Moreno se refugia en un perfil plano para escapar del choque entre las izquierdas y la ultraderecha en el primer debate electoral

Daniel Cela

7 de junio de 2022 00:40 h

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El primer debate electoral en Andalucía, retransmitido por RTVE, reunió a seis candidatos, tres conservadores —PP, Ciudadanos y Vox— y tres progresistas —PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía—, cada uno peleando por su propio espacio, buscando con quién chocar o no chocar con nadie en absoluto. No ha sido un debate tradicional de propuestas, sino de alto voltaje ideológico, es decir, todo lo que puede zarandear la campaña plana y silente que ha diseñado el candidato a batir, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno (PP).

Las dinámicas fueron éstas: todos contra Moreno, excepto su vicepresidente, Juan Marín (Ciudadanos). Ambos defendían el Gobierno andaluz que han compartido durante tres años y medio, pero aquí había un reparto de roles distinto: el popular se cobijó en un perfil bajo, prudente, institucional, a ratos desaparecido del debate; mientras el candidato naranja se dedicó al cuerpo a cuerpo a derecha e izquierda, especialmente contra la candidata de Vox, Macarena Olona, que aspira a ocupar su silla en el Consejo de Gobierno. Esta era la parte más peliaguda para Moreno, pero esa pelea se la libró Marín, que necesitaba encontrar un espacio propio y distinguirse del líder popular. Al menos el primer tercio del programa.

El presidente de la Junta se atornilló al centro y se inhibió de cualquier pulso directo con sus contrincantes, el de las izquierdas que impugnaban su gestión -en lo económico, en lo social, en la pandemia- y el de la ultraderecha, que le zamarreó sin datos pero con la consigna de ser “heredero del cortijo socialista”.

Lo de Moreno era un diálogo directo con los andaluces. Una y otra vez, miraba de frente a la cámara, con los brazos extendidos a ambos lados, en cruz, señalando a “derecha e izquierda”, distanciándose de los polos, equiparando lo que le llegaba “del PSOE y de Vox”. “Yo soy el hombre de moda esta noche y soy el receptor de todos los palos”, bromeó, “a mi derecha y a mi izquierda van a coincidir en numerosas ocasiones, igual que coincidieron en el Parlamento tumbando los Presupuestos”, aseguró. Es la idea con más fuerza que Moreno llevó al debate, y que repitió varias veces.

El popular se encontró cómodo en su silencio cuando la algarabía se formaba entre los otros cinco candidatos, disputándose la palabra. Pero poco a poco le fueron empujando dentro de la arena. El candidato del PSOE, Juan Espadas, y las candidatas a su izquierda, Inma Nieto, de Por Andalucía, y Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, trabajaron en bloque contra el tándem Moreno-Olona. Les señalaron juntos, como amenaza del futuro Gobierno que pueden conformar, pero también apuntaron individualmente al presidente. Sobre todo Nieto, que le tiene cogida la medida del traje de sus careos en la sesión de control al Gobierno en el Parlamento.

Los 37 años del PSOE

A Moreno solo le interesó replicar directamente a su rival socialista, a quien recordó varias veces su pasado “en los gobiernos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán”. “¿Por qué no lo hicieron ustedes antes? ¡Los 37 años, los 37 años!”, repetía Moreno en cada lance con Espadas, recordándole que “lleva en la Administración pública desde 1990”. Desde el principio, el candidato del PSOE buscó una y otra vez el cara a cara con el presidente de la Junta, acusándole de “apuntarse los méritos ajenos”, subrayando que las cifras de empleo y de crecimiento económico que enarbola el Gobierno andaluz ha tenido un “aliado indispensable” en el Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos.

“¿Usted está de acuerdo con la subida del salario mínimo interprofesional? ¿Y con los empleos fijos discontinuos de la reforma laboral?”, le preguntó, sin respuesta. Espadas pocas veces se enganchó con la candidata de Vox, pero cada uno de sus exabruptos se los lanzó al candidato del PP, haciéndole corresponsable del alegato machista y xenófobo. “Señor Moreno, este discurso racista que acabamos de oír...”. El socialista ignoró a Olona, convencido de que todos sus minutos en pantalla servirán para sacar del letargo al electorado socialista.

Moreno nunca ha perdido la serenidad, nunca se arrugó el traje institucional. Es el que menos arriesgó y el que menos perdió, pero a costa de dejar que sus rivales apuntalasen sin resistencia sus mensajes. No ha discutido el alegato machista y xenófobo de la candidata de Vox, pero sí su cuestionamiento del Estado de las Autonomías, que ésta no ha mencionado, pero que está en su propuesta política. “Yo lo que necesito es que usted crea en Andalucía y en el Estado autonómico”, le ha dicho.

El momento más tenso del debate ha sido el pulso intenso y desde los extremos protagonizado por Macarena Olona y Teresa Rodríguez. Especialmente tosco y agresivo, a gritos, en el bloque de políticas sociales, cuando la ultraderechista vinculó una vez más la delincuencia con la inmigración, y aseguró que por esto “las mujeres y los homosexuales tienen más miedo a caminar por la calle en Andalucía”. “No se atreva a comparar a los inmigrantes andaluces con los que vienen aquí en masa y a machetazos”, le espetó Olona a la gaditana. “Usted no ha paseado nunca por Andalucía, no conoce la Andalucía real. ¡Racista!”, le ha respondido Rodríguez.

