“Nazareno, tú que levantaste una Iglesia para todos, ¿por qué hizo el hombre de los altares cotos privados que excluyen las uniones de personas del mismo sexo? Que se aman, quieren y respetan, como tú nos enseñaste”, se preguntó Miguel Gutiérrez Jansen en el pregón de la Juventud Cofrade pronunciado en el paraninfo de la Universidad de Málaga el 29 de marzo. La cuestión retórica no recibió respuesta, pero Gutiérrez Jansen, un estudiante de Medicina de 23 años, ya ha pedido disculpas por su “manifiesta torpeza para matizar mediante la palabra el contenido del pregón referente a la postura de la Iglesia” y por el malestar causado en la autoridad eclesiástica. Mediante esa palabra, el joven cofrade dijo seguir esperando a “un hombre de Iglesia que reivindique el sí, quiero, al amor por el amor”.
Miguel Gutiérrez Jansen pronunció un alegato a favor de la renovación, de la juventud y de la labor social de la Iglesia; y contra ciertos dogmas que perviven en la curia, como la falta de participación de las mujeres, el rechazo del matrimonio homosexual, la estigmatización del divorcio y la politización de las cofradías. Su lectura levantó una sonora ovación de los jóvenes cofrades ante quienes fue pronunciado y ampollas en la jerarquía, a quien indirectamente iba dirigido. “No entiendo a mi Iglesia, Nazareno, que es la tuya, aunque a veces confieso que me cuesta reconocerla como tal”, lamentó Gutiérrez.
“Sentado ante ti me pregunto por qué mi Iglesia levanta en tu nombre barreras inexpugnables”, continuaba el discurso, que posteriormente denunciaba esas barreras, visibles en Málaga durante los últimos meses. La primera, construida sobre la vida privada de sus miembros: “Me pregunto por qué mi Iglesia antepone el estado civil a las creencias, apartando de su labor evangelizadora a quien bebe en su vida personal, que es suya y de nadie más, el amargo cáliz de la separación”. El Hermano Mayor de la cofradía de la Humillación y Perdón y María Santísima de la Estrella, en trámites de divorcio, dimitió el pasado mes de marzo, después de denunciar presiones del Obispado para que lo hiciera.
La segunda barrera, a los homosexuales y a su matrimonio por la Iglesia: “Acaso tú, Nazareno, ¿les negarías tu bendición? ¿Concebirías su amor como una enfermedad?”. El nuevo cardenal en Roma, Fernando Sebastián (hasta hace poco residente en Málaga) definió la homosexualidad como “una deficiencia que se puede tratar”, motivo por el cual fue investigado por la Fiscalía, que archivó las diligencias la semana pasada. La última, a las mujeres: “¿Por qué ese recelo a confiar en ellas las llaves de tu casa, si nunca tuviste sombra más fiel que la de las mujeres?”. La Junta de la archicofradía de la Esperanza rechazó el 20 de marzo la petición de dos hermanas de sacar al Nazareno del Paso el Jueves Santo. A todas las cuestiones se respondía el cofrade así: “Te pregunto y no puedes responder”.
El pregón contenía también críticas abiertas al funcionamiento de las cofradías, a las que llamaba al “apasionante reto” de la despolitización para el “urgente reciclado de unos colectivos corrompidos por sus actitudes”; a las jerarquías “que actúan de forma déspota y autoritaria con sus hermanos, haciendo de su cofradía un cortijo donde hacer campar a sus anchas sus aspiraciones y también sus complejos”; y a quienes “se sirven de las cofradías en lugar de servirlas”: “Lo que cuenta este pregonero lo callan las paredes de muchas casas hermandad, donde si los muros hablasen, las vergüenzas pondrían en jaque los mofletes de más de uno y más de dos”.
“Se representó a sí mismo”
El pregón fue aplaudido por los presentes, pero causó un revuelo creciente en la jerarquía católica. El viernes, el protagonista y su cofradía emitieron sendos comunicados. En ellos, la idea de fondo es idéntica: que el cofrade se representó a sí mismo y a nadie más con sus opiniones, aunque las formulara en un contexto del pregón cofrade. La Cofradía de la Humildad se desvinculó “total y absolutamente y en todos sus términos” de cualquier afirmación que atente contra “la doctrina moral y dogmática” de la Iglesia. En ese texto, la cofradía muestra su “obediencia absoluta al Santo Padre, al Señor Obispo y a toda la jerarquía eclesiástica”, “sin perjuicio de seguir las vías que marcan nuestras vigentes Reglas ante estas situaciones”. El discurso ha originado una cascada de reacciones en webs y foros católicos. Hasta ahora, el Obispado ha declinado ofrecer públicamente su visión.
Gutiérrez Jansen también pidió disculpas: “Jamás, reitero, jamás fue mi intención cuestionar los dogmas irrefutables que vertebran la doctrina católica (...) Jamás, reitero, jamás, pretendí aportar un prisma destructivo sobre cuestiones morales cordialmente discutidas y valoradas en el seno de la comunidad católica”. Pero no parece que la inconsciencia guiara al cofrade. De esta frase contenida en el pregón puede deducirse que sabía que su discurso escocería a algunos: “Al Señor de la Humildad le ruego el perdón de mis hermanos por si esta noche se sintiesen ofendidos”. Y de esta, que su pregón era un alegato por otra Iglesia posible, pensado y meditado: “No quiero que mis palabras sean un estilete para dañar, sino para reivindicar. ¡Ya está bien!”.
Pero quizá el resumen más certero de todo lo que quiso decir se contenga en este párrafo: “Líbrame tú de levantar una fachada postiza que encierre un interior nauseabundo, que las fachadas son frágiles ante engreídos golpes de pecho. Prefiero ser un hijo que quiera a su Iglesia diciéndole con honestidad un ”soy tuyo, pero no creo que aciertes por ese derrotero“.