiento de tránsito hacia el norte y donde la gente se empieza a asentar. Los criterios en el proceso de regularización son muy restrictivos pero, si fueran más amplios, muchas personas se quedarían en Marruecos porque, simplemente, habría más oportunidades”, explica Araguás. “La idea es tratar de fijar a un grupo de población en Marruecos en una situación regular; se trata de ir garantizando derechos a lo largo de todo el viaje”, añade.
2) Apoyando desde la UE esa ampliación de criterios e interpretando de una forma flexible la normativa sobre reagrupación familiar de forma que se permita el acceso de estas personas al país de la Unión Europea en el que tengan familiares residiendo, sin tener que volver a sus países de procedencia.
“Es de sentido común”, sentencia Araguás, que afirma haberse entrevistado con bastantes personas en los centros de estancia temporal de inmigrantes (CETI). “La mayoría de ellas no quiere venir a España, porque tienen familia en otros países europeos y lo que persiguen simplemente es reunirse con su familia”. Y ejemplifica con el caso de una chica guineana, de 20 años, que tiene a su madre desde hace 15 años en Francia, regularizada, casada, con familia, y quiere reagrupar a su hija. “Pero las reagrupaciones familiares son muy complejas en mayores de edad”, por lo que apuesta por “flexibilizar todos esos procedimientos de regularización” en casos, por ejemplo como éste, de “familias nucleares” para “evitarles ese calvario”.
“Los CETI están llenos de gente que tiene familia en otros países europeos y lo que quieren es reagruparse con ella. Si lo puedes acreditar, para qué vas a tener que estar en un CETI español, ser irregular en España y luego ir a Francia. No tiene sentido”, añade.
“Respetar la legalidad vigente”
3) Garantizando una adecuada protección a las personas refugiadas y solicitantes de asilo posibilitando, de manera centralizada y segura, la llegada a los distintos países de la Unión Europea a las personas refugiadas y necesitadas de protección internacional a través de la puesta en marcha de un programa conjunto de reasentamiento y garantizando el acceso al procedimiento internacional por vía diplomática y en las fronteras europeas.
“Es algo tan básico como respetar la legalidad vigente”. Señala Araguás que, durante 2013, en Alemania, un país 'sin frontera' con el sur, se concedieron aproximadamente 22.000 asilos mientras en España fueron 500. “No tiene sentido que sólo el 8% del total de demandas de asilo en todo el Estado se conceda en Ceuta y Melilla. Los sirios o los malienses no demandan asilo. Algo está pasando”.
El hecho de que Ceuta y Melilla no sean 'espacios Schengen', la persona que solicite asilo entra en un “limbo jurídico” que limita su libertad de movimiento. Las ciudades autónomas se convierten, así, en “pequeñas cárceles” donde el estatus jurídico está “semireconocido” y que, para un sirio, por ejemplo, supone que no se le va a poder expulsar de España. “Igual lo que le merece la pena es no pedir el asilo, que le lleven a un CIE en la península y ya luego haré lo que yo quiera”. “Se está jugando con el asilo de esa forma”, lamenta.
Apuesta por “asumir la realidad” y observar que si los sirios están saliendo de su país es por la situación bélica, por ejemplo, o que hay otros que salen por hambrunas. “Si se reconociese el estatus real de la gente, muchas de estas personas no estarían en situación irregular”. En Italia, desde hace unos meses, se reconoce asilo al que lo pide casi de inmediato, expliica, y eso está provocando movimientos hacia arriba de gente que tiene protegida su situación y que está afectando a terceros países. “El norte se está dando cuenta que ese tipo de políticas de restricción de derechos al final lo que provoca es tapones en el sur, con situaciones tensas en España o Italia, mientras en centroeuropa no se acaba viendo”.
4) Reconsiderando la política de visados en relación a los países africanos que generan estos flujos, impulsando un acceso mucho menos restrictivo que el actual.
“Todos los ministros de Interior del mundo dicen que ellos defienden la inmigración regular. Vale, muy bien, pero si tú no concedes un visado de entrada en África, la gente que quiera venir a Europa va a tener que venir en situación irregular porque no se puede entrar de otra forma”, explica el representante de Andalucía Acoge, apostando por “una política más eficaz desde el origen”.
“También es de sentido común: si la gente está saliendo de África, ofrécele la posibilidad de que venga en situación regular y que las embajadas, en los países de origen, puedan ofrecerlo. Si ahí cierras la puerta, ya sabes lo que estás provocando”, señala.
El objetivo, según detalla Araguás, es hacer una presentación de esta iniciativa en Bruselas el próximo otoño con las firmas de apoyo al manifiesto que se hayan podido recabar, así como que estas propuestas se empiecen a debatir en otros países como alternativas, por ejemplo, a la 'directiva de no retorno', que “lo único que busca es blindar la frontera”. La idea es que diferentes parlamentarios “acompañen” la iniciativa y las medidas planteadas porque son ellos, finalmente, “los responsables finales de debatirlo en el Parlamento y de provocar ese debate”. “Porque en las elecciones europeas sólo se ha hablado de nombres, no de políticas”, lamenta.