Machismo y racismo

El resto de candidatos prefirió ignorarla. La candidata de Vox también negó la violencia de género y anunció, levantando el tono y el brazo, que derogará las leyes de lucha contra la violencia de género y de igualdad entre hombres y mujeres. “El violador es el violador y el hombre es hombre. No existe la violencia de género. Son políticas sectarias, puro hembrismo”, aseguró. “Por el feminismo está usted aquí”, le respondió, indignada, Rodríguez, que terminó calificando a Vox como “brazo político del terrorismo machista”. También se volvió hacia Moreno y le espetó que “su silencio” y su consejero de Salud refiriéndose a la “violencia intrafamiliar” son “cómplices de la violencia machista”.

No hubo ninguna dinámica, ni buena ni mala, entre las dos fuerzas a la izquierda del PSOE. Las candidatas de Por Andalucía y de Adelante Andalucía se ignoraron sistemáticamente, después de haber librado un pulso durante meses y hasta días antes de que se celebrase este mismo debate, del que los primeros querían expulsar a Rodríguez.

Su candidata, Inmaculada Nieto, ha empezado por presentarse y por presentar a su coalición de seis partidos, pero olvidó o no quiso mencionar que su propuesta viene amadrinada por Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno. Es la mejor carta de presentación que tiene una candidata aún muy desconocida por muchos andaluces, pese a ser una veterana en el Parlamento. Y el mejor antídoto contra el mal recuerdo de una coalición nacida a trompicones y en disputa interna entre sus miembros.

Nieto ha hecho un debate parlamentario, con las tablas que tiene, sobre todo en su pulso con Moreno, con Marín y con Olona. La candidata de Vox ha hablado de emociones, de humillaciones, de sensaciones, y ha sido contestada con datos y cifras por las dos candidatas de izquierdas, cada una con su estilo, sobre sanidad, dependencia, educación, política fiscal. Nieto ha esgrimido datos sobre asesinadas por la violencia machista, incluso los ha ubicado provincia a provincia, y Rodríguez le ha plantado cara, cortando de raíz un discurso “negacionista”. A la gaditana se la ha visto indignada y no ha querido callarse ni cuando perdía el turno de palabra. En el debate, han sabido complementarse estas dos izquierdas, en las urnas no, por eso ofrecen dos papeletas en lugar de una sola.

El bloque final, dedicado a los pactos postelectorales, no adelantó ningún escenario. Espadas insistió en preguntar a Moreno si pactará un Gobierno con Vox, éste replicó que quiere gobernar en solitario y repreguntó al socialista si “va a formar un Gobierno Frankenstein con ocho partidos políticos”. “Mejor Frankenstein que El Exorcista”, le espetó este. “Lo dice usted, cuyo partido pacta con Bildu y ERC”, abundó el otro. En algo se pusieron de acuerdo los dos: el presidente será uno u otro, el primero sabrá entenderse con las fuerzas conservadoras, y el segundo buscará alianzas con las izquierdas.

Nieto y Rodríguez defendieron un Ejecutivo “progresista y feminista”, la primera con acento en “lo social”, la segunda subrayando “la capacidad de decidir desde la autonomía”. Olona evitó presentarse como comparsa del PP y apeló a la épica para hablar de su partido con “fuerza para condicionar las políticas” del Gobierno.

El debate había arrancado con el bloque económico, donde más convergen las políticas de bloque: derechas frente a izquierdas. Moreno y Marín defendieron su gestión, sin ninguna diferencia en sus discursos, poniendo el acento en las rebajas fiscales, las exportaciones, la cifra récord de autónomos, “por primera vez más que en Cataluña”. “Andalucía tiene mucho potencial, pero era necesario quitar tapones, nudos y dejar atrás las antiguas recetas del partido de Espadas”, dijo Moreno, sin mencionar al PSOE.

Los tres candidatos progresistas y la aspirante de Vox le negaron las cifras de crecimiento y trataron de vaciar el discurso eufórico del presidente y el vicepresidente. “Le doy las gracias por el 1% de la población andaluza a los que le ha bajado los impuestos. No lo necesitaban, porque ya eran ricos. A los siete millones restantes les ha bajado cinco euros los impuestos”, le ha dicho Espadas. 

Nieto ha censurado sus políticas: “Son antiguas, recetas fracasadas, van en la dirección contraria a los estímulos que recomienda el FMI y la Comisión Europea”. Teresa Rodríguez también ha señalado que la rebaja fiscal del Gobierno andaluz “beneficia a las rentas más altas” y que su modelo económico “apuesta por la turistificación de siempre, con empleos de baja calidad”. Olona ha lanzado un ataque más personal a Moreno. “Sus datos son un insulto, sus aires triunfalistas y su sonrisa no es auténtica y son hirientes”, dijo apelando a los jóvenes parados y a los dependientes que murieron esperando a ser atendidos. “Gobernar es muy complicado, cualquiera de ustedes que estuviera en mi lugar, lo entendería”, respondió Moreno.

Todos los candidatos salieron por la puerta convencidos de haber ganado el debate. La campaña hoy está más tensionada que ayer, y eso no beneficia necesariamente a todos.

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