“¿Dónde están los ecologistas, ahora, aquí no hay chapapote como cuando el Prestige?”, inquieren por las redes sociales, en torno al semihundimiento del granelero “OS 35”, frente a Catalan Bay, en Gibraltar.
Este último siniestro puede provocar una crisis medioambiental notable en Gibraltar, en el Estrecho y en una Bahía de Algeciras castigada por accidentes portuarios, vertidos de la industria y operaciones de bunkering. Sin embargo, en el debate público, la inquietud puramente ecológica termina convirtiéndose en moneda de canje partidista, en un y tú más, que intenta establecer comparaciones entre la tragedia ambiental ocurrida frente a las costas gallegas hace veinte años y la que actualmente sucede frente al litoral gibraltareño.
Como se sabe, a 13 de noviembre de 2002, el petrolero monocasco Prestige se hundía a 250 kilómetros de la Cosa de la Muerte, durante una tormenta, cuando cargaba 77.000 toneladas de fuel pesado. En el caso del OS35, se trata de 400 toneladas, que son muchas pero no tantas como entonces. Sólo que la distancia es mucho menor a la costa y cualquier fuga de combustible por pequeña que sea se deja notar en las playas próximas, por muchas barreras anticontaminantes que se interpongan: si los aceites derivados del vertido llegaran a las tomas de agua de las desaladoras de Gibraltar, su suministro a la población estará en peligro.
Este granelero no es el “Prestige”, pero la situación es grave, como bien intuyen las instituciones de un lado y otro de la Verja que, por una vez, han arriado las banderas del conflicto diplomático y suman fuerzas para contener la marea negra, por pequeña que sea.
Veinte años atrás, el Gobierno del PP hablaba de “hilillos de plastilina” y el de ahora, ha movilizado sus recursos inmediatos, el remolcador de altura “Clara Campoamor”, de Salvamento Marítimo y el helicóptero Helimer, que han colaborado con todos los medios disponibles por parte de la Autoridad Portuaria de Gibraltar.
¿Dónde están los ecologistas?
Anoche, según informa periódicamente el Gobierno del Peñón, la situación a bordo del buque OS 35 se mantuvo estable: “Se ha realizado un bombeo continuo de combustible desde el Tanque 1 Centro Estribor hasta las primeras horas de la mañana”, resume una nota oficial.
“Aunque el buque no puede operar su propia maquinaria, la situación en la sala de máquinas se ha mantenido estable durante la noche”, mientras el barco era monitoreado, como en ocasiones anteriores, con la toma de imágenes térmicas con drones y desde tierra.
¿Dónde están los ecologistas? Los de Gibraltar, durante la mañana del domingo, ayudaban a limpiar las playas locales. Los responsables portuarios del Peñón habían desplegado durante la noche anterior una nueva barrera en la entrada de Sandy Bay, donde empleados públicos y voluntarios han rastrillado la playa. En Little Bay, los trabajos se han centrado en la limpieza de rocas y guijarros.
Cuando se hundió el “Prestige” –uno de los mayores y más costosos accidentes de la historia-, el fuel alcanzó a 164 playas del noroeste español, 13 de ellas gravemente afectadas. En Gibraltar, han aparecido al igual que entonces en las costas gallegas, aves manchadas de petróleo, especialmente cormoranes y gaviones, pero, aunque no se han cuantificado, su número no parece notable ni sus vidas corren peligro, por ahora. Caso distinto será el de otras especies de menor calibre, incluyendo una lapa en peligro de extinción que vive en los alrededores.
Respecto a las playas, en las de Levante del Peñón o en Camp Bay no se ha notificado la existencia de hidrocarburos. En Catalan Bay, se han detectado “algunas manchas dentro de las barreras”, pero “no hay fuel pesado en la playa”. La franja litoral más afectada es la de Little Bay, una calita donde ondea la bandera roja y en donde se detecta un velo de grumo, procedente de rocas que ya habían sido manchadas por el escape del jueves. Sin embargo, también han tenido que izar la bandera roja en Sandy Bay, debido a que“ hay algo de petróleo dentro de la zona de la playa, ya que la marea alta ha llevado el velo por encima de la barrera”. Con posterioridad, la alerta pasó a bandera amarilla.
John Cortés debe estar cruzando los dedos para que la crisis no pase de ahí. Ecologista y zoólogo, Cortés titula en la actualidad el Ministerio de Medio Ambiente, que durante la jornada de este domingo ha seguido coordinando las operaciones de limpieza a lo largo del día con la Autoridad Portuaria de Gibraltar (Gibraltar Port Authority, GPA), mientras que las organizaciones ecológicas ESG, Nautilus Project y los voluntarios de GONHS ayudan en las operaciones de limpieza.
