Juan Manuel Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, ha seguido estirando este martes el chicle de la incertidumbre: las elecciones andaluzas siguen en el aire, aunque ya queda descartado que puedan celebrarse el próximo 12 de junio, una fecha solo posible si las hubiese convocado este martes. “Éste no va a ser el último consejo de gobierno ni el penúltimo”, ha dicho.
Tras el Consejo de Gobierno, celebrado este martes en el Museo Picasso de Málaga, Moreno ha desarrollado con mucho más detalle las razones económicas para adelantar los comicios al mes de junio, algo que da por descontado todo su entorno. Los periodistas le han preguntado por los dos domingos posibles -19 y 26 de junio-, pero el presidente ha respondido jugando al despiste. “Usted da por hecho que va a ser domingo”, le ha dicho a un periodista: “¿Por qué no un sábado? ¿O un viernes? Que en verano hace mucho calor…”.
Hasta el momento, la fecha más probable que barajaban en San Telmo -sede de la Junta de Andalucía- era el último domingo de junio, día 26, para lo cual el presidente, que tiene la potestad exclusiva de hacerlo, tendría que firmar el decreto de disolución del Parlamento el próximo 3 de mayo, martes de Feria de Sevilla. Esta es la fecha que baraja también el PSOE-A.
Aunque se cubra las espaldas bajo la fórmula de las “consultas”, de sus palabras se desprende cada vez con más nitidez que está decidido a adelantar las elecciones a junio. Al término del Consejo de Gobierno, Moreno ha desgranado una a una todas las inversiones de sus tres años de gobierno en la provincia de la que proviene, pero la atención estaba en su decisión, personal e intransferible, de adelantar o no las elecciones andaluzas. “La decisión es mía”, ha dicho ante Juan Marín, su vicepresidente, que en los últimos días se ha prodigado en los medios para mostrar su rechazo a unas elecciones en junio.
Discrepancias en el PP
La última vez, el lunes en la Cadena Ser. En una muestra del choque de fondo, Marín utilizó como contraargumento a su favor precisamente el asidero económico al que se agarra Moreno para justificar el previsible adelanto. “Si Moreno convoca elecciones cortará la recuperación económica de Andalucía”, dijo el vicepresidente, aludiendo a un supuesto freno a la llegada de 5.600 millones de euros de fondos europeos.
El presidente, en cambio, parece tenerlo claro. Dice estar en un proceso de escucha que, de momento, refuerza la idea del adelanto. “Todo el mundo me dice que hay que empezar 2023 con unos presupuestos aprobados. No puedo hacerlo sin un gobierno aprobado a finales de agosto, principios de septiembre, para que estén en la cámara en noviembre”. En ese proceso de “reflexión serena” participan sus consejeros y otros actores (que Moreno no ha detallado), que estarían valorando opciones en un contexto marcado por la dificultad de cuadrar las cuentas por la alta inflación, que compromete “la capacidad contable y administrativa” del Gobierno andaluz. Después, ha admitido que hay discrepancias en su partido. “Y fuertes”.
Moreno dice que está intentando “confirmar” que el adelanto es la mejor opción. “Decidiremos pronto”. Esa es, por ahora, la única evidencia, porque el adelanto solo es posible si se convocan las elecciones en un plazo máximo de dos semanas.
“Era partidario de seguir la legislatura hasta hace una semana”
En todo caso, la decisión final solo le corresponde a él, y así se lo ha dejado claro a Marín, hierático a su lado. “Es una responsabilidad mía, con todas sus consecuencias. Estoy intentando acertar”.
En su exposición, el presidente ha conjeturado que el adelanto electoral, en realidad, ni siquiera le conviene. “Era partidario de seguir la legislatura hasta hace una semana. Si pienso en mí y mis intereses, esa sería mi decisión. ¿Por qué voy a dejar de inaugurar el Metro de Málaga, el Hospital Militar de Sevilla, los tramos del tren de la Bahía de Cádiz?”, se ha preguntado. Son proyectos finalizados durante su mandato, y cuyo desbloqueo atribuye al Gobierno que preside.
De mantener las elecciones a final de año, Moreno cree que podría aprovechar políticamente el presumible desgaste que sufrirán los socialistas por la sentencia de los ERE o las conclusiones de la comisión de investigación de la FAFFE. Incluso, podría capitalizar la erosión del Gobierno de Pedro Sánchez, asegura. Así que ha lanzado la idea de que en noviembre le irían mejor las cosas, a pesar de que las encuestas más recientes le dan una clara victoria, insuficiente para gobernar en solitario.
“Tiene que haber algo muy fuerte para que recline mis intereses personales y vaya los intereses colectivos”, ha dicho. Ese interés sería la necesidad ineludible de contar con unos nuevos presupuestos adaptados al nuevo contexto económico, cuya aprobación, de revalidar el cargo, vislumbra para noviembre.
Marín se cierra a una candidatura conjunta
A su lado, Marín asistía al desmontaje implacable de sus recientes reivindicaciones. El líder andaluz de Ciudadanos era este martes un convidado de piedra ante el aluvión de preguntas electorales. Marín clama por agotar la legislatura, mientras Moreno ha dejado claro que hará lo que crea conveniente, e incluso le ha tendido la mano para conformar una candidatura única. “Tendremos que ver si esa plataforma, coalición, formación, es útil y si puede propiciar una mayoría más amplia, o si genera rechazo, problemas o desvío de votos. Hay que estudiarlo con mucho rigor”.
El líder de Ciudadanos, a quien las encuestas sustituyen por Vox como llave de un gobierno de derechas, ha despejado la bola bastante lejos: “En 2018 acudimos por separado y después nos unimos en coalición buscando lo que nos unía. Yo me quedo con esa fórmula”.