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Moreno y Feijóo presentan el liderazgo total del PP en Andalucía frente al Gobierno “dividido” de Pedro Sánchez

Daniel Cela

23 de julio de 2022 12:28 h

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“Liderazgo, orgullo y ambición”. El discurso de Juan Manuel Moreno tras jurar por segunda vez como presidente de la Junta de Andalucía se erige sobre estas tres palabras, que hablan de la comunidad más poblada de España, pero también de un Gobierno estable sustentado en la mayoría absoluta del PP.

A la toma de posesión de Moreno ha asistido la cúpula del partido, con su líder a la cabeza, Alberto Núñez Feijóo, que ha hecho una proyección de la victoria y del modelo del andaluz al conjunto del país, frente “al Gobierno más dividido de la democracia española”, en referencia al Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Feijóo contrasta los valores del liderazgo de Moreno y de su futuro Gobierno, que se dará a conocer en las próximas horas, con la “inestabilidad” que cimbrea al Ejecutivo de España, las tensiones dentro del PSOE, las tensiones dentro de Unidas Podemos y las tensiones entre ambos socios de coalición.

La toma de posesión se ha celebrado con un acto multitudinario (600 invitados) a pie de calle, en la explanada frente al Palacio de San Telmo de Sevilla, sede del Gobierno andaluz. Jamás se había hecho algo así antes, pero antes tampoco había llegado el PP al Gobierno de la comunidad más poblada de España, otrora fortín inexpugnable del socialismo.

La grandilocuencia de la celebración ha tenido una correlación directa en los adjetivos superlativos del discurso del presidente. Moreno ha hablado de una Andalucía “fuerte y próspera que puede ayudar a España y contribuir a su éxito”, una Andalucía “con poderío”, con un “liderazgo y orgullo” que ha traducido en “creación de empleo, generación de riqueza, sanidad moderna, educación de excelencia, igualdad entre hombres y mujeres...”.

El presidente de la Junta ha hecho una exaltación entusiasta de Andalucía en su discurso, incluida citas al cantautor Carlos Cano, referente del andalucismo jornalero, y a la escritora María Zambrano, exiliada de España tras la Guerra Civil y durante los 40 años de dictadura franquista. Su intervención, leída y con algún matiz improvisado, insuflaba un andalucismo hiperrealista jamás visto en boca de un dirigente del PP hasta hoy. “Hoy renuevo el sentimiento mayoritario de los andaluces de ser españoles de luz que, desde el sur, hacemos una España mejor. España necesita a Andalucía porque somos una tierra decisiva”, ha dicho, recogiendo partes del himno de Andalucía.

Era un discurso emocional y enérgico, además de polivalente. A Moreno le ha servido para sacar pecho de su rotunda victoria en las elecciones del 19 de junio, cuando obtuvo una mayoría absoluta histórica (58 diputados) con la que formará el primer Gobierno monocolor del PP, el primero que conoce esta comunidad desde hace 14 años.

Y a Feijóo le ha servido para extrapolar esa “mayoría social y parlamentaria” al conjunto del PP que lidera desde hace poco, y para confrontar la estabilidad de Moreno con los vaivenes del Ejecutivo de Sánchez. Si la toma de posesión fuera un símil de guerra, Moreno habría entrado hoy con sus tropas en París y la retaguardia de Feijóo estaría desembarcando en las playas de Normandía.

“Éste es un acto de una enorme trascendencia nacional. Andalucía ha conseguido en estos momentos de inestabilidad institucional en España, la estabilidad de un Gobierno fuerte para los próximos cuatro años. Tenemos la tranquilidad de un grupo mayoritario y un Gobierno estable, algo muy envidiado en el conjunto de España”, ha advertido el presidente nacional del PP en una intervención preparada al término del acto oficial, en el interior del Palacio de San Telmo.

Presidentes del PP... y Olona

El gallego destacó la “unión del grupo parlamentario” y reiteradamente mencionó la palabra estabilidad. “Una unión y una estabilidad que no conoce España. La estabilidad política es lo que hace de Andalucía el mejor sitio para invertir”, ha llegado a decir. Le sucedieron en el turno de palabra los presidentes autonómicos del PP, el gallego Alfonso Rueda, la madrileña Isabel Díaz Ayuso, el castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, el murciano Fernando López-Miras... y la portavoz de Vox en el Parlamento andaluz, Macarena Olona.

En San Telmo habían organizado una sala de prensa improvisada, con un pie de micro, para que Feijóo, los líderes del PP y “quien quisiera” valorase la ceremonia. Pero a Olona nadie la avisó. “¿Quién ha organizado un canutazo?”, preguntó, sorprendida, cuando vio a los periodistas sentados en una sala anexa al pasillo principal que conducía al Salón de los Espejos, donde fue el convite de los invitados.

La portavoz de Vox decidió en ese momento que también quería hablar, y lo hizo en la misma clave y casi con las mismas palabras que los presidentes del PP. “Ya tenemos el gobierno fuerte que Andalucía necesita. Necesitamos este gobierno fuerte para crear un verdadero escudo social que proteja al pueblo andaluz”, advirtió.

Todos los líderes autonómicos del PP, excepto Díaz Ayuso, insistieron en presentar la victoria de Moreno como una carta de presentación de Feijóo en España. “Este es el colofón, el cierre del círculo, para cuando se convoquen las elecciones generales en las que Feijóo será presidente del Gobierno”, resumió el presidente de Murcia. Cada uno habló de los déficit de financiación e inversión en su territorio -el próximo jueves Sánchez recibirá en Moncloa a Moreno, Rueda y López-Miras-, pero la madrileña prefirió jugar el papel de jefa de la oposición al presidente del Gobierno, con un tono más visceral que el del propio Feijóo.

El mensaje del presidente del PP no venía a eclipsar el protagonismo del líder andaluz. Moreno había dejado espacio en su discurso para que Feijóo usara su día grande como plataforma de lanzamiento y oportunidad para cargar duramente contra Pedro Sánchez. Lo mencionó, por escrito, en la última página del texto que leyó ante los 600 invitados. Ambos mantienen una excelente relación personal y política, ambos se han conjurado para alejar al PP de la deriva ultraconservadora que pilotaba Pablo Casado -que estuvo muy presente en la primera toma de posesión de Moreno, en 2019- y marcar un rumbo hacia la centralidad y la moderación.

Esa es, al menos, la teoría. La realidad es que Feijóo encabeza un PP que ha logrado frenar el ascenso de Vox en Andalucía con un perfil moderado, con guiños al centro izquierda, pero también ha taponado el auge de la ultraderecha en Madrid con un rol mucho más parecido al del partido de Santiago Abascal. Díaz Ayuso aventaja a Moreno en votos sobre Vox, pero el andaluz es quien ha logrado la mayoría en la que Feijóo quiere mirarse, sin dependencias de la extrema derecha.

“Yo creo en los gobiernos estables, en un presidente que lidera, en la capacidad para nombrar y cesar a su Gobierno, de remitir proyectos de ley a la Cámara con la certeza de que se aprueban, de hacer un presupuesto anual, un Gobierno que no crea problemas a la gente, con mayoría social y parlamentaria. Si tuviéramos eso en España, pero ahora tenemos el gobierno más dividido del país”, resumió Feijóo en su enésima envestida contra Sánchez en la sede de la Junta de Andalucía. El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha acudido en representación del Gobierno central y, minutos antes, había hecho un breve discurso apelando a la “colaboración” entre ambas instituciones.

Pero Moreno y Feijóo discrepan en su visión de la realidad sociopolítica, ya que uno es presidente y el otro lidera la oposición. El gallego habla de una “crisis económica profundísima”, de tintes apocalípticos, y describe a una España abocada a la recesión, con un mensaje muy similar al de Abascal. El andaluz viene de un debate de investidura en el Parlamento, donde negó la recesión -que sería necesariamente más hostil para Andalucía que para el resto del país- y advirtió: “Yo no quiero hablar de recesión, porque también las palabras pueden hundir la economía y machacar las oportunidades económicas”, dijo, en contra del argumentario oficial del PP nacional.

El dirigente de la Junta llega con hambre a su segundo mandato, “abonado al optimismo y a la alegría”, pese a ser muy consciente de que en el horizonte se atisba una crisis económica agravada por la escalada inflacionista, la subida de precios, una crisis energética y alimentaria, la primera guerra en suelo europeo desde la II Guerra Mundial, y una pandemia a escala planetaria aún por mitigar.