En el Campo de Gibraltar, no ha hecho falta por ahora la intervención de voluntarios a la hora de limpiar el litoral de Poniente, en La Línea, el único hasta donde han llegado por ahora las manchas de petróleo. Allí, el grupo ecologista Verdemar, muy activo en la denuncia de las peligrosas operaciones de bunkering a un lado y a otro de la Bahía, bajo dos banderas distintas, movilizó a un velero, Diosa Maat, para vigilar de cerca la evolución del vertido y los trabajos que venían realizándose para contenerlo.
Greenpeace vs Gibraltar
En los últimos días, la organización ecologista Greenpeace ha vuelto a calificar a Gibraltar como «gasolinera low cost», por las operaciones de bunkering que vienen produciéndose en la Bahía y que suscitan desde antiguo las críticas de grupos como Verdemar o Agaden, en este mismo entorno. Ahora, uno de los responsables de Greenpeace ha llegado a hablar de «bunkering mafioso».
“La mejor barrera contra la contaminación de las playas de la bahía de Algeciras sería un acuerdo entre los gobiernos de Gibraltar y el español para poner límites al bunkering mafioso en sus aguas”, afirmaba en una nota de prensa Francisco del Pozo, coordinador de combustibles fósiles de Greenpeace.
Desde su punto de vista, “la realidad es que la bahía de Algeciras tiene un tráfico de los más intensos del mundo, y no solo por su situación geográfica privilegiada o por carga y descarga en sus puertos: los buques van a repostar combustible en la bahía (bunkering, en el argot náutico)” y “cargar combustible en el mar es una maniobra muy arriesgada que puede provocar vertidos de hidrocarburos”.
Sin embargo, el choque entre los dos barcos el pasado lunes no formaba parte de una de estas operaciones de bunkering. No obstante, Greenpeace recuerda que el accidente ocurrido esta semana “no es un caso aislado” y pasa revista a algunos de los precedentes ya enumerados en este mismo magazine: “En agosto de 2008, un buque de chatarra, el New Flame, colisionó con un petrolero, el Torm Gertrud, muy cerca de Gibraltar y se hundió en la zona. El hundimiento provocó un derrame de fuel y otros productos químicos. Otros buques como el Samotraki, el Tawe o el Fedra han seguido la misma suerte en la zona estos últimos años”, relata el responsable de la organización, en un recuento que ya enumeró eldiario.es.
«Una vez más, el vertido que estamos sufriendo estos días en las inmediaciones de Gibraltar y que pone en riesgo las aguas de Algeciras nos recuerda de la manera más dolorosa algo que venimos denunciando desde hace décadas: Gibraltar se ha convertido en la gasolinera ‘low cost’ de miles de buques; y Algeciras se ha convertido en su retrete. El motivo es que Gibraltar ofrece precios más económicos por el combustible gracias a ventajas fiscales y a no cumplir los protocolos de prevención de polución (Marpol); ya se sabe: menos impuestos para el bien común, menos costes en la operación de transferencia de combustible, más lucro para las compañías fósiles», afirma Greenpeace en su página web.
Lo que ocurre es que el accidente del SO35 no tiene que ver, directamente, con el bunkering, ya que en el momento del siniestro no se ejecutaban operaciones de este tipo. El Gobierno de Gibraltar, a partir de dichas manifestaciones, ha emitido un comunicado en el que rechaza que Greenpeace lo califique de “gasolinera ‘low cost’ insegura y mafiosa que no cumple los protocolos de prevención de Marpol”. En este contexto, el Ministro del Puerto, Vijay Daryanani –que también lo es de Turismo, por cierto--, se ha dirigido a la Directora Ejecutiva de Greenpeace España «para mostrar su disgusto por los infundios y su sorpresa por el desconocimiento demostrado por la organización».
Entre las puntualizaciones que formula el Gobierno del Peñón, figura que «Gibraltar no ofrece ventajas fiscales en el repostaje que no ofrezcan los puertos españoles ni un precio más barato que Algeciras. La mayoría de los proveedores activos en la Bahía de Gibraltar trabajan y suministran desde ambos puertos. Las diferencias de precios son mínimas y oscilan según demanda y oferta».
«La logística desplegada en el repostaje es la misma en Gibraltar que en Algeciras. Gibraltar es considerada internacionalmente como una jurisdicción ejemplar en sus prácticas de repostaje», llega a asegurar el ministro gibraltareño, aunque los ecologistas lo pongan en duda.
En ese sentido, también recuerda que «Gibraltar está plenamente adherido a la convención de Marpol, a través del Reino Unido, y ha traspuesto a su legislación todos los reglamentos relevantes. Por supuesto, cumple plenamente –y hace cumplir a los barcos que entran en su jurisdicción– los protocolos de la Convención».
«Greenpeace, adicionalmente, arremete contra el metanero de Gas Natural Licuado ‘Adam LNG’, al que denomina “bomba climática flotante”, cuando esta clase de buques lo que hace es transportar, precisamente, el gas que Europa tanto necesita tras la invasión de Ucrania por Rusia», asegura Daryanani.
El metanero que participó en el accidente que provocó que el granelero se esté yendo a pique ya abandonó aguas gibraltareñas, al no apreciarse daños a bordo. En efecto, en el blog de Greenpeace, la organización recoge que el otro buque implicado en la colisión, el ADAM LGN «es un metanero con capacidad para 162.000 m3 de gas, una descomunal bomba climática flotante: si se vertieran a la atmósfera en caso de accidente, semejante carga de metano o ‘chapapote invisible’ equivaldría a las emisiones anuales de ¡7 millones de vehículos! ¡En un solo barco!».
«Quizá pienses que estos barcos cargados de chapapote gaseoso son excepcionales, pero tenemos malas noticias para el medio ambiente: la crisis energética desatada tras la invasión de Putin contra Ucrania y el cierre del grifo del gas ruso hacia Europa está convirtiendo a España en la gran vía de entrada de gas para Europa. Nuestras 7 regasificadoras recibieron 253 buques en el año 2021. Sin embargo, desgraciadamente la geopolítica energética parece catapultar estos transportes peligrosos por encima de los 300 barcos anuales», afirma Greenpeace.
Un catamarán de Cádiz
Mientras tanto, prosiguen las tareas para intentar controlar las filtraciones de combustible del buque siniestrado. Para ello, se instalan sucesivas barreras de contención, que no siempre tienen éxito absoluto, porque no existe una solución totalmente hermética para estos casos.
Las dificultades para la extracción del combustible que queda a bordo han sido considerables. El sábado, tras haberse inundado la sala de máquinas del buque, las operaciones de bombeo de agua de la sala de máquinas del OS 35 empezaron a tener éxito: “Se ha bombeado una cantidad suficiente de agua de la sala de máquinas para estabilizar la situación. Sin embargo, el buque no puede funcionar con su propia energía”, respiraron las autoridades, mientras los buzos han logrado identificar el origen de la fuga en la sala de máquinas, una alcantarilla que no fue sellada totalmente. Una vez subsanada dicha deficiencia, se espera que el barco recobre estabilidad y su hundimiento no sea prematuro, aunque pocos confían en lograr mantenerlo a flote por tiempo indefinido.
“Es razonable esperar un grado de deterioro en la estructura alrededor de la sala de máquinas como resultado de la fuga y el grado de entrada de agua podría aumentar en cualquier momento”, afirma el Gobierno gibraltareño, cuya Autoridad Portuaria, en colaboración con Salvamento Marítimo, buscaban soluciones para mantener la flotabilidad de la nave siniestrada, al menos para evitar que se hunda del todo sin extraer su contenido contaminante.
La información que se está ofreciendo suele ser precisa. Así, explica que el Tanque 1 de proa del buque está dividido en 4 secciones distintas: babor, centro de babor, estribor y centro de estribor.
“Se ha iniciado con éxito la extracción, muy lenta, del Tanque 1 Centro Estribor. Las evaluaciones iniciales sugieren que este tanque sufre una pequeña rotura que está dejando entrar agua en él. Por lo tanto, la extracción de este tanque tiene que hacerse contando con la presión del agua que entra en él y que empuja el petróleo hacia arriba y a través del respiradero. Se trata de un proceso lento que se gestiona con gran cuidado para no aumentar la cantidad de agua que se mezcla con el combustible cuando se extrae”.
Se estima que hay aproximadamente 80 toneladas de fueloil pesado en este Tanque 1 Centro Estribor y la extracción se está realizando a través del respiradero del tanque correspondiente en la cubierta sumergida del buque.
Otro frente abierto es el de los desespumadores, los skimmers, que ayer sábado habían logrado recuperar 600 litros de fueloil bajo en azufre en las proximidades del OS 35 y este domingo prosiguen con la labor, con la ayuda de un equipo contratado a un operador comercial con base en el Puerto de Algeciras y la llegada de una lancha catamarán con base en la Bahía de Cádiz. Se trata de OC tech Horizon, un catamarán creado por la empresa gaditana Ocean Cleaner Technology S.L. y entre cuyas dos quillas lleva incorporado un sistema de recogida de residuos y separación de líquidos y sólidos. Captura los sólidos en la proa y los vertidos en la popa. A fin de acabar con las manchas de hidrocarburo, el barco se detiene y con el sistema colocado a ras del agua, pasa sobre la mancha y la recoge. Entonces, pasa por un skimmer que deja el vertido arriba y el agua limpia la devuelve al mar.
El propósito, en cualquier caso, es el de estabilizar el barco en la medida de lo posible, evitar que el agua siga entrando en los tanques y facilite la llegada al mar de restos de combustible antes de su extracción final. Y, como asegura el último parte oficial, tomar todas las precauciones posibles de cara a un escenario de mal tiempo que, sin duda, empeoraría la situación.